Radiografía de un loco lindo
El misterio de su beba que nadie ha visto y, mucho menos, fotografiado;el traspié en la taquilla con "Misión imposible 3"; el final de su acuerdo con la Paramount y la relación con Katie Holmes
Allá, en la cima, la vida debe de ser muy distinta. Allá, en la cima, tal vez el aire se enrarezca y la percepción de la realidad se altere un poco. Quizá cuando el nombre de una persona llega precedido por descripciones tales como "la estrella más grande del cine" o "el actor más taquillero del mundo", títulos de nobleza del reino del Hollywood si los hay, la excentricidad sea parte del paquete y se perdona, casi siempre. Después de todo, para los semidioses de la pantalla grande nada es demasiado extravagante. Ni siquiera saltar como poseso sobre un sillón en un programa de TV en vivo, ni decir públicamente que planea comerse la placenta y el cordón umbilical de su hija o comprar un equipo para hacer las ecografías de la novia embarazada en la casa. Para cada capricho, el entorno es capaz de inventar cien excusas de lo más creíbles. Pero todo tiene un límite, incluso en la tierra de los sueños en cinemascope. Aunque uno haya ganado miles de millones de dólares para los grandes estudios y para las arcas personales, aunque uno sea Tom Cruise.
Al actor que fue la primera estrella en la historia del cine en realizar de manera consecutiva cinco películas que superaron los cien millones de dólares en recaudación hace un tiempo que lo persiguen ciertos incidentes, algunos casuales y otros generados por él mismo, que ni el más ingenioso de los guionistas podría fantasear.
Dicen los expertos en “cruiseología”, que todo empezó en 2004 cuando el protagonista de “Misión imposible” decidió despedir a su asesora de prensa de toda la vida, Pat Kingsley, para poner en su lugar a su propia hermana, Lee Anne DeVette. En la época de servicio de Kingsley, Cruise era una de las más conocidas estrellas del cine y, sin embargo, su vida era un misterio y a nadie le parecía mal. Hoy, el secreto se terminó y lo que quedó al descubierto le parece mal a casi todo el mundo.
Las novedades en la vida personal del actor, siempre mediadas por su compromiso con la cienciología, parecen cada más increíbles. A saber: la última noticia que se conoció del actor ocurrió el fin de semana pasado cuando Cruise y su novia Katie Holmes prestaron primeros auxilios a un matrimonio que había sufrido un choque en una autopista de California. La famosa pareja detuvo su vehículo justo donde acababa de ocurrir el accidente y se quedó en el lugar hasta que llegaron los socorristas, la policía y los bomberos.Claro que ésta no es la primera vez que el actor hace de ángel guardián. En 1996, mientras manejaba por las calles de Los Angeles, Cruise vio cómo atropellaban a una chica y la dejaban tirada en medio de la calle. Lejos de mirar hacia otro lado, se detuvo, la llevó al hospital y se quedó con ella hasta que se sintió mejor. Para ganarse el título de héroe de la vida real para siempre, la estrella pagó todas las cuentas de la internación de la mujer y hasta le mandó flores a su habitación.
Más allá de ejercer sus dotes como héroe urbano, la semana pasada no fue la mejor para el Cruise productor. Después de trece años, el actor y su socia, Paula Wagner, perdieron el acuerdo que los unía con los estudios Paramount. Los jefes de la empresa decidieron que no le entregarían ni un dólar más a la productora Cruise-Wagner, responsable de las tres “Misión imposible”, “Los otros” y “El último samurái”, entre otros films, hasta que el actor acepte una considerable rebaja en su sueldo y en los porcentajes de las ganancias que cobra por película. Aunque ésta es una batalla que se libra por todo Hollywood en contra de las estrellas que cobran sueldos siderales, Jim Carrey y la ganadora del Oscar, Reese Witherspoon son algunos de los afectados, Cruise es un caso testigo. Es que en sus más de 20 años de carrera el actor les hizo ganar a los estudios miles de millones. Y él, por supuesto, se llevó lo suyo. El año pasado, por “Guerra de los mundos” ganó una cifra récord: más de sesenta millones de dólares en concepto de sueldo y porcentaje de taquilla.
