Oscar 2022: de la política y el ataque de nervios al humor, los mejores discursos de agradecimiento de los ganadores
Con dos palabras o 600, cada flamante dueño de la estatuilla de la Academia afronta con estilo propio esos 45 segundos en vivo, claves para su carrera
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Es muy importante ser agradecido en la vida. En Hollywood, mucho más. Ganar un Oscar es el mejor momento para demostrar ese agradecimiento y la humildad de quien sabe que no llegó solo hasta el pináculo de su carrera (ya sean estos sentimientos reales o fingidos).
El discurso de aceptación del premio de la Academia moldea la imagen del ganador ante los ojos del mundo que lo mira por TV y ante los de sus pares, que juzgan cada palabra desde la platea. Los fans son los que pueden hacer que la próxima película en la que esté involucrado el ganador sea un éxito o un fracaso; los colegas de la industria son los que harán posible que ese film exista y llegue a las pantallas.
Hay demasiado en juego en aquel momento tan personal. Es necesario equilibrar los agradecimientos a productores y publicistas, con la devoción marital y un toque simpático expresando el amor por los hijos y mandándolos a dormir. Olvidar a los primeros puede ser un terrible paso en falso profesional, pero dejar de lado a los seres queridos puede ser aún más grave: Hilary Swank, Sean Penn, Rachel Weisz, Emma Thompson y Sandra Bullock son algunas estrellas que omitieron el tradicional agradecimiento a sus parejas y se separaron poco tiempo después. Sólo ellos podrían explicar si el olvido en el discurso fue un síntoma o una consecuencia.
Los discursos del Oscar fueron cambiando en sus 94 años de historia. De sencillos agradecimientos a grandes declaraciones políticas y rutinas cómicas escritas por guionistas, se convirtieron en los momentos más fascinantes o aburridos de la ceremonia. Aquí un breve repaso por los más recordados junto con algunos datos curiosos sobre los 45 segundos más importantes de la carrera de las grandes figuras del cine.
Ganarle al tiempo y a la música
Embriagados por la emoción de haber sido reconocidos como los mejores en su profesión, los ganadores deben enfriar su cabeza y administrar con astucia el tiempo que tienen disponible para realizar su discurso. Caminar hasta el escenario de forma elegante y confiada es la primera prueba a superar; Jennifer Lawrence se cayó cuando estaba subiendo al proscenio para recibir su Oscar como Mejor Actriz por El lado luminoso de la vida. Cuando logró llegar al micrófono, la platea se puso de pie para aplaudirla. “Solo se pararon porque se sienten mal porque me caí y eso es muy vergonzoso pero gracias”, dijo la actriz, cuya informalidad y frescura son parte de su imagen pública.
Aún sin tener que pasar por un accidente como el de Lawrence, plantarse frente al micrófono y poder hilvanar un discurso coherente es toda una hazaña. A los nervios de la situación, se suma la limitación de los 45 segundos de duración. Pasado ese tiempo, la orquesta comenzará a tocar una melodía que marca el final. Si el ganador se hace el desentendido y continúa, la música va subiendo de volumen hasta ahogar sus palabras. Al recibir su Oscar como Mejor Actriz por Erin Brockovich, una mujer audaz, en 2001, Julia Roberts le habló directamente al encargado de dar pie con una batuta a la música de salida: “Señor, está haciendo un gran trabajo pero es tan rápido con ese palito, así que por qué no se sienta. Es posible que nunca vuelva a estar aquí”.
Según un análisis de ABC News, basado en 650 discursos de las categorías principales, los agradecimientos se vienen alargando desde hace décadas: en los años 40 promediaban 113 palabras, superaron las 200 por primera vez en 1981 y las 250 en 1999. En las últimas diez ceremonias el promedio es de 256. En estos últimos años uno de los discursos más largos fue el de los productores de Argo, Grant Heslov y Ben Affleck, con más de 600 palabras.
Sin embargo, el récord del discurso más largo de los Oscar lo mantiene Greer Garson, al recibir el premio como Mejor Actriz por Rosa de abolengo, en la ceremonia de 1943. El agradecimiento de la actriz británica, quien habló sobre su experiencia como inmigrante en Hollywood, duró seis minutos (solo se conserva el registro de una parte) y se la señala como la inspiración de las limitaciones temporales impuestas luego por la Academia.
Pero no todos los ganadores tienen tanto para decir. Patty Duke conserva el récord del discurso más corto, compuesto por dos palabras: “Thank you” (Gracias). La emoción jugó un papel fundamental en la brevedad del discurso de la joven actriz, premiada en 1963, por su trabajo en Ana de los milagros.
Nadie emuló a Duke pero varios estuvieron cerca de hacerlo. Joe Pesci dio otro cortísimo discurso al recibir el Oscar por su actuación en Buenos muchachos, en 1991: “Es un privilegio. Gracias”.
