Repulsión: el film que puso a Catherine Deneuve al borde del llanto y unió a Roman Polanski con Isabel Sarli y Armando Bó
La primera película del realizador fuera de Polonia contó con un acotado presupuesto y unos cuantos conflictos a causa de las diferencias idiomáticas dentro del equipo
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“Me preocupa el realismo de todo. Lo cierto es que cuantas más historias inverosímiles me cuento, tanto más consciente soy de que debo contarlas de un modo realista. Eso es lo que hice en Repulsión”, decía un jovencísimo Roman Polanski a la mítica revista francesa Cahiers Du Cinema en febrero de 1966. Repulsión ya había conquistado el Oso de Plata del Festival Internacional de Cine de Berlín y confirmaba, por un lado, a un Polanski dispuesto a convertirse en un artista internacional y rodar fuera de Polonia; por otro fue el puntapié a lo que se dio en llamar “trilogía de los departamentos”, que en su claustrofóbica atmósfera sumó a El bebe de Rosemary (1968) y El inquilino (1976), cada cual con destino de indubitable clásico del cine.
Con su retorno al cine en copia restaurada desde este jueves, Repulsión permite tomar contacto con ese universo exacerbado que, por otra parte, se convirtió en una marca de Polanski de manera célebre ante las cámaras y de condenable forma tras ellas. Pero cuando Polanski concreta esta, su primera película fuera de Polonia, la imaginería perturbadora se encontraba en pleno dominio de su cine y el realizador era una de las firmas notables de un cine polaco que tenía nombres de impacto de a decenas. Su dorada nominación al Oscar por su ópera prima, El cuchillo bajo el agua (1962), lo había convertido automáticamente en un director de culto.
La historia de Carol Ledoux, una tan hermosa como tímida manicura que vive en Londres junto a su hermana mayor y que, poco a poco, será invadida por un mundo de locura y perturbación, provino de una mujer que tanto Polanski como su coguionista Gérard Brach conocían, y que luego supieron que padecía de esquizofrenia. Ese dato estaba incluido en el primer esbozo del guion que juntos desarrollaron en París. Concretada la historia, con la repulsión que Carol siente por la sexualidad y todo lo que se le aproxime, British Lion Films y Paramount Pictures rechazaron el proyecto. Hasta que apareció la Compton Films, una productora clase B dedicada al cine de terror.
“Rápidamente con Gérard escribimos un guion que se presentó como una película de terror y les gustó. Y me dijeron, que la iban a producir, y la película Repulsión tomó forma”, decía el realizador en el documental Mi vida, mi cine, de Laurent Bouzereau. “Realmente mejoramos el guion después, durante el rodaje, dándole un poco de trasfondo psicológico al personaje principal que era Carol para la cual convoqué a Catherine Deneuve. Ese fue el comienzo de Londres para mí”, decía en ese documental sobre esta película que, del cine clase B al que parecía estar encorsetada, se convirtió en una obra trascendente del cine de autor.
Con un presupuesto ínfimo para entonces -unas 65 mil libras esterlinas que rápidamente superó-, el rodaje de este alumno aventajado de la Escuela de Cine de Lodz combinaba las obsesiones psicoanalíticas tan de moda en los sesenta con influencias del cine de Alfred Hitchcock y del Henri G. Clouzot de Las diabólicas prácticamente resueltas por un solo personaje. Los interiores se construyeron en un terreno de los estudios Twickenham, en St Margarets, dentro del distrito londinense de Richmond Upon Thames, y que desde los tiempos del cine mudo se erigió sobre una antigua pista de hielo y donde se filmaron clásicos como La vida privada de Enrique VIII, de Alexander Korda; Alfie, de Lewis Gilbert e incluso las dos primeras películas de los Beatles, Anochecer de un día agitado y Help!.
Para Polanski no fue fácil dirigir a un equipo con el cual no podía comunicarse fluidamente por sus pocas nociones de inglés; lo mismo le sucedió a Catherine Deneuve, que venía de rodar Los paraguas de Cherburgo. La búsqueda de la perfección del realizador, los conflictos del elenco a nivel idiomático e interpersonal y los consecuentes retrasos que sumaban a las peleas hicieron que el presupuesto casi se duplicara.
Pero buscar algunas locaciones en Google Maps sorprende, así entre el Museo de Historia Natural y Thurloe Square Gardens se encuentra en la 31 de Thurloe PI, el “salón de belleza de Madame Denise” donde Carol desarrolla su trabajo de manicuría en un salón de belleza que continúa actualmente su labor como barbería. A metros de ese local aún persiste el Hoop & Toy, el pub donde Colin bebía cerveza, todos sitios puestos bajo la lente del experimentado fotógrafo Gilbert Taylor, a quien Polanski eligió por su trabajo en Doctor Insólito, de Stanley Kubrick. “¿Cómo obtienes estas hermosas y cálidas sombras?”, fue lo primero que le dijo Polanski cuando conoció a Taylor.
Todo iba bien hasta que la Compton Films se negó a pagar lo que Taylor quería como salario y le sugirieron a Polanski buscar a otro director de fotografía que cobrara la mitad. Fascinado con Polanski, Taylor aceptó finalmente el presupuesto acordado y se integró con su mirada fundamental a la construcción de este clásico del cine. Otro tanto hizo Seamus Flannery, el director de arte, para que ese departamento compartido fuera lo más fidedigno a la realidad de las chicas que así vivían entonces y eligieron uno ubicado en una mansión de grandes ventanas que permitiera hacer tomas hacia la calle. Además, Flannery visitó a unas amigas acompañado de un fotógrafo que tomó instantáneas de cada detalle. A veces al borde del llanto, Deneuve cumplió todas las indicaciones de Polanski salvo una, y es por eso que nunca aparece totalmente desnuda en Repulsión.
El viaje a la locura de Repulsión terminó en su estreno con críticas elogiosas en los Estados Unidos y Europa, y con el mencionado Oso de Plata del Festival de Berlín. “Repulsión constituye el logro más interesante del cine de Polanski”, escribió anticipadamente sobre una trayectoria que recién comenzaba, Colin McArthur en Sight and Sound. La película se estrenó el 11 de junio en Inglaterra y el 3 de octubre en los Estados Unidos, y su recaudación fue inmensa.
A la Argentina llegó de la mano del dúo menos pensado: Isabel Sarli y Armando Bó la estrenaron localmente el 23 de agosto de 1967 con su sello SIFA, gracias al acuerdo que tenían con la productora inglesa a la que le daban participación en algunos de sus films. También se encontraban con el realizador polaco en varios festivales.
“Yo creo que era un enano degenerado”, decía Sarli sobre el coqueteo que recibía por parte de Polanski en el documental Carne sobre carne, de Diego Curubeto. En ese trabajo de búsqueda, el fallecido crítico había encontrado cientos de afiches de Repulsión guardados celosamente por Sarli porque, cada vez que vivían alguna penuria económica, el film de Polanski volvía a los cines, tal como lo hizo el 29 de mayo de 1980, con motivo de la visita de Polanski a la Argentina. El realizador ya había llegado al país cinco años antes para acompañar el estreno de Barrio Chino y conocer a su escritor favorito, Jorge Luis Borges.
Sarli y Bó se inspiraron en Repulsión para realizar Embrujada... Pero esa es otra historia.
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