Premios Oscar 2024: Hollywood celebra su historia a través de Oppenheimer, la película más nominada y casi segura vencedora
Las 13 candidaturas cosechadas por el film de Christopher Nolan aparecen como una reivindicación de cómo la industria del cine más poderosa del mundo se ve a sí misma, capaz de hacer una superproducción que recupera la experiencia de ver cine en el cine y además resulta exitosa en la taquilla
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Por encima de cualquier reconocimiento individual en cuanto a títulos o nombres, las nominaciones al Oscar 2024 deberían ser vistas en conjunto como un triunfo de la propia industria de Hollywood. No siempre suele tenerse en cuenta que el Oscar es, ante todo, un premio al mérito de lo es capaz de hacer (en parte o en todo) esa gigantesca maquinaria que sale al mismo tiempo a la conquista del éxito artístico y de las preferencias del público.
Si la Academia de Hollywood quisiera de verdad mostrarle al mundo el sentido último del veredicto conocido este martes, debería entregar junto con cada premio un Oscar especial para los autores y creadores de Barbenheimer, esa extraña criatura virtual surgida de la fusión entre las dos películas que mejor representaron la ecuación entre el arte, el entretenimiento y la taquilla en la última temporada.
De hecho, los 2000 millones de dólares que en conjunto recaudaron en todo el mundo, sumadas, Barbie y Oppenheimer, le devolvieron al cine buena parte de la confianza de su poder de atracción en pantalla grande. Ese pilar de la industria empezó a ponerse en duda desde la pandemia y, como nunca en su historia, apareció la amenaza de una crisis estructural. Las 21 nominaciones que acumulan las dos películas dejan antes que nada a la vista cómo se llevó adelante desde Hollywood una estrategia para recuperar la experiencia de ver cine en el cine. La próxima fiesta del Oscar celebrará ese logro. Ya no hay dudas de eso.
Tampoco parece haber dudas de que Oppenheimer saldrá de la ceremonia del 10 de marzo con la recompensa mayor. Acaba de recibir 13 nominaciones y en la noche del Oscar seguramente se llevará una recompensa elevada, sobre todo por responder a lo que la industria espera de las películas que llevan la antorcha de todo lo que significó Hollywood a lo largo de la historia: el lugar en el que se relatan a lo grandes episodios destacados de la vida de los Estados Unidos con un aliento épico en términos visuales y dramáticos que elevan frente al público la importancia de esos hechos.
Esa es la razón principal por la cual Oppenheimer tiene todo para alcanzar en la noche del Oscar una cima a la que Top Gun: Maverick no pudo llegar el año pasado, pese a que levantaba las mismas banderas y expresaba la misma mística hollywoodense. Como dijo en su momento Steven Spielberg, Top Gun y Tom Cruise le devolvieron la vida a la distribución de películas en los cines y, por lo tanto, a la experiencia de reencontrarnos con historias más grandes que la vida en una pantalla equivalente. Pero el Oscar a la mejor película fue a parar un año atrás a una película que cumplía con todos los cupos posibles de esa diversidad que Hollywood reclama desde su costado más políticamente progresista.
Oppenheimer ofrece a priori más densidad y menos espíritu lúdico y ligero que Top Gun: Maverick. Por eso llegará más lejos. Razones parecidas, aunque vistas desde otra perspectiva, llevan a que Barbie aparezca como una gran derrotada en el veredicto de la Academia a pesar de sus ocho nominaciones y de que parece ya tener en el bolsillo al menos un par de premios (vestuario y canción original).
La sensación muy precisa de que los electores del Oscar a primera vista le bajaron el precio a Barbie y decidieron reducir sus chances aparece de manera inequívoca al negarles a dos de las grandes artífices de Barbie las nominaciones que claramente merecían: Greta Gerwig como directora y Margot Robbie como actriz protagónica. No deja de ser una ironía que la única intérprete femenina de la película que ahora aspira al Oscar es America Ferrera. En estas omisiones, más que en alguna inclusión (como la del Ken de Ryan Gosling), queda expuesta la mayor sorpresa de los anuncios.
