Reencuentro con István Szabó
Tras seis años de silencio, el cineasta húngaro recobra en Tras la puerta la relación entre una criada y su empleadora en los tiempos del comunismo
István Szabó, el más internacional de los directores húngaros -y, por cierto, el más famoso-, pasó seis años sin filmar (acaba de cumplir 76), de modo que muchos admiradores de su cine celebrarán esta inminente oportunidad de conocer qué es lo nuevo que tiene por contar el gran artista responsable de tantas obras dirigidas a exponer con agudeza, emoción y sensibilidad los acontecimientos que marcaron la historia contemporánea de su país. Un cine que en general -piénsese en Mephisto , en Coronel Redl , en Sunshine - ahonda al mismo tiempo en los conflictos morales que la circunstancia histórica genera en el individuo.
La obra que lo trae de regreso es Tras la puerta y está ambientada en la Hungría de los tiempos del comunismo, tal como los pintó en novelas sutilmente críticas Magda Szabó, una de las grandes escritoras húngaras del siglo pasado (sin parentesco con el director). La obra en cuestión es La puerta , publicada en 1987 y ganadora dieciséis años después en Francia del premio Femina a la mejor novela extranjera. Habla de la compleja relación que se establece entre una criada y su empleadora y expone una inversión de las relaciones de poder que algunos críticos literarios ligan a El sirviente , de Harold Pinter. Como ha venido haciéndolo con frecuencia desde Encuentro con Venus (1990), aquella bella evocación de los amores de una diva del canto (Glenn Close) y un director de orquesta, este último film de Szabó también fue rodado en inglés. Y al frente de su elenco están una inglesa (Helen Mirren) y una alemana (Martina Gedeck, de La vida de los otros).
Historia y autobiografía
El demorado reencuentro con el cineasta, que fue abanderado de la generación que en los sesenta renovó el cine húngaro, invita a recapitular su obra, iniciada tempranamente con el breve film que fue su diploma de graduación de la escuela de teatro y cine de Budapest, Concerto , que a los 23 años ya revelaba, así como otros cortos sucesivos, su concepción lírica del cine y la influencia que sobre él y sus compañeros ejercía la nouvelle vague francesa. En 1964 rodó su primer largo, de corte autobiográfico y explícitamente inspirado en la obra de Truffaut: La edad de los sueños .
Las vivencias personales y las de su generación y los acontecimientos políticos también dominan los films que siguieron: Apa (el padre), bajo cuyo retrato se percibe la figura de Stalin; Film de amor , que alude a los trágicas jornadas de la revolución de 1956 aplastada por los tanques soviéticos como fondo de un romance juvenil, y otros relatos que componen retratos colectivos de la gente de Budapest en los tiempos del nazismo o en los años del reformismo aperturista de Janos Kadar.
El reconocimiento internacional llegaría poco después, con Mephisto (1981), que a partir de la novela de Klaus Mann propone una lúcida reflexión sobre la relación entre los artistas y el poder político y entrega una admirable composición de Klaus Maria Brandauer. Esta premiada realización (ganó el Oscar a la mejor película extranjera e hizo famoso el nombre de Szabó) inaugura un brillante período de colaboración con el actor austríaco. Coronel Redl (1985), centrado en la figura ambigua de un oficial austrohúngaro convertido en espía por oportunismo, y Hanussen , sobre un adivino cuya historia corre paralela a la caída de Hitler (1988), cierran esta suerte de trilogía sobre la soledad, el poder y la inevitabilidad de la historia.
De los films que realizó con posterioridad a Encuentro con Venus hay que destacar, sobre todo, Sunshine (1999), saga en parte autobiográfica sobre una familia judía húngara a través de varias generaciones; Taking S ides, que retoma la idea de Mephisto revisando el caso del director de orquesta Wilhelm Furtwängler, acusado de adhesión al nazismo, y la divertida y exitosa Conociendo a Julia , sobre el mundo del teatro y con un encantador trabajo de Annette Bening que fue nominado al Oscar.