¿Qué veo? Cinco películas sobre mundos virtuales para ver después de Matrix resurrecciones
La llegada de Matrix Resurreciones confirma que, en la era de las redes sociales y la “grieta” entre distintas tribus que viven entre realidades irreconciliables, los films que cuestionan la naturaleza de nuestro mundo están más vigentes que nunca
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Para 2003, Matrix y sus muy exitosas aunque inferiores secuelas -Matrix recargado y Matrix revoluciones- habían llevado al público general una pregunta que solía ser más frecuente en cursos iniciales de filosofía o en conversaciones de trasnoche: “¿cómo sabemos que el mundo es real?”. En ese mismo año, haciéndose eco y, a la vez, contribuyendo al interés sobre este tema, el filósofo de la Universidad de Oxford Nick Bostrom publicó un influyente ensayo titulado con una pregunta similar ¿Está usted viviendo en una simulación?, que enhebraba con estricta lógica una argumentación aterradora: si en algún momento de la historia humana se hace posible crear simulaciones indistinguibles de la realidad entonces, por mera estadística, es casi seguro que ahora mismo vivimos en una.
El reciente documental A Glitch in the Matrix (aun no disponible en la Argentina) de Rodney Ascher, presenta a un grupo de personas que cree firmemente que no somos más que un montón de electrones en una computadora. Aunque sus argumentos no son del todo consistentes, su convicción es tan intensa que tiene consecuencias trágicas para al menos una de ellas. ¿Qué lleva a la gente a pensar de este modo? En verdad, no se trata de algo mucho más esotérico que otras ideas que sostenemos. La noción de que vivimos en una realidad manufacturada ofrece perspectivas y consuelos similares a las narrativas religiosas: un creador, trascendencia, una motivo para la existencia. Nuestro habitual narcisismo, además, apuntala ese pensamiento: el mundo fue construido exclusivamente para nosotros y solo unos pocos elegidos, más lúcidos que el resto, sabemos la verdad. Es la teoría conspirativa perfecta.
Aunque la idea de una realidad simulada se puede rastrear hasta la alegoría de la caverna de Platón, fue el escritor norteamericano Philip K. Dick quien, en sus ficciones paranoicas, moldeó este concepto tal como lo entendemos en la actualidad: un plan de dominio, una estrategia de control corporativo o estatal sobre los individuos. Con el redescubrimiento de su obra tras el éxito de El vengador del futuro (1990), se volvió uno de los autores más influyentes en el cine de ciencia ficción, al punto de que es un personaje de la saga Matrix (“el arquitecto”, el creador de la matriz). Inspirado en la obra de Dick y en el brevísimo cuento “Del rigor de la ciencia” de Borges, el filósofo Jean Baudrillard desarrolló su teoría del simulacro, que describe cómo los medios audiovisuales reemplazaron la experiencia directa y terminan por referirse solo a sí mismos, creando mundos particulares que ya cercenaron todo lazo con lo real. Este proceso es más visible que nunca en la era de las redes sociales, que hacen que cada una de sus tribus viva en una realidad autónoma e irreconciliable con las demás. Tal estado del mundo (y a la aparición de Matrix resurrecciones, a casi 20 años del la última entrada en esta saga, entre varios otros films) vuelve a abrir el debate acerca de qué constituye nuestra realidad. A continuación, algunas de las películas que, de modo más ingenioso y dentro de los géneros populares, se hicieron esta pregunta metafísica.
El vengador del futuro (1990)
Aunque Philip K. Dick ya había tenido una primera adaptación cinematográfica en Blade Runner (basada muy libremente en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), el fracaso comercial de la película hizo que solo el pequeño grupo que eventualmente la convirtió en una obra de culto tomara nota de la contribución del escritor, quien había fallecido poco antes del estreno. Recién en 1990, con el éxito de El vengador del futuro, dirigida por el inagotable Paul Verhoeven y basada en el cuento “Podemos recordarlo todo por usted”, Dick se convirtió en una propiedad intelectual codiciada por el cine. En el film, ambientado en el futuro cercano, una empresa ofrece un implante de recuerdos manufacturados: en lugar de tomar vacaciones, cualquiera puede comprar un recuerdo y ahorrarse el tiempo y los disgustos del viaje. Tal cosa decide Douglas Quaid, un obrero de la construcción interpretado por Arnold Schwarzenegger, quien adquiere una aventura como un espía en Marte e, inmediatamente, empieza a experimentar persecuciones, peleas fatales y se descubre que tiene una doble identidad. ¿Está viviendo la fantasía por la que pagó o, en efecto, Quaid es un espía invencible que empieza a recordar su verdadera personalidad? Verhoeven aporta su irreverencia y humor negro habituales a este film que es, fácilmente, uno de los tres mejores de la carrera de su estrella. La remake de 2012 protagonizada por Colin Farrell incorporó cambios que no tenían sentido y fue merecidamente olvidada. Disponible en Apple TV+.
