Red: Pixar cuenta una tierna y divertida historia sobre los vínculos entre madres e hijas
La película animada de Disney+ se enfoca en el público adolescente y gana con un retrato lleno de detalles y sutilezas de una familia en la que la pubertad trae aparejados cambios tan realistas como fantásticos
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Red (Turning Red/Estados Unidos, 2022). Dirección: Domee Shin. Guion: Julia Chen y Domee Shin. Música: Ludwig Göransson. Edición: Steve Bloom, Nicholas C. Smith. Calificación: apta para todo público. Duración: 100 minutos. Disponible en: Disney+. Nuestra opinión: muy buena
Muchas veces, cuando se busca explicar la afición de Hollywood por las películas de superhéroes se dice que se trata de producciones pensadas para el público adolescente, específicamente varones de doce o trece años en adelante. Y, más allá de la justeza del comentario, lo que siempre queda fuera de ese argumento y de las consideraciones de los grandes estudios, claro, son las adolescentes de la misma edad. Si las películas de Marvel y DC imaginan a los chicos como su público ideal, cabe preguntarse cuáles son los films pensados con ellas en mente.
La respuesta es tan desalentadora como evidente: salvo por alguna historia de trágico amor juvenil los estudios parecen tan poco interesados en atraer al público femenino adolescente como al adulto. Por eso, el hecho de que esta nueva película de Pixar gire en torno al universo femenino y a los vínculos entre amigas pero sobre todo entre madres e hijas resulta tan novedoso como necesario. Que además sea muy entretenido, es un extra que completa la buena decisión del estudio de animación.
Dirigido por Domee Shi, talentosa realizadora formada en Pixar responsable del cortometraje Bao (también disponible en Disney+), Red cuenta la historia de Mei, una chica de trece años nacida en Toronto de padres chinos que hace todo lo posible por cumplir con lo que se espera de ella. Buena alumna, diligente estudiante de música y siempre dispuesta a ayudar a su mamá en la tarea de mantener el templo religioso que administra, la adolescente va por la vida con un entusiasmo y una seguridad en sí misma que contagian. Pero claro, en las sombras acecha el peligro: el estallido de la pubertad en toda su hormonal gloria.
Así, en el preciso momento en que Mei empieza a experimentar sentimientos nuevos, cambios de humor repentinos y una rebeldía que le sale por todos los poros, también se entera de una escondida tradición familiar. En el paso de la infancia hacia la adultez a todas las mujeres en su familia se les despierta la bestia que llevan dentro: un panda rojo con una asombrosa capacidad para el enojo. Ambientada a principios de los 2000, más allá de su coqueteo con la fantasía, la película se esfuerza -y consigue- por pintar un bello y colorido cuadro anclado en la cultura popular y las costumbres de esos años además de explorar las diferencias entre la occidentalizada Mei y las viejas tradiciones de sus padres.
Con sensibilidad y mucha inteligencia el guion coescrito entre la directora y Julia Cho (Fringe), al mismo tiempo que pone la mirada en los lazos familiares también se divierte mucho al mostrar el vínculo entre la protagonista y sus tres mejores amigas. Tiernas y aceleradas, imaginativas y desconcertadas por los cambios físicos y emocionales que están atravesando, la aparición del costado animal de Mei lleva su revuelo hasta el límite. “¿Sos un lobizón?”, le pregunta una de las chicas entre asustada y emocionada a la protagonista que no consigue ocultar su transformación y solo parece volver en sí gracias a la paciencia y la buena energía de sus amigas.
Con un ritmo frenético y ciertos recursos visuales que hacen pensar en la reciente La familia Mitchell contra las máquinas, otro excelente intento de la animación por darle imagen y sonido al universo femenino, Red brilla cuando se concentra en su protagonista y su peculiar manera de lidiar con la maldición familiar. Que en su caso hasta llega a ser una bendición cuando su peludo alter ego le consigue los fondos para ir al recital de grupo musical que la desvela. En una línea narrativa que resulta tan nostálgica como hilarante aparece la boy band 4 Town, cuyo hit fue por compuesto por los hermanos Billie Eilish y Finneas O’Connell (quien también le presta su voz a un integrante del cuarteto).
La reacción de las chicas frente a los muchachos del grupo aporta alguno de los momentos más graciosos de la película que aprovecha al máximo el estado de delirio de la protagonista y sus amigas, dispuestas a todo para asistir al recital que afirman será “el primer paso para convertirnos en mujeres adultas”. El contraste entre la imagen que las chicas tienen de sí mismas y la realidad funciona como combustible del relato. Y si bien Pixar ya había intentado un recurso narrativo similar en Intensamente, en aquella oportunidad la idea se diluía entre los personajes que representaban las emociones de la protagonista, ninguno de ellos retratado como una adolescente creíble. Todo lo contrario de lo que consigue Red, inteligente y entretenido film dedicado, literalmente, a “nuestras hijas, madres, tías y abuelas”.
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