La otra gran novedad de este año es que el principal predictor de las nominaciones de este año fue el último Festival de Cannes. Allí tuvo su estreno mundial Los asesinos de la luna, que conquistó 10 nominaciones. Todo un reconocimiento para Martin Scorsese, convertido a partir de ahora en el director con más candidaturas al Oscar de la historia y el más longevo en obtener un nuevo logro en esta materia. Pero no son pocos los que auguran para Los asesinos de la luna un destino similar al que Scorsese vivió con El irlandés. Nominaciones a granel y ningún premio. Le toca este año lidiar con otra película que llega más lejos (al menos en la percepción general de los protagonistas de la industria) en el abordaje de hechos cruciales de la historia de los Estados Unidos durante el siglo XX. La creación de la bomba atómica frente al revisionismo sobre el lugar de los pueblos originarios.
De Cannes también surgieron la ganadora de la Palma de Oro Anatomía de una caída y Zona de interés, ganadora del Gran Premio del Jurado, dos de las nominadas al Oscar de este como mejor película. Sus respectivos directores, además, obtuvieron sendas candidaturas en esa categoría. Una muestra inequívoca, junto con apariciones destacadas en otras categorías, de que el Oscar es un premio con una presencia global cada vez más visible. Al menos empieza a romperse la tradición de que Hollywood (y el mercado estadounidense) rechazan las películas habladas en otros idiomas.
Hay muchos diálogos en inglés en Anatomía de una caída (y tal vez por eso Francia no la propuso como representante oficial al Oscar internacional, decisión de la que debe estar arrepintiéndose), pero allí suena el francés, así como lo hace el alemán en Zona de interés y el coreano en Vidas pasadas, otra película con presencia destacada entre los nominados.
El Globo de Oro y los Critics Choice, en cambio, quedaron desvirtuados como pronosticadores certeros. Sobre todo porque sus nominaciones crearon expectativas alrededor de varios nombres (Leonardo DiCaprio, Charles Melton, Barry Keoghan) que la Academia de Hollywood no tuvo en cuenta. En su lugar se encumbraron figuras como America Ferrera y Sterling K. Brown, incorporaciones inesperadas a una grilla que de todos modos mantiene desde el principio de la temporada de premios, en general, a una plantilla estable.
De la conexión entre todo lo que viene pasando en la temporada y las nominaciones que acaban de anunciarse se desprende un par de certezas: que Da’Vine Joy Randolph y Robert Downey Jr. son amplísimos favoritos para llevarse el Oscar como actriz y actor de reparto, respectivamente, y que habrá reñida lucha hasta el final en el caso de los protagonistas: Paul Giamatti y Cillian Murphy de un lado, y Emma Stone y Lily Gladstone, del otro.
¿Cambiarán las cosas de aquí en adelante como para alterar un camino de triunfo que en este momento parece casi seguro para Oppenheimer y su director, Christopher Nolan? El voto de la Academia de Hollywood este año no parece estar dispuesto por seguir un recorrido en línea recta. En el cuadro de las nominadas a mejor película aparecen apuestas de grandes estudios (Barbie, de Warner, y Oppenheimer, de Universal), una superproducción respaldada por una compañía tecnológica (Los asesinos de la luna, de Apple TV+), una apuesta llegada desde el streaming (Maestro, de Netflix), un par de títulos estadounidenses de genuino espíritu indie (American Fiction, Los que se quedan), una jugada “prestigiosa” y llena de riesgo encarada por Disney (Pobres criaturas) y tres títulos con espíritu “extranjero” en Hollywood: Vidas pasadas, Zona de interés y Anatomía de una caída.
Este tablero tan diverso refleja, en principio, la compleja realidad que viven Hollywood y la industria del cine, expuestas a cambios de fondo muy cercano y a situaciones de crisis causadas por factores endógenos y externos. De todos, el más cercano a la realidad de la industria que tiene al Oscar como su premio mayor encuentra como representante ideal a Oppenheimer. Predomina entre los nominados la película que más hizo en los últimos tiempos por recuperar al cine como experiencia colectiva frente a una pantalla gigantesca. Diga lo que diga un futuro lleno de incógnitas, el voto de la Academia parece hoy resuelto a celebrar aquello que hizo grande a una industria del entretenimiento. Como ocurre cada vez que se anuncian las nominaciones al Oscar, Hollywood vuelve a hablar de sí misma.
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