Profesión peligro es una irresistible mezcla de acción, comedia y romance, como un gran tributo a los dobles de riesgo
La química entre Ryan Gosling y Emily Blunt surge con naturalidad en medio de un relato lleno de entretenimiento, persecuciones y mucha autoconciencia hollywoodense
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Profesión peligro (The Fall Guy, Estados Unidos/2024). Dirección: David Leitch. Guión: Drew Pierce. Fotografía: Jonathan Sela. Música: Dominic Lewis. Edición: Elísabet Ronalsdóttir. Elenco: Ryan Gosling, Emily Blunt, Aaron Taylor-Johnson, Hannah Waddingham, Winston Duke. Distribuidora: UIP. Duración: 125 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: muy buena.
Como buen tanque hollywoodense, de esos que tienen al alcance de la mano toda la millonaria maquinaria para gastar sin limitaciones, Profesión peligro hace mucho ruido. Convivimos allí con toda clase de explosiones, con el chirrido del metal en contacto con el pavimento, con decenas de golpes recibidos o devueltos en medio de peleas interminables, con el impacto provocado por objetos inmensos (sobre ruedas o sin ellas) que chocan entre sí o caen pesadamente.
Pero no hay nada que nos aturda a lo largo de dos horas incansables e imparables. Todo ese estrépito funciona como efecto y consecuencia natural de un acto celebratorio. Hay mucho para festejar en Profesión peligro. Primero, el homenaje literal a un genuino hijo televisivo de la década del 80, la exitosísima serie del mismo nombre (cinco temporadas, 112 capítulos) de la que esta película toma la idea central y el perfil de los principales personajes. Segundo, y por añadidura, el reconocimiento a un específico oficio del cine industrial, el de los dobles de riesgo o “especialistas” (stunts).
Tercero, y tal vez lo más importante, a una manera de narrar que enaltece a la historia propiamente dicha (la aventura a lo grande, con una suspensión considerable de cualquier forma de incredulidad) con personajes y géneros claramente definidos, familiares y reconocibles. En ellos se sostiene y se activa una nueva capa de homenajes y tributos igual de virtuosa, en este caso conectada con la historia más concreta y precisa de Hollywood: la trama de Profesión peligro incluye la recreación de escenas completas de películas, series y franquicias icónicas, todas ellas clásicas y modernas, con un rango amplísimo: La diligencia, Mad Max, Misión imposible, Godzilla, División Miami. Por allí también andan los personajes de Rápidos y furiosos, más Jason Bourne y James Bond.
A toda esa gran biblioteca audiovisual recurre David Leitch, uno de los más diestros y lúcidos realizadores vigentes del Hollywood pirotécnico (Rápidos y furiosos: Hobbs y Shaw, Tren Bala, Atómica, Deadpool 2), pero por sobre todo artesano del oficio sobre el cual escribe esta gigantesca, entretenida y muy noble declaración de agradecimiento: fue doble de riesgo y coordinador de este tipo de escenas. Lo que propone Leitch está a la vista en la primera línea de texto, cuando todavía la pantalla está a oscuras y suena el clásico de 1979 “I Was Made for Lovin’ You” en la versión de Kiss (no será la única). Una voz ordena allí: “¡Dobles, al frente!”.
Les tocará a ellos, especialmente al curtido Colt Seavers (un Ryan Gosling perfecto), transformarse en héroes. La trama, con algunos detalles casi pueriles y otros inverosímiles (tanto, que exigen alguna forzada e inconducente explicación verbal adicional), es lo de menos. En todo caso todo el diseño argumental funciona, con más detalle, complejidad y por momentos hasta cierto rebuscamiento, de modo parecido al de cualquier episodio modelo de la versión televisiva y ochentosa de Profesión peligro.
El relato se va haciendo de a poco más y más transparente. En una película autorreferencial, que nos muestra el detrás de escena de la filmación de un tanque de Hollywood, Seavers nos muestra que detrás de cualquier doble de riesgo siempre hay un gran héroe que espera el momento adecuado para revelarse (y rebelarse) frente a los que abusan de su poder en la industria y en los rodajes. Aquí hay villanos inesperados.
Esto no es todo. Detrás de un doble de riesgo también hay romanticismo. Todo el gran dispositivo creado por Leitch y su guionista, Drew Pierce, (que debutó en Hollywood nada menos que con Iron Man 3, de Shane Black) está puesto al servicio de una gran historia de amor entre Seavers y la promisoria directora Jody Moreno (una extraordinaria Emily Blunt) que se sobrepone a los golpes, a las intrigas y al cálculo de los más fuertes. Funciona la pareja con química natural e inmediata y algunos momentos extraordinarios como el que transcurre con la voz de Phil Collins en “Take a Look at Me Now”, el mismo tema que definió el tono de otro gran título romántico de los 80, El poder y la pasión.
El amor y la responsabilidad se conjugan en un desenlace que quedará entre lo mejor que pudo haber concebido Hollywood para sus comedias de acción más disfrutables y de perfil más alto. Vale la pena quedarse en la butaca mientras aparecen los créditos finales para una escena final que completa el tributo a la serie y le pone el broche a toda esta celebración llena de feliz autoconciencia. Profesión peligro es una película irresistible.
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