¿Quieres ser John Malkovich?: la mano de Francis Ford Coppola, un actor harto del romanticismo y la resistencia a Tom Cruise
Con el proyecto terminado, la crítica celebró un film que durante años nadie quiso realizar por parecer “imposible”; era 1999 y Spike Jonze y Charlie Kaufman se ganaron un lugar central en la industria luego de hacer realidad semejante proeza
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Durante años, ¿Quieres ser John Malkovich? descansó en los cajones de varios realizadores cinematográficos. La historia, una pieza filosófica o un extraño texto de ciencia ficción, era un delirio, y llevarla a la pantalla grande parecía prácticamente imposible. El proyecto, además, llevaba la firma de un guionista de televisión desconocido, sin grandes títulos en su currículum y una pretensión innegociable: John Malkovich tenía que interpretar a John Malkovich. ¿Cómo llegó ese guion a convertirse en uno de los estrenos más celebrados de 1999 que marcó el exitoso debut en cine no solo de su guionista sino también de su director?
En ¿Quieres ser John Malkovich?, el escritor Charlie Kaufman cuenta la historia de Craig Schwartz (John Cusack), un titiritero sin trabajo ni autoestima que está casado con Lotte (Cameron Diaz) -una mujer obsesionada con su chimpancé- y que encuentra trabajo como archivador en el piso siete y medio de un edificio de oficinas de Nueva York. En ese diminuto espacio no solo se enamora de Maxine Lund (Catherine Keener), su sexy y manipuladora compañera de trabajo, sino que, además, descubre un portal que va directo a la mente de Malkovich.
Quien logró poner en imágenes las ideas de Kaufman fue Spike Jonze, y el film vio la luz a fines de 1999 gracias a la productora de videoclips y películas Propaganda Films junto a Gramercy Pictures. La encargada de distribuirla fue Universal Pictures. La recaudación fue mucho más abultada de lo que se esperaba: superó los 23 millones de dólares. Además, fue elegida por la National Society of Film Critics de los Estados Unidos como la mejor película del año, obtuvo tres nominaciones a los Oscar y se alzó con un Bafta al mejor guion original y dos Independent Spirit Awards a mejor ópera prima y mejor guion de ópera prima.
Una idea para pasar el tiempo
Charlie Kaufman era neoyorkino más del montón en 1994 cuando escribió el film que luego se convirtió en un clásico de los 90. Tenía 35 años y un recuerdo agridulce del secundario. Ni siquiera era bueno en su trabajo: había conseguido un lugar en el equipo creativo de una sitcom y durante seis semanas no abrió la boca en la sala de guionistas. No le salían las palabras, confió en una columna que publicó en The Guardian. Para superar el bloqueo y esperar la siguiente temporada de contrataciones, decidió escribir su propia historia.
“Mi idea era escribir un guion y utilizarlo para conseguir trabajo”, explicó, y contó que combinó dos ideas que por separado no iban a funcionar: alguien que encuentra un portal en la cabeza de otra persona y alguien que tiene una aventura con un compañero de trabajo. “Tuve una respuesta muy positiva. Empecé a hacerme un poco conocido. La gente lo leía y me decía lo divertido que era, me invitaban a reuniones, me decían que nadie haría la película nunca”, repasó.
El proyecto de Kaufman no era simple de realizar: si bien había elegido el nombre del texto solo porque le gustaba cómo sonaba “John Malkovich” y no por alguna otra razón filosófica o actoral, solo iba a aceptar convertir su historia en film si del proyecto participaba el mismísimo artista. Pero no lo conocía. Luego de más de una docena de encuentros fallidos con distintas productoras, el escritor perdió las esperanzas. Hasta que apareció en escena Francis Ford Coppola.
El factor Coppola y la figurita difícil
La puntada que unió las vidas de Kaufman y el hombre que finalmente llevó su historia a la pantalla grande la dio Francis Ford Coppola en 1996: MTV estaba en su apogeo y Jonze era el hombre del momento gracias a los clips que había dirigido para los Beastie Boys, Björk, Fatboy Slim y R.E.M., entre otros tantos artistas. Además, había conquistado el corazón de Sofia Coppola, con quien pronto se casaría. Según una nota que publicó la revista Icon, de El País, el texto de Kaufman llegó a manos del artífice de El Padrino y Apocalipsis Now y fue el consagrado director quien pensó que la mente perfecta para ponerle imágenes era su futuro yerno, y le entregó el texto.
