¿Quién lo hizo? Entre navajas y secretos actualiza el policial de enigma
"¿Quién lo hizo?". En esa pregunta se basa un género literario que luego se convirtió también en cinematográfico: el whodunit. Todo lo que sucede en estas historias apunta a contestar ese interrogante: la identidad del asesino. La respuesta suele tenerla un detective con un estilo algo excéntrico y un inusual talento para descubrir el detalle mínimo que señala indefectiblemente quién de entre un número variable de sospechosos –todos ellos con motivos plausibles para querer deshacerse de la víctima– es el culpable. Entre la pregunta y la respuesta se desarrolla un juego en el que autor del relato intenta hacerle creer al lector/espectador que le está dando las pistas necesarias para que pueda resolver el enigma, mientras éste intenta ganarle de mano adivinando la solución antes de verla en pantalla.
La emoción del juego y el suspenso convirtieron a este tipo de historias en ideales para ser adaptadas al cine y mucho tiempo después a la televisión. Sherlock Holmes, el detective infalible creado por Arthur Conan Doyle, tuvo numerosas y diversas encarnaciones en la pantalla grande y chica (la más reciente de las cuales, en el cuerpo de Benedict Cumberbatch), al igual que el padre Brown, el sacerdote investigador creado por G.K. Chesterton. Pero entre todos los ejemplos de novelas policíacas clásicas adaptadas al cine y la televisión, las escritas por Agatha Christie parecen ser de las preferidas por productores, guionistas y directores. Algo bastante lógico si se tiene en cuenta que la prolífica escritora, nacida en el Reino Unido en 1890, es una de las más leídas en todo el mundo.
Rian Johnson, que escribió y dirigió películas originales como Brick y Looper antes de hacerse cargo de parte de la franquicia de Star Wars con El último Jedi, se cuenta entre aquellos fanáticos de la escritora inglesa que consideran que su tipo de narraciones tienen lo necesario para poder ser convertidas en films fascinantes. A pesar de esto, Johnson no eligió adaptar uno de los títulos de Christie sino que tomó su obra como guía para hacer Entre navajas y secretos, una película que es parte homenaje y parte reinvención del género, que se estrena hoy en los cines argentinos.
"Si el género del policial clásico se siente un poco polvoriento y pintoresco es sólo porque estamos acostumbrados a ver adaptaciones de Agatha Christie–dijo Johnson en una entrevista con el diario The Guardian–. Para que quede claro, amo a Agatha Christie. Lo que quiero decir es que las adaptaciones de su trabajo en general son películas de época. Es muy fácil ver las que están basadas en la obra de la autora y pensar que son clásicos cuando, en realidad, ella estaba escribiendo para su presente. Ella estaba comprometida con la cultura de su época".
Con esta idea en mente, el guionista y director creó una historia contemporánea, aunque tiene como escenario una mansión antigua, que contiene todos los elementos conocidos y apreciados por los seguidores del género pero tratados con conciencia de su carácter de cliché, además de tener casi tantas vueltas de tuerca sobre estos tópicos como las tiene la trama.
Sin revelar los secretos de la película, se puede decir que hay una duda sobre el aparente suicidio del escritor de novelas de misterio Harlan Thrombley; un grupo de sospechosos, conformado por sus hijos, nietos y enfermera; y un detective con un acento extravagante, supuestamente del sur de los Estados Unidos, llamado Benoit Blanc, que es un perfecto homenaje al famosísimo Hércules Poirot, el detective belga (¡no francés!), creado por Christie.
Siguiendo la tradición de las novelas de la escritora inglesa llevadas al cine, en Entre navajas y secretos los personajes son interpretados por actores muy reconocidos y de inmenso talento, tal como sucedió, por ejemplo, en las adaptaciones de la década del 70 de Muerte en el Nilo, en la que Peter Ustinov encabezaba un elenco que incluía a Bette Davis, Jane Birkin, Mia Farrow, David Niven y Maggie Smith; y Asesinato en el Expreso de Oriente, en la que Albert Finney tenía el rol de Poirot y estaba acompañado por Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave y Sean Connery, entre otros.
