Recuerdos de un grande
En "Yo recuerdo", Mastroianni repasa una vida excepcional
En el otoño europeo de 1996, Marcello Mastroianni se dispuso a recordar. Lo hizo frente al testigo implacable de la cámara, el ojo atento de la realizadora Anna Maria Tató, la mujer que compartió con él una historia de amor que duró los veintidós últimos años del gran Marcello y que ambos supieron defender a capa y espada de la indiscreción de los papparazzi. El resultado de ese bordado de anécdotas, confesiones y memorias narradas por el protagonista en primera persona, es el film "Mi ricordo, si io mi ricordo", que se estrena mañana. En la película de Tató, Mastroianni desovilla escenas del pasado con pases de prestidigitador: desde su primer auto, un Topolino, hasta sus películas; desde Fellini hasta el primer beso salido de la boca de una desconocida durante un viaje en tren tiempos de la Segunda Guerra; desde su debut como espectador de cine a los seis años hasta Greta Garbo. Pero, además, Mastroianni se mira en el espejo de sus propios ojos y le regala al espectador la ironía con que se autopercibía.
En ese ejercicio de introspección, su etiqueta de sex-symbol apenas lo mueve a risa. "El "latin lover". ¡Qué paciencia! Eso fue hace treinta y cinco años, después de que filmé "La dolce vita"-cuenta Marcello-.
Las dos versiones
Ana Maria Tató es italiana, vive en París y a los 59 años tiene una larga carrera de guionista, realizadora y productora. A pesar de haber filmado los retratos de más de ochenta personalidades de la cultura y el espectáculo, el montaje de "Mi ricordo, si io mi ricordo" la puso en un brete. La memoria de Mastroianni le había proporcionado seis horas de material en bruto. "Me parecía imposible cortarlo -contó la directora a La Nación en el marco del Festival de Cannes de 1997-, me asustaba tener que convertirlo en un film de una hora y media. Marcello se burlaba de mí y me decía: "Pero, ¿quién soy? ¿Dante Alighieri, para que no se atrevan a interrumpirme?" Andá y cortá tranquila".
Tató cortó, pero no del todo tranquila, y para pasar el mal trago optó por una versión dual: la de una hora y cuarenta minutos que presentó en Cannes y que ahora se estrena en la Argentina y una versión de cuatro horas de duración que exhibió en el Festival de Venecia, en 1997. Según contó Tató a este diario, en la versión más larga hay guiños para argentinos: Por un lado, el hecho de que en los agradecimientos, junto con nombres como el de Martin Scorsese figura el de Oscar Kramer, el productor del film de María Luisa Bemberg, "De eso no se habla", con quien Mastroianni trabó una amistad que se prolongó más allá del set. Por otro lado, una secuencia del film de Bemberg en el que Mastroianni baila con el personaje de la enana de la que se ha enamorado. "Ubiqué esa escena justo después del momento en el que él ironiza sobre la etiqueta del "latin lover", dijo Tató.
El documental de Tató, rodado en Portugal mientras Mastroianni filmaba la que sería su última película, "Viaje al principio del mundo", de Manoel de Oliveira, no sólo lo llevó al territorio de la ironía. Más de un recuerdo lo hizo pisar la comarca de la nostalgia. "Lo que más lo emocionó fue el largo monólogo del principio del film con su perfil presentado a la manera de las sombras chinas y su enumeración de recuerdos", dijo Tató a La Nación . "Cuando vio ese material antes del montaje tuvo una reacción inmediata -agregó la directora-. Me dio un consejo: "Ni siquiera le pongas música a esta parte de la película, porque va a distraer innecesariamente". Toda la fuerza está en lo que se dice. La emoción pasa por el sonido de las palabras".
Deneuve contra Tató
¿Podría Tató haber hecho este film tal y como lo hizo si no hubiera tenido durante veintidós años una relación personal con Mastroianni? "Creo que el haber compartido tantos años de vida ayuda mucho -responde la directora-. Sobre todo, porque Mastroianni se sentía protegido por el hecho de que yo no iba a hacerle preguntas indiscretas. Hubo un crítico que después de haber visto el film en Cannes dijo que faltaba el capítulo de Mastroianni y las mujeres. Eso es no conocer a Mastroianni, porque él nunca quiso hablar del tema. Nuestra relación siempre fue absolutamente discreta porque él decía que la prensa tiene una particular disposición a vulgarizarlo todo", dijo Tató a La Nación en 1997, durante la muestra de la Costa Azul.
