¿Qué veo? De Gremlins a Krampus, cinco películas sobre celebraciones navideñas que salieron mal
Los clásicos del subgénero de las Fiestas suelen destacar la esperanza y el amor y las buenas intenciones renovadas por las familias en estas fechas, pero el horror de las reuniones y la presión por llevarse bien a toda costa también han dado grandes films disponibles en streaming
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Las películas navideñas forman parte de las tradiciones de las fiestas tanto como los regalos a la medianoche o la ensalada rusa y el vitel toné. Su amplio repertorio incluye títulos que ya son clásicos, como ¡Qué bello es vivir! (1946), de Frank Capra, y otros que no faltan en la programación de fin de año de cualquier canal de TV, como Realmente amor (2003), de Richard Curtis.
Si bien muchas de ellas intentan transmitir un mensaje de optimismo, lo cierto es que hay muchas otras que hacen hincapié en algunos de los mayores desafíos que enfrenta una persona durante los últimos días de diciembre. Estos van desde sobrevivir a la soporífera fiesta de fin de año de la empresa hasta la obligación de convivir civilizadamente con la familia ampliada durante la cena, evitando a toda costa la posibilidad de tener un exabrupto.
Más allá de lo edificantes que pueden resultar muchas películas navideñas y de su aporte a la tan necesaria catarsis de fin de año, quizá no haya mayor consuelo que el que brindan las historias sobre fiestas en las que todo sale mal. A fin de cuentas, ¿alguien logró realmente alguna vez que su Nochebuena sea una “noche de paz y de amor, en la que todo duerme en derredor” (incluidos los vecinos)? A continuación, un repaso por cinco películas sobre Navidades en las que nada resultó como se lo esperaba, sino peor.
Pelea antes de Navidad, de Becky Read (2021)
En los Estados Unidos hay un ciudadano, Jeremy Morris, al que un tribunal federal le prohibió utilizar decoraciones navideñas en su hogar. La sola idea parece insólita, pero el documental de Becky Read va reconstruyendo cronológicamente el enfrentamiento entre este hombre y sus vecinos del barrio de West Hayden, Idaho, que terminó en esta decisión judicial. El problema comenzó cuando Morris, abogado y fanático de la Navidad, se compró una casa en ese tranquilo barrio arbolado con la intención de repetir allí un gran evento navideño benéfico que había llevado a cabo el año anterior. La sola intención encendió las alarmas de sus nuevos vecinos, que sabían que la fiesta había convocado en su primera edición a miles de personas e incluido un camello y un coro de 35 cantores. Y luego estaba el tema de las luces: al igual que Buddy, el molesto vecino interpretado por Danny De Vito en la comedia navideña de 2006 Deck the Halls o el entusiasta padre de familia Clark Griswold (Chevy Chase) de Vacaciones de Navidad (1989), Morris recubrió su casa de luces encandilando a cuanto vecino pasara a su lado (y ganándose para siempre el apodo de “Clark Griswold”). El tema es que esto sucedió en los Estados Unidos y lo que en gran parte del mundo no habría sido más que una típica pelea de consorcio o barrio privado, con sus pequeñas miserias y cruce de cartas documento, derivó en una enorme batalla mediática y judicial. No llevó mucho tiempo para que el conflicto involucrara el uso de armas en “legítima defensa” y convocara a grupos de ultraderecha. Más allá del contexto navideño de esta historia, el problema de fondo es universal y refleja la muy actual tensión entre el individualismo a ultranza y la necesidad de convivir con los demás. Disponible en Apple TV.