La versión de 2019 de estos elencos de estrellas tiene a Christopher Plummer como el patriarca Thrombley; sus hijos Linda y Walt están encarnados por Jamie Lee Curtis y Michael Shannon; su yerno es interpretado por Don Johnson y su nuera por Toni Colette; sus nietos son Chris Evans y Katherine Langford; uno de los detectives de la policía es el ascendente LaKeith Stanfield y la enfermera, Ana de Armas, quien se hizo conocida por Blade Runner 2049 y otros films pero se consagra aquí y prueba su química con Daniel Craig, quien hace el papel del investigador Benoit Blanc (y con quien también trabaja en el nuevo film de James Bond, Sin tiempo para morir).
La acción se desarrolla alrededor de la mansión Thrombley, cuya construcción y objetos están inspirados en los ambientes de las historias de Christie, quien siempre favoreció los espacios cerrados donde los sospechosos quedan atrapados a merced de las conjeturas del detective. Como para que no se le pase por alto a ningún espectador la idea de que Johnson pensó el espacio en relación a los clásicos del género, hay una escena en la que uno de los detectives compara la mansión con el tablero de Clue, aquel juego de mesa en el que los participantes deben averiguar quién cometió el crimen, con qué arma y en qué habitación de la casa.
Este juego de mesa tuvo su adaptación al cine en 1986, dirigida por Jonathan Lynn y con guión de John Landis (director de Los hermanos caradura y Un príncipe en Nueva York), que parodiaba al género. La leyenda indica que en la escritura del film participaron también Stephen Sondheim y el dramaturgo Tom Stoppard, pero nada de esto sirvió para llevar público a las salas a la hora de su estreno. La película, sin embargo, se convirtió en objeto de culto tras su edición en video y actualmente hay un proyecto para hacer una nueva Clue, en el que están involucrados Ryan Reynolds como productor y Jason Bateman como director.
La parodia al policial clásico tiene su encanto pero también sus limitaciones, dadas por tratarse de comentarios humorísticos sobre los lugares comunes del género sin novedades que lo revitalicen, como lo comprueban la propia Clue o Crimen por muerte. Este film, dirigido por Robert Moore y escrito por Neil Simon, tiene una divertida premisa en la que se comete un asesinato en una reunión de varios detectives famosos, todos evidentes homenajes a figuras del género como Poirot, Miss Marple o Sam Spade (aunque este pertenezca a la novela negra). El elenco es tan impresionante como el de las adaptaciones de Christie, con nombres como Peter Sellers, Peter Falk y Truman Capote; en algunos casos directamente comparten actores, como David Niven y Maggie Smith.
Lo notable de Entre navajas y secretos es que su comedia aprovecha los clichés del género y establece un complicidad con el espectador que lo conoce, sin agotarse en eso. Por cada monólogo barroco de Benoit á la Poirot y un clip de la serie Reportera del crimen, con Angela Lansbury, hay también una vuelta de tuerca imprevista y se cuela una idea sobre un tema actual.
Johnson explicó en un podcast de Vanity Fair que para él no se trataba sólo de trabajar dentro de un género que ama sino de utilizarlo para poder hablar de temas que le interesan, como la inmigración. El anclaje en un tema le permite ir más allá de la parodia pero su interés genuino por el género también le permite hacerle algunos cambios y poder sumergir a un espectador actual en el misterio, sin que adivine todo lo que va a suceder ni pierda interés. Compararla con la poco satisfactoria versión que Kenneth Branaghhizo hace tres años de Asesinato en el Expreso de Orientepermite entender que Entre navajas y secretos tiene los ingredientes necesarios para traer el género al siglo XXI.
Si hay algo que se respeta en el film de Johnson es la clave del policial clásico, la idea de que en el centro de todo está la inteligencia como el arma esencial del detective. Desde Holmes, el talento máximo de los protagonistas de los policiales es el razonamiento, y Benoit Blanc sigue esa tradición, exagerada a niveles ridículos para lograr un efecto cómico. Primero, está la observación, de personas y detalles; luego, la capacidad de leerlos en el contexto del crimen cometido y llegar a la conclusión. Si la pregunta sobre quién lo hizo es el comienzo obligado del policial clásico, la revelación de la verdad por parte del detective es el final necesario.
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