¿Qué veo? Argo, la historia real de un rescate increíble que ganó un Oscar anunciado desde la Casa Blanca
Dirigida y protagonizada por Ben Affleck a partir del caso de la crisis de los rehenes de 1979 en Irán, ganó en 2013 el premio a la mejor película y la encargada de revelarlo fue Michelle Obama.
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Con Mila Kunis en el escenario como presentadora de uno de los segmentos de la ceremonia y toda la comunidad de Hollywood unida en el respaldo y la solidaridad hacia el país natal de la actriz, Ucrania, podemos vislumbrar para el domingo 27 una noche de Oscar con la actualidad más urgente como fondo y una presencia política insoslayable, todo dentro de una velada en la que el mayor protagonista será el regreso a la normalidad de una gran fiesta presencial del pequeño gran mundo de Hollywood.
Casi una década atrás, a fines de febrero de 2013, el Oscar fue mucho más político. Nada menos que a Michelle Obama, por entonces primera dama y esposa de un presidente con la que se sigue identificando la inmensa mayoría de la comunidad hollywoodense, le tocó anunciar desde el Diplomat Room de la Casa Blanca junto a Jack Nicholson el premio más importante de ese año. La película ganadora fue Argo, el extraordinario tercer opus como director de Ben Affleck, después de las no menos logradas Desapareció una noche y Atracción peligrosa. Affleck, también productor y protagonista, recibió el premio junto a los otros dos productores del film: George Clooney y su eterno socio Grant Heslov.
Una de las muchas maneras de ver esta magnífica obra es, por supuesto, la política. La trama de Argo se inspira en hechos reales bastante conocidos que ocurrieron en 1979, durante el episodio que se conoció como “crisis de los rehenes”, en medio de un enfrentamiento entre Irán y Estados Unidos. Frente a una situación dramática, un hábil y arriesgado negociador de la CIA tratará de salvar las vidas de seis diplomáticos y empleados de la embajada estadounidense en Teherán, refugiados en la sede de la legación canadiense después de que fanáticos seguidores de la revolución islámica liderada por el ayatollah Ruhollah Khomeini se apoderara por la fuerza el edificio de la representación diplomática de Washington en Teherán.
Argo transforma en extraordinaria la crónica de la insólita estrategia ideada y llevada a la práctica por Tony Méndez (el hombre de la CIA personificado por Affleck) para lograr que los rehenes puedan salir de la embajada de Canadá, trasladarse hasta el aeropuerto de Teherán sin que las fuerzas revolucionarias lo noten y escapar en un avión. Lo que la película nos muestra es cómo Hollywood se involucró en la operación a partir del montaje de una película ficticia que serviría de señuelo para engañar y distraer a los iraníes.
En una trama que mezcla el thriller con el drama y la comedia, y muestra una forma tan posible como inverosímil de conexión entre la política de Washington y la industria de Hollywood, dos personajes adquieren un protagonismo notable. Uno es ficticio, el productor de cine encarnado por Alan Arkin. Y otro es bien real. Se llamó John Chambers (interpretado en el film por John Goodman) y fue un gran experto en maquillaje y máscaras, consagrado como uno de los mejores de su especialidad en el cine estadounidense. A Chambers le debemos, por ejemplo, la invención de las orejas puntiagudas que lucía el Sr. Spock (Leonard Nimoy) en la serie original de Viaje a las estrellas y la innovadora caracterización de los personajes de El planeta de los simios.
Chambers recibió en 1969 un Oscar honorario por todos sus aportes al cine. Ese reconocimiento tuvo mucho que ver con la decisión que tomó en 1981 la Academia de Hollywood de sumar cada año a la ceremonia un premio propio para esa especialidad, que hoy lleva el título de “mejor maquillaje y peinado”. Es una de las ocho categorías que en el Oscar 2022 quedaron afuera de la ceremonia principal transmitida por a todo el mundo por decisión de la Academia y a pedido de la televisión.
Pero Chambers hizo otras cosas que fueron muy tenidas en cuenta para sumarlo a la operación de rescate narrada en Argo. A fines de la década de 1970 se convirtió en contratista y frecuente colaborador de la CIA, creando y fabricando equipos de maquillaje y disfraz que serían utilizados por el personal de esa agencia asignado a tareas de inteligencia y espionaje en distintos países. Chambers, que aparece con su nombre y apellido real en la película, representa el genuino aporte de Hollywood a la resolución de una delicadísima operación política entre cuyos secretos de Estado figuró el armado de una película de ciencia ficción completamente falsa, inventada para engañar a los iraníes. Falleció en agosto de 2001.