El gesto de Coppola logró unir a un ignoto escritor con un joven dispuesto al experimento y a un arriesgado director de cortos con el texto perfecto para desembarcar en el cine. Y no se agotó ahí: todavía era necesario lograr que John Malkovich interpretara a John Malkovich. “Nunca fue nadie más, aunque tuvimos mucha presión de nuestros productores y financieros para que pensáramos en sustitutos”, explicó el director sobre la necesidad de convencer al actor en una charla que dio en el Festival de Cine de Toronto en 2013. Ninguno de los dos conocía a Malkovich de forma personal. Fue, de nuevo. Coppola, quien ofició de puente: un día de diciembre de 1997 lo llamó a su casa de Francia y le pidió que fuera a París para reunirse con Jonze.
“Es curioso, me llevó mucho tiempo conocerlo y, cuando finalmente lo conseguí, su primera pregunta fue: ‘¿Por qué John Malkovich? ¿Por qué no Quieres ser Tom Cruise?’. Era la misma pregunta que nos habían hecho nuestros financieros. De hecho, su primera reacción cuando leyó el guion fue preguntarse si le había hecho daño a Charlie en el pasado, si se había acostado con la esposa de Charlie o algo así”, recordó sobre aquel encuentro Jonze.
“Nunca pensé que alguien fuera lo suficientemente tonto como para filmar ese guion, pero no conocía a Spike”, le dijo dos años después Malkovich a la edición estadounidense de la revista Rolling Stone. “Cuando me pidieron que lo hiciera, estaba un poco preocupado. No por el tono o el contenido, sino por la sensación de que, si hacés una película en la que tu nombre no está encima del título sino en el título, entonces puedes tener algunas tendencias narcisistas serias que requerirían atención”, analizó. El actor primero se negó de forma rotunda. Luego ofreció financiarla y hacerla con Tom Cruise. Al final, cedió.
En busca del desafío perfecto
La forma en la que el papel de Craig Schwartz llegó a manos de John Cusack también fue atípica. Lejos de presentarse a un casting, quedar en el radar de un director o elegir entre una decena de proyectos, el actor, que venía de protagonizar una seguidilla de comedias románticas, pidió en la agencia de Los Ángeles que lo representaba que le encontraran el “guion más raro e impredecible” que pudieran. Así lo contó él mismo en una extensa nota que le concedió la revista GQ.
“Todos ustedes tienen una caja negra o un libro rojo o lo que sea que sean esas cosas donde están los guiones que nunca se pueden hacer”, recordó Cusack que dijo en la agencia. “Me refiero al guion más imposible de producir que tienen. Quiero saber cuál es su joya de kriptonita para la comercialización”, insistió, cuando le ofrecieron algo que no colmó sus expectativas. “´¿Te refieres a ¿Quieres John Malkovich?’, me dijeron. Así encontré el guion”, continuó. Luego de leer el texto, Cusack quedó fascinado. “Como Indiana Jones, lo encontré, fui a la jungla y encontré este raro tesoro”, recordó. “Fue muy divertido hacer esa película, muy divertido”, aseguró sobre la experiencia.
Un mundo lúgubre y pequeño
El rodaje comenzó en el triste sótano en donde Craig Schwartz daba vida a sus marionetas. La idea de llevar el realismo al extremo que lograron en esa escena con la única luz de un foco doméstico se extendió durante toda la producción. Con el mismo norte, Spike Jonze mandó a construir el decorado a medida de la oficina de LesterCorp a la que el titiritero va en busca de trabajo y que está ubicada en el piso 7 y medio de un rascacielos de Manhattan. No tenía más de un metro y medio de altura. “Fue como estar en una casa de la risa de Wonka todo el tiempo. También recuerdo que teníamos un quiropráctico en el set porque, al final del día, todos estaban torcidos”, recordó Cusack.
Además de crear decorados especiales, la producción puso especial atención en la caracterización de los personajes. El caso de Cameron Diaz, quien sorprendió al público y a la crítica con un aspecto completamente desaliñado y una desconocida faceta dramática, dejó en evidencia que el objetivo se cumplió a la perfección. En una entrevista que le concedió a Cranky Critic, la actriz reflexionó: “No me di cuenta de que la gente no me iba a reconocer hasta que me vestí de Lotte y me quedé hablando con la gente que trabajaba en la producción. Simplemente asumí que sabían que era yo, pero pensaron que era una extraña”.
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