Fiesta de Navidad en la oficina, de Josh Gordon y Will Speck (2016)
Los directores de Patinando a la gloria (2007) ambientan su pesadilla navideña en las oficinas de Zenotec, una empresa de software dirigida por un rico e inútil heredero, Clay Vanstone (T.J.Miller) con la ayuda de su eficiente CEO, Josh Parker (Jason Bateman). Poco antes de la Navidad, llega a la ciudad la hermana de Clay, Carol (Jennifer Aniston, muy bien en el papel de fría mujer de negocios), dispuesta a dejar a todos en la calle. Los recortes que propone son tan brutales que los obliga a cancelar incluso la modesta recepción de fin de año que tenía previsto organizar la jefa de personal, Mary (la siempre efectiva Kate McKinnon), una mujer rígida y estructurada que persigue a las secretarias que lucen escotes pronunciados. La única salvación posible parece ser venderle una idea revolucionaria desarrollada por una de las programadoras, Tracey (Olivia Munn) a otra empresa. Y para lograrlo, Clay, Josh y Tracey no tienen mejor idea que organizar una fiesta de Navidad descomunal para agasajar a su representante y convencerlo de que firme con ellos. La comedia funciona, sobre todo porque logra reflejar bastante bien (exagerándolo, claro) el potencial descontrol que puede desatarse en un evento así cuando empleados acostumbrados a interactuar solo laboralmente se ven expuestos a litros de alcohol (y a otras sustancias), dejando las inhibiciones de lado. Parte de la gracia reside también en ciertos estereotipos de oficina bien definidos: el negativo que siempre se queja de todo, el geek que se inventa una novia despampanante para impresionar a sus colegas, el recatado que revela estrambóticas fantasías sexuales y la jefa estricta que termina bailando con más entusiasmo que el resto. Quizá la mayor originalidad de esta película, un producto bastante típico de la nueva comedia americana, consista en cruzar el subgénero de películas acerca de fiestas que se salen de cauce (con títulos como La fiesta inolvidable y Despedida de soltero) con la tradición navideña. Disponible en Movistar Play, Apple TV y Google Play.
Krampus, el terror de la Navidad, de Michael Dougherty (2015)
Este film dirigido y coguionado por Michael Dougherty apela en un principio al viejo fantasma de tener que pasar las Navidades con una familia con la que no se comparte más que el apellido, para revelar poco después que el verdadero horror se encuentra puertas afuera. Todo comienza cuando llegan a casa de Sarah (Toni Colette) y su esposo Tom (Adam Scott) la hermana de ésta, Linda, y su esposo Howard. Las dos familias no podrían ser más distintas. Mientras los primeros son una típica pareja de profesionales estadounidenses progresistas con dos hijos y una casa impecable en los suburbios, Linda y Howard son fanáticos de las armas, descreen del cambio climático, tienen cuatro hijos y prefieren los hot dogs al salmón gravlax que sirve Sarah. Por si fuera poco, llegan acompañados de la poco simpática tía Dorothy (Conchata Ferrell, la ama de llaves de la serie Two and a Half Men). Mientras adultos y niños intercambian palabras como dardos, una fuerte tormenta de nieve se abate sobre el vecindario y los deja incomunicados, sin luz ni calefacción. Pero eso no es todo: cuando salen a buscar ayuda, comienzan a ser cazados salvajemente por el Krampus, una enorme presencia demoníaca con pezuñas y garras. La única que parece comprender lo que está pasando es la madre de Tom, Omi, que por su origen alemán está familiarizada con el monstruo navideño. La película de Dougherty retoma esta leyenda de la región alpina y el este de Europa, según la cual el Krampus es una suerte de doppelgänger de San Nicolás que castiga mientras el otro regala, explotando esta dualidad intrínseca de las Navidades. A fin de cuentas, todo lo que tienen de adorable sus tradiciones puede ser considerado también atemorizante, ¿o no lo es, acaso, que un desconocido irrumpa sigilosamente en las casas a la medianoche acompañado por un grupo de duendes? De la misma forma, la historia oscila entre el terror y la comedia, con algunos momentos hilarantes que los amantes de las películas con muñecos diabólicos como Chucky sabrán apreciar, como cuando la familia debe hacer frente a un puñado de maliciosas galletas de jengibre, una agresiva muñeca de porcelana alada y un payaso asesino. Ante la amenaza, la parentela no tendrá más opción que unir fuerzas, lo cual convierte esta película en un bienvenido manifiesto antigrieta familiar poco antes del brindis de las doce. Disponible en Netflix, Apple TV, Google Play.