Esta decisión de la industria cinematográfica es, para muchos medios especializados como la revista Variety, algo más que una cuestión de negocios. Es que en Hollywood muchas decisiones se toman con los “puntos Q” en la mano. Se trata de unas encuestas que miden cuán agradables son las celebridades para el público general. En la última medición, el porcentaje de norteamericanos a los que Cruise les resulta simpático cayó de 30 a 19, mientras que el porcentaje de los que lo consideran desagradable subió de 14 a 31. Los resultados de la nueva encuesta llegarán a los estudios en los próximos días. Según Henry Schaffer, el dueño de la agencia que realiza el estudio, las cifras de Cruise serán aún peores.
Desde que se puso de novio con la actriz de 27 años Katie Holmes (“Batman inicia”), Cruise parece empeñado en meter la pata, aunque la fecha del comienzo de la debacle crónica pueda buscarse en la época en que se rumoreaba que después de casi diez años de matrimonio le había pedido el divorcio a Nicole Kidman por fax. Lo cierto es que lo que comenzó como bromas y suspicacias relacionadas con su prédica en defensa de la cienciología –secta aceptada como religión en los Estados Unidos, de la que el actor es seguidor ferviente–, se transformó en una zona de desastre. El primer signo del “apocalipsis” fue la intervención del actor en el programa de Oprah Winfrey, una de las personas más populares y queridas de su país. Allí, como si se hubiera tomado un barril de bebida energizante, Cruise saltó sobre los sillones, se arrodilló y corrió por todo el estudio mientras declaraba su amor por Holmes. A los pocos días del extraño incidente, la frase “jumping the couch” (‘saltando en el sillón’) empezó a ser usada como sinónimo de tener un colapso nervioso en público y el diccionario histórico de lenguaje coloquial norteamericano lo coronó como frase del año.
Semejante muestra de afecto en público generó dudas sobre el promocionado romance: era amor o una calculada estrategia de marketing personal. La respuesta llegó pronto: un compromiso para casarse, sellado en lo alto de la torre Eiffel, como para demostrar que en la vida de las estrellas la fantasía no se termina en la pantalla. Y luego, la noticia del año: el embarazo más promocionado del planeta Tierra que culminó con el parto más cuestionado del universo.
Alerta Suri
Desde el 18 de abril, los medios de los Estados Unidos están en alerta rosa. El nacimiento de Suri Cruise, la hija de Tom y la invisible Katie, generó tanta ansiedad como curioso morbo. ¿Habrá sido un parto silencioso? ¿Habrá cumplido el actor con la idea de comerse el cordón umbilical de su hija? ¿Seguirá opinando que la depresión posparto es apenas una invención de los psiquiatras? Todas esas preguntas, por ahora, siguen sin respuesta y el gran interrogante de todos –¿a quién se parece la nena?– generó un particular fenómeno. Programas de TV, sitios de Internet y revistas varias empezaron a poner en duda la existencia de la nena. “Ojos que no ven, corazón que no cree”, repitieron los chismosos del mundo. Y la falta de foto se transformó en obsesión. Un helicóptero pasa todos los días por la casa de los Cruise y los ciclos diarios dedicados a los famosos tienen una sección fija llamada “Suri Watch” (algo así como “Alerta Suri”). Cuando la desesperación mediática llegó al límite de cuestionar la partida de nacimiento de la nena –que no firmó el médico que asistió el parto y se hizo veinte días después del nacimiento–, empezaron a aparecer testigos presenciales dispuestos a declarar que sí, que la niña ha nacido. Tres amigas de la familia, Leah Rimini, protagonista de la sitcom de “King of Queens” y miembro de la cienciología, Jada Pinkett Smith y Penélope Cruz dicen haber visto a la nena. Y aunque no dieron detalles de su apariencia, las tres aseguraron que es una nena sana, de lo más normal, o todo lo normal que puede ser la hija de Tom Cruise, la estrella más excéntrica del planeta Hollywood.