En aquel momento nadie podía suponer que aquella entrevista iba a traer cola. Fue en noviembre del mismo año, durante el Festival Internacional de Mar del Plata en el que se presentó "Mi ricordo, si io mi ricordo" sin la presencia de Tató, quien puso como condición no estar en dicha ciudad durante los mismos días que Catherine Deneuve y Chiara Mastroianni, dado que ambas habían disparado duros dardos contra ella, acusándola de haber filmado la agonía del gran Marcello. Lo cierto es que en su fugaz visita a Mar del Plata, Deneuve y su hija Chiara manifestaron que no habían visto ni pensaban ver el documental de Tató.
De paso por Roma, la realizadora tomó conocimiento de las declaraciones de ambas a la prensa argentina y pidió contactarse con la enviada de La Nación en el festival para hacer su descargo. Según contó, fue la entrevista realizada meses antes en Cannes lo que la llevó a elegir a La Nación para responderles a las actrices francesas. "Ustedes me trataron con el respeto que merece la vida privada", dijo como si lo que debe ser regla hubiera sido excepción. "Las declaraciones de la señora Deneuve me sorprenden por su arrogancia y su falta de inteligencia -sostuvo Tató-. Es arrogante sostener que se trata de una entrevista sin haber visto el film. De hecho, no lo es. No es prueba de inteligencia declarar no querer verlo, en particular de parte de una persona que ha tenido el privilegio de vivir junto a Mastroianni. Es cierto que su relación sólo duró aproximadamente dos años y medio y también es cierto que ha terminado hace veinticuatro años."
La pregunta obligada es por qué a Deneuve y a su hija Chiara las enoja tanto "Mi ricordo, si io mi ricordo" cuando ni un ápice de sus vidas está ventilado en el film. "Supongo que lo que no pueden soportar es que Marcello me haya dejado a mí los derechos de su imagen -opina Tató-. Para los actores la imagen es muy importante. El actor es su imagen. Y es a mí a quien él dejó los derechos sobre ella porque soy la mujer con quien compartió veintidós años y con quien terminó su vida. Todo este escándalo que han desatado Catherine Deneuve y su hija le hace mucho daño a la memoria de Marcello. Esta situación lo habría entristecido porque si alguna lección nos dejó Marcello es la del pudor, la elegancia, la discreción y el respeto por los otros." Gran parte de esa lección está a disposición de los espectadores en "Mi ricordo, si io mi ricordo".
Palabra por palabra, una vida
"Cuando filmé "La dolce vita", los americanos, siempre a la búsqueda de una pequeña fórmula, decidieron que yo era el latin lover . Es fácil: latin lover y está todo dicho. Pero, ¿ latin lover de qué? Nunca he frecuentado los night clubs. No he frecuentado la Via Veneto, aun cuando he rodado una película allí. Sí, bueno, fui allí a tomar un café cada tanto... No sé, quizás es porque en "La dolce vita" y en muchos otros films que hice después estaba rodeado de bellas mujeres. Pero eso no quiere decir que yo sea un latin lover . En la pantalla, me pagaban para que las besara; hacíamos como que nos amábamos. El latin lover . Era como para volverse loco. ¿Qué querían que hiciera? No hay nada para hacer. Ahora tengo 72 años y siguen llamándome "latin lover"."
* * *
"Recuerdo mi estupor y mi estado de encantamiento cuando vi los rascacielos de Nueva York en el momento en que el sol se ocultaba sobre Park Avenue (...). Recuerdo la pequeña sartén de aluminio sin mango en la que mi madre freía los huevos (...). Recuerdo los uniformes de los alemanes. Recuerdo los refugios (...). Recuerdo que Fellini me llamaba Snaporaz. Recuerdo la primera vez que vi una película en Turín, "Ben Hur" (...). Recuerdo las croquetas de arroz. Pero no podíamos comprarlas todos los días porque costaban 40 centavos (...). Recuerdo los primeros dibujos de mi hija Barbara (...). Recuerdo París cuando nació mi hija Chiara (...). Recuerdo un sueño donde alguien me decía que llevara conmigo los recuerdos de la casa de mis padres (...). Recuerdo también la sensación de silencio y de luz suspendida por encima de la ciudad de Jerusalén como un vapor místico (...). Recuerdo la nieve sobe la Plaza Roja, en Moscú (...). Recuerdo mi deseo de ver qué sucederá con este mundo, qué pasará en el año 2000, y recuerdo mi deseo de estar allí y recordar todo como un viejo elefante, sí, porque recuerdo... siempre he sido curioso, tan curioso (...). Recuerdo la primera noche de amor. Recuerdo, sí, yo recuerdo." (Extractos del monólogo de apertura del film.)