The Truman Show (1997)
Este film de Peter Weir está basado en un guión original de Andrew Niccol (Gattaca), que tiene una muy extensa deuda no reconocida con la novela Tiempo desarticulado (1959) de Philip Dick. En la novela, como en el film, un personaje empieza a sospechar que hay algo inefablemente extraño en su existencia e intenta abandonar el pueblo en el que vive. A diferencia de otros relatos similares, el mundo del protagonista no es una simulación de computadora sino una recreación como la de un estudio de TV o de cine, poblado de actores que interpretan un rol para su exclusivo beneficio. En este punto, los relatos igualmente paranoicos de la novela y la película toman distancia. Truman, en verdad, es el involuntario protagonista de un reality show seguido por una audiencia global. El reality era un formato novedoso a fines de los años 90 (Gran Hermano llegó un año después de este film) y fue considerado lo suficientemente aberrante como para dedicarle esta extensa crítica, centrada en cómo postergamos nuestra propia vida por ver la vida de otros en la pantalla. Disponible en Paramount+ y HBO Max.
El piso 13 (1999)
Esta película se estrenó en 1999 y fue opacada por el impacto que provocó Matrix ese mismo año. Ambas tocan un problema idéntico: un grupo de personajes que descubren que están atrapados en un mundo virtual. La historia está tomada de la novela Simulacron 3, de Daniel Galouye, publicada en 1964 y que ya había tenido una primera adaptación encarada, insólitamente, por Rainer Werner Fassbinder en su película para televisión de 1972 Welt am Draht (o “World on a Wire”, no disponible en la Argentina). La película norteamericana, dirigida por el alemán Josef Rusnak y producida por el también alemán Roland Emmerich (quienes probablemente hayan descubierto el libro a través de la versión de Fassbinder) se toma mayores libertades con la novela y comienza como un neo-noir para luego revelar otros mundos, y otros géneros, como un juego de cajas chinas. Aunque realizada con más dinero y mejor diseño de producción, la película es menos cautivante que la de Fassbinder porque elige un camino opuesto: en lugar de presentar anomalías que llevan a los personajes, y a los espectadores, a cuestionarse de modo paranoico la naturaleza de su realidad, muestra realidades perfectamente consistentes hasta que se prueba sorpresiva y contundentemente que no lo son. Disponible en HBO Max y Movistar Play.
Inception: el origen (2010)
Este film de Christopher Nolan pertenece al subgénero “atraco a una caja de seguridad inviolable”, con la diferencia de que la caja de seguridad está en el inconsciente de uno de los personajes. Mediante una máquina a la que no se le dedica ni una línea de explicación, una banda de expertos liderada por Leonardo DiCaprio debe ingresar al subconsciente del heredero de una corporación global para implantar allí la idea de dividirla, lo que beneficiaría a sus competidores. La realidad del inconsciente no se parece demasiado a los sueños sino a la de una película de acción de alto voltaje, como es este film, de modo que ni los personajes ni los espectadores jamás saben exactamente dónde están –si en la vigilia o el sueño– y si el que pasa por el mundo real efectivamente lo es. Como siempre, Nolan elige una estructura excesivamente compleja para contar su historia (sueños dentro de sueños dentro de sueños) pero que en este caso no deja de ser efectiva. Disponible en HBO Max, Apple TV+ y Google Play.
Free Guy (2021)
Este film de Shawn Levy, escrito por Zak Penn y Matt Lieberman, hace con los videojuegos lo que The Truman Show había hecho con la televisión. Guy (Ryan Reynolds) es un empleado bancario que vive en el mundo idílico de Free City, donde todos parecen uniformemente felices. Su existencia, sin embargo, es un poco monótona, al punto de que obedece los gritos de un ladrón de bancos con la despreocupación y el desgano de quien hace ejercicios. El peor delito en este sitio parece ser apartarse de la rutina establecida. Aunque Guy no percibe nada anómalo en su vida, para los espectadores pronto queda claro que se trata de un “personaje no jugable” en un videojuego particularmente violento. La película se divierte con las convenciones de su rubro del mismo modo en que lo hacía El último gran héroe (1993), el primer guión de Penn, en el que los protagonistas de películas de acción también empezaban a darse cuenta de la verdad de su circunstancias. Como Truman, aquí Guy comienza a sentirse incómodo en su existencia programada y se atreve a romper las reglas de su mundo hasta descubrir su naturaleza. La película es una comedia de acción con un grado de ingenio superior al que acostumbra el género y también con la sensibilidad suficiente para instar a los espectadores a tomar el control de la propia vida. Disponible en Star+.
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