¿Qué veo? El increíble Burt Wonderstone, un pase de magia para celebrar los 60 años de Jim Carrey
En esta incomprendida comedia de 2013, que nunca llegó a los cines de la Argentina, el actor canadiense regresa al tipo de personaje que le dio en el comienzo de su carrera fama y popularidad, antes de caer en un prolongado ocaso
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El lunes 17 Jim Carrey cumplió 60 años y todavía hay profundos desacuerdos sobre cuál es su verdadera identidad. Las polémicas abiertas sobre las características de su personalidad como actor, el camino que llevó adelante en el cine y el aporte que hizo a la evolución de la comedia no variaron demasiado respecto de lo que se decía de él cuando empezó a hacerse famoso, en la década del 90.
A partir del descubrimiento de El increíble Burt Wonderstone (The Incredible Burt Wonderstone), una incomprendida comedia de 2013 dirigida por Dan Scardino que nunca se estrenó en los cines de la Argentina y fue un sonoro fracaso de crítica y de público en los Estados Unidos, encontramos de nuevo el impulso para preguntarnos con cuál Jim Carrey finalmente nos quedamos. ¿Con el histriónico e hiperactivo fabricante de morisquetas y expresiones faciales que muchas veces pone al servicio de una comicidad sin vuelo? ¿O con el actor que desaparece por completo para asumir con una intensidad pocas veces vista la vida interior de algunos de sus mejores personajes?
Al personaje secundario que Carrey interpreta en El increíble Burt Wonderstone le tocó, como la película entera, pasar en su momento casi completamente inadvertido. Sería injusto que así ocurriera. Seguramente quedará relegado frente a otras apariciones en el cine (curiosamente ajenas a su terreno original, el de la comedia) de las que siempre se habla: The Truman Show, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y sobre todo El mundo de Andy, la conmovedora personificación del hoy casi olvidado Andy Kaufman.
Esta última película fue el disparador de uno de los grandes documentales sobre Hollywood que se hicieron en los últimos años, Jim y Andy (2017), de Chris Smith, disponible en Netflix, en el que se traza un admirable paralelismo entre la evolución de la carrera del actor y este papel que adquiere una significación notable, sobre todo por el modo en que Carrey “desaparece” durante el rodaje de El mundo de Andy y deja que Kaufman (fallecido en 1984, con apenas 35 años) ocupe su lugar en un ejercicio de posesión artística extrema. Muchos se preguntan todavía hoy cómo Carrey, un astro de cine que en su momento de mayor éxito llegó a ganar 20 millones de dólares por película, llegó a esa instancia. De hecho, fue la primera figura de Hollywood en hacerlo.
Pasó mucho tiempo desde entonces (El mundo de Andy es de 1999) y la carrera en el cine del canadiense experimentó unos cuantos saltos, algunos tan extremos como el episodio que acabamos de narrar. La mayoría de ellos (sumados a algunos episodios muy controvertidos e ingratos de su vida personal) afectaron notoriamente la estrella de Carrey y fueron derrumbando progresivamente su trayectoria, hasta convertirlo en cierto momento en un marginado de la industria.
Hay que verlo en Amores caníbales (The Bad Batch, 2016, disponible en Netflix) para comprobarlo. En esta tragicomedia negrísima, ambientada en un mundo distópico que naturaliza entre otras cosas el canibalismo, Carrey aparece en la mitad de la trama, casi irreconocible, arrastrando un carrito de supermercado y con estampa de homeless, en medio del desierto y bajo un sol abrasador. Esa aparición como una persona que parece estar completamente completamente fuera del mundo, inclusive dentro de esa realidad posapocalíptica, tiene un enorme poder simbólico.