Otra muestra de brevedad fue la de Alfred Hitchcock al recibir el premio especial Irving G. Thalberg a la trayectoria. Es probable que el director de La ventana indiscreta y Vértigo tuviera cierto resentimiento contra la Academia y sus votantes, luego de haber estado nominado en cuatro oportunidades y no ganar ningún Oscar.
En Hollywood, Spielberg es más importante que Dios
El ingrediente principal de los discursos, aunque no el único, son los agradecimientos. En la pelea por el podio de quienes reciben mayor cantidad de agradecimientos por parte de los ganadores del Oscar, Steven Spielberg le gana a Dios. Al menos así era hasta 2015, cuando Forbes y Statista publicaron un estudio realizado sobre los 1.396 discursos del archivo que puede recorrerse en el sitio oficial de la Academia, en el cual el director de Jurassic Park se quedó con el primer puesto; seguido por Harvey Weinstein, quien tras ser condenado por violación y con múltiples denuncias de abuso sexual en su haber, probablemente nunca reciba otro “gracias” por parte de la industria cinematográfica. James Cameron, George Lucas y Peter Jackson también están entre los mayores generadores de gratitud, todos ellos ganándole a Dios, quien ocupa el quinto puesto. Con varias posibilidades de triunfar en la ceremonia del domingo, Spielberg puede llegar a estirar su ventaja sobre sus competidores.
Todo por una causa
Junto con los agradecimientos, otro contenido tradicional de los discursos de aceptación del Oscar es la concientización por una causa célebre. En 2020, Joaquin Phoenix hizo del veganismo uno de los tópicos centrales de su discurso, sumándose a una larga lista de ganadores que utilizaron su momento en el centro de la atención internacional para expresar un mensaje político o de reflexión sobre temas sociales.
Tal vez el más famoso sea el de Marlon Brando, quien al ser anunciado como ganador del Oscar a Mejor Actor por El padrino no se presentó en el escenario. En su lugar, subió Sacheen Littlefeather, una actriz apache, activista por los derechos de los pueblos originarios de Norteamérica. En su discurso, Littlefeather explicó que Brando no podía aceptar el premio debido al tratamiento que el cine y la televisión le da a los nativos americanos y por los sucesos de Wounded Knee de ese año (un sangriento enfrentamiento entre miembros del American Indian Movement y los agentes federales norteamericanos). El público se dividió entre abucheos y aplausos.
Cinco años después, Vanessa Redgrave fue parte de otro momento polémico de la ceremonia. Su discurso al recibir el Oscar como Mejor Actriz de Reparto por su trabajo en Julia comenzó con agradecimientos pero luego tomó otro rumbo. Durante la promoción de la película de Fred Zinemann, la actriz estaba buscando distribuidor para The Palestinian, un documental que había producido y narrado. Según explica un artículo del New York Times, la Jewish Defense League amenazó con boicotear al estudio productor de Julia, 20th Century Fox, porque veían al documental como propaganda de la Organización para la Liberación de Palestina y se generó una polémica en torno a Redgrave.“Deben estar orgullosos de haberse plantado firmes en las últimas semanas y negarse a ser intimidados por las amenazas de un puñado de matones sionistas cuyo comportamiento es un insulto a la importancia de los judíos en todo el mundo y a su lucha contra el fascismo y la opresión”, dijo la actriz hacia el final de su discurso, entre los abucheos de la platea.
Más tarde, cuando le tocó a Paddy Chayefsky presentar el premio a Mejor Guion, el escritor expresó su desagrado ante el mensaje de Redgrave. “Estoy disgustado y harto de que la gente explote a la ocasión de los Oscar para la propagación de su propia propaganda política. Me gustaría sugerirle a la señorita Redgrave que el hecho de que ella haya ganado un Oscar no es un momento crucial en la historia, no requiere una proclama y un simple gracias hubiese sido suficiente”, cerró el autor de Network, poder que mata.
Pocos le hicieron caso a Chayefsky y los discursos políticos continuaron en los años siguientes. Claro que los tiempos cambian y con ellos las causas abrazadas por los ganadores del Oscar. Desde la liberación del Tíbet en los años 90 hasta el cambio climático y los derechos de las mujeres, los discursos se adaptaron a las causas principales de cada década. La lucha contra el cambio climático fue central en el agradecimiento de Leonardo DiCaprio cuando, finalmente, ganó el Oscar por El renacido, en 2016.
Ante las discusiones por la falta de diversidad en Hollywood y el movimiento #MeToo, en 2018, Frances McDormand dedicó parte de su discurso a estas cuestiones, al ganar el Oscar por su trabajo en Tres anuncios por un crimen. Luego de los agradecimientos personales, la actriz le pidió a todas las mujeres nominadas que se pongan de pie para recibir un masivo aplauso.
“Miren todos alrededor porque todas tenemos historias que contar y proyectos que necesitan financiación. No nos hablen de esto en las fiestas de esta noche, invítennos a sus oficinas en un par de días o