¿Es acaso Argo una apología de las acciones de un organismo oscuro y cuestionado como la CIA? Es cierto que un miembro de la agencia se convierte en el héroe absoluto de la historia, pero resulta igual de cierto que la película desde el comienzo deja poco menos que en ridículo a la plana mayor de la agencia frente a una situación que pone entre la vida y la muerte a un grupo de personas (entre ellas parte del personal administrativo de la embajada estadounidense en Teherán) y que más de una vez vemos a lo largo de la trama sutiles cuestionamientos y críticas al comportamiento de Washington y a su estrategia de inteligencia en la región, sobre todo el apoyo explícito que brindó al régimen del derrocado Sha Reza Pahlevi.
Los debates sobre supuestas confusiones y tergiversaciones históricas acompañaron a Argo desde el momento mismo de su estreno en el Festival de Cine de Toronto, en octubre de 2012. El episodio llegó a desatar una crisis muy profunda en la política estadounidense de fines de los 70. La crisis de los rehenes tardó nada menos que 444 días en resolverse, con el consiguiente efecto en la opinión pública, y fue el factor determinante que le impidió al presidente demócrata Jimmy Carter intentar su reelección. Hubo que esperar la llegada a la Casa Blanca de otro demócrata, Bill Clinton, para que empezaran a revelarse los incómodos y curiosos detalles de la operación de rescate.
“La participación de Hollywood en la operación Argo corresponde a otro tiempo. Nadie sabía muy bien quién era John Chambers, un genio del maquillaje admirado por gente como Marlon Brando. Hoy sería una celebridad, todos hablarían de él. Lo que cambió es la conexión entre noticias y entretenimiento. Son dos cosas que a esta altura es imposible distinguir. Basta con ver cómo se comportan los políticos y la gente de Hollywood”, dijo Affleck en aquél momento y a propósito de un enfoque que tuvo mucho que ver con su poco conocida formación universitaria.
Allí contó que llegó a especializarse en Estudios Orientales cuando estudiaba en la Universidad de Vermont: “Cuando entré a la universidad todos estaban pendientes de lo que ocurría con la Unión Soviética. No quería seguir esa corriente porque mi interés apuntaba a ese lugar que parecía mucho más pequeño, enigmático y opaco, y ahora está en el centro de la atención mundial. Simplemente quería entender qué pasaba allí”.
En Toronto, Affleck también dijo que “el 90 por ciento del valor de una película es el casting”. El notable elenco de Argo es uno de los factores más atractivos de la película. Junto al propio Affleck, Arkin, Goodman y Bryan Cranston se lucen también Victor Garber, Tate Donovan, Kyle Chandler, Rory Cochrane, Scoot McNairy, Bob Gunton, Titus Welliver y Richard Kind, grandes actores secundarios cuyas caras suelen resultarnos siempre mucho más familiares que sus nombres.
Junto al Lincoln de Steven Spielberg y La noche más oscura (la mirada de Kathryn Bigelow sobre el operativo que terminó con la muerte de Osama Bin Laden), Argo formó parte en aquél 2013 del trío de candidatas al Oscar como mejor película inspiradas en hechos reales. Algo parecido pasa este año con dos títulos: Belfast (crónica del estallido del conflicto en Irlanda entre católicos y protestantes a fines de los años 60 desde la memoria infantil de su director, Kenneth Branagh) y Rey Richard: una familia ganadora, sobre la vida del padre de Venus y Serena Williams y el camino que las llevó a triunfar en el mundo del tenis.
Pero de todas ellas, Argo es la que supera cualquier límite. “Sorprendentemente, este es uno de los casos en que la verdad resulta mucho más extraña que la ficción. Tony supo de inmediato que esta operación iba a requerir algo especial. Y a través de su asociación con John Chambers pudo entrar a Hollywood, armó una productora falsa, puso anuncios en The Hollywood Reporter y Variety, y luego fue a Irán y rescató a estos seis estadounidenses más o menos como se muestra en la película”, dijo Matt Baglio, coautor junto a Tony Méndez del libro Cómo la CIA y Hollywood lograron el rescate más audaz de la historia, uno de los textos que sirvieron de inspiración para hacer la película.
Hace casi una década, la política y el espectáculo vivieron un momento de extraña asociación, finalmente reconocida con un Oscar anunciado desde la mismísima Casa Blanca. ¿Cuál será el alcance de ese vínculo en la ceremonia de este año, que se celebra mientras el mundo enfrenta y padece las consecuencias de la devastadora invasión rusa a Ucrania? En pocos días lo sabremos.
Argo está disponible en HBO Max, Amazon Prime Video y Movistar Play
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