Tres años antes, decidió sumarse al elenco de El increíble Burt Wonderstone como si se tratara de un regreso a las fuentes. Carrey es aquí la contrafigura del protagonista, cuyo nombre (artístico) le da título a la película. Wonderstone (Steve Carell) es un chico solitario, introvertido y víctima del bullying cuya vida cambia desde que recibe como regalo de cumpleaños un set con los trucos de magia del legendario Rance Holloway (Alan Arkin). Junto a su único amigo de la infancia Anton Marvelton (Steve Buscemi), el arrogante Wonderstone se convierte en una estrella del ilusionismo y su show en Las Vegas es la gran atracción del hotel manejado por uno de los magnates locales (James Gandolfini, en una de sus últimas apariciones).
Todo parece ir sobre ruedas hasta que aparece en el camino de Wonderstone un histriónico “mago callejero” dispuesto a poner el cuerpo (dicho esto en el más estricto sentido del término) al servicio del ilusionismo. Es aquí donde aparece en la historia Jim Carrey con un personaje llamado Steve Gray, que tiene melena de rockero, el torso casi siempre desnudo, aires de superioridad y una fisonomía asociada inmediatamente al retrato auténtico del exitoso y mediático ilusionista Criss Angel.
Carrey vuelve aquí con leves variantes a su personaje de siempre, el que lo lanzó a la fama y le dio enorme popularidad en los comienzos de su carrera, gracias a La máscara y Ace Ventura, entre otros títulos. Lo vemos de nuevo con un dominio total de las expresiones faciales y la expresión entre fanfarrona y tonta de quien supuestamente se las sabe todas.
Lo explica muy bien Ezequiel Boetti en el capítulo dedicado a Carrey de su ensayo sobre la Nueva Comedia Americana publicado en 2018 por Paidós, dentro de la colección Cine Pop. “Si en la cara hay cuarenta músculos, él movía cuarenta y uno. Esa capacidad de torsión le dio una virtud caricaturesca que supo explotar mediante una lógica de comportamiento anárquico digna de la mejor escuela del dibujo animado”, señala en ese libro.
Para Boetti, El increíble Burt Wonderstone es la última gran comedia de Carrey, fugaz reivindicación después de una larga serie de fracasos artísticos y problemas personales. “Se lo ve más calmo y reposado, con una gestualidad extrema aunque controlada, al servicio de la película y no al revés”, agrega. Fue un reconocimiento que llegó mucho tiempo después, porque en el momento de su estreno la película no respondió a las expectativas. Para colmo, en 2015 una exnovia de Carrey, la maquilladora Cathriona White, murió víctima de una sobredosis. Las consecuencias para el actor fueron devastadoras.
Hubo que esperar bastante para que Carrey volviera a los primeros planos. Lo ayudaron mucho en los últimos tiempos su personificación de Joe Biden en Saturday Night Live y una reaparición exitosa en el cine de la mano del villano de Sonic, híbrido entre la animación digital y los personajes de carne y hueso que espera para este año el estreno de su segundo largometraje. Carrey volvía a sentirse en su lugar natural: el personaje parecía salido de alguna aventura dibujada.
En 2017 Carrey volvió a su país natal para recibir en Montreal un premio a la trayectoria. Se lo entregó uno de los reyes de la Nueva Comedia Americana, el guionista y director Judd Apatow, que recordó haber sido testigo de los primeros pasos de Carrey en los clubes de comedia canadienses a fines de la década de 1980 y comienzos de la siguiente. “Subía al escenario todas las noches e improvisaba todo su set. Su objetivo era no repetir ni una sola línea de cualquier otra noche. Fue lo más divertido que he visto en toda mi vida”, dijo Apatow.
Elogiado y menospreciado en igual proporción, Carrey admitió más de una vez que no está dispuesto a optar por la comedia o por el drama. “Todo es cuestión de creatividad. A veces soy serio, a veces cómico. No corresponde separar las dos cosas, porque vienen del mismo lugar. No prefiero a una sobre la otra. Las comedias están hechas en el cine por gente que sufre, destinadas a espectadores que también sufren. Cualquier forma de expresión puede partir de algo doloroso”, dijo una vez. La frase es toda una síntesis de la vida y la carrera de un actor que a toda velocidad acaba de llegar a los 60 años.
El increíble Burt Wonderstone está disponible en HBO Max
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