Vacaciones en Navidad, de Jeremiah S. Chechik (1989)
Si hay algo que vuelve tan entrañable al personaje de Clark Griswold (Chevy Chase) es su optimismo a prueba de balas y su firme deseo de que los proyectos que emprende en familia -léase vacaciones- se concreten tal cual los imaginó. Algo que cualquier padre/madre sabe que nunca es así: la distancia que separa las vacaciones soñadas de las posibles es siempre más grande que el amor que une a los integrantes del clan. Vacaciones de Navidad fue la última entrega de esta trilogía escrita por John Hughes, el hombre detrás de películas clave de los 80 como El club de los cinco (1985) y Mejor solo que mal acompañado (1987). Mientras en la primera, Vacaciones, de 1983, dirigida por Harold Ramis, Clark emprendía un accidentado viaje en coche junto a su esposa Ellen (Beverly D’Angelo) y sus hijos Audrey y Rusty desde Chicago a California para visitar el parque temático Wally World (y, entre otras cosas, terminaban transportando a una tía muerta en el techo del auto), en la segunda, Vacaciones en Europa, de 1985, esta típica familia estadounidense emprendía viaje al Viejo Continente. Una vez más, la efectividad cómica de este film dirigido por Amy Heckerling residía en la voluntad inquebrantable de Clark y su forma consumista de hacer turismo (recorriendo, por ejemplo, un museo con 10.000 obras de arte en diez minutos o creyendo que vestirse con trajes tradicionales de cada país lo ayudaría a mimetizarse). A diferencia de las dos primeras entregas, en Vacaciones en Navidad los Griswold no necesitan salir de casa para que todo salga mal. Desde parientes indeseables que les vacían la letrina de su motorhome en el patio hasta una ardilla voladora que sale disparada del árbol de Navidad atemorizando a los presentes, la película es una sucesión de gags que profundizan en la idea de que el american way of life tiene también su reverso oscuro. Chevy Chase, especialista en la deadpan comedy, supo brillar en estas tres películas como ese padre de familia que atravesaba impávido las peores desgracias con tal de que a sus hijos y a su esposa no se les aguaran las vacaciones. Si bien filmó muchas exitosas comedias entre fines de los 70 y fines de los 80, como Juego sucio (1978), las dos Fletch (1985 y 1989) o ¡Los tres amigos! (1986), este hombre surgido del semillero de Saturday Night Live es hoy en día apenas conocido para las nuevas generaciones. Disponible en Apple TV, Movistar Play, HBO Max, Amazon Prime Video y Google Play.
Gremlins, de Joe Dante (1984)
Esta película dirigida por Joe Dante y producida por Steven Spielberg llegó a las pantallas de cine para recordarle al espectador que nunca es una buena idea regalar una mascota para Navidad. Y menos aún si se trata de un mogwai, un espécimen exótico que se reproduce de forma descontrolada en contacto con el agua y cuya crías se transforman en gremlins, unas bestias maliciosas y parranderas, cuando se las alimenta después de la medianoche. El film comienza en la víspera de Navidad, cuando un inventor de cosas inútiles entra en una tienda del Barrio Chino para comprarle un regalo a su hijo, Billy (Zach Galligan), y se lleva de ahí al dulce mogwai, un bichito cantarín con algo de perro, de gato y de mono tití. Billy lo recibe encantado y lo bautiza Gizmo. Sin embargo, la adorable mascota se convierte pronto en un problema cuando se moja y termina llenando el pueblo de bichos salvajes. La ola de desenfreno es liderada por un gremlin de cresta llamado Rayita quien, como adueñándose de la consigna rockera “rompan todo”, avanza por el barrio con sus secuaces sembrando el terror entre los vecinos mientras estos cuelgan calcetines de la chimenea y entonan villancicos. Casi 50 años después de su estreno, Gremlins sigue siendo garantía de carcajadas gracias al genial guion de Chris Columbus (director de otro clásico navideño como Mi pobre angelito) y el increíble trabajo de Chris Walas, quien creó las marionetas robotizadas (animatronics) para la película. Uno de los méritos del guion es que se atrevió al desborde, sin preocuparse por la corrección política: los gremlins son sádicos, fuman y hasta hay uno exhibicionista. Incluso hay varios momentos de crueldad extrema, como la escena en la que la madre de Billy hace frente a las psicóticas criaturas en la cocina de su casa, acuchillando a uno sobre la mesada, haciendo estallar a su compañero como un huevo crudo en el microondas y desmenuzando a otro en la licuadora. Al parecer, el guion original era aún más brutal e incluía una escena en la que los gremlins atacaban un McDonalds y se comían a los clientes. Sin embargo, esta crueldad nunca es gratuita, sino que está al servicio del humor desbocado que distingue a la película. En 1990, Gremlins tuvo una secuela aún más desenfrenada, Gremlins 2: La nueva generación, mientras se prepara una precuela animada acerca del origen de estas criaturas ambientada en China, Gremlins: Secrets of the Mogwai, que se estrenará por HBO Max. Disponible en Netflix, Amazon Prime Video, HBO Max, Movistar Play, Apple TV y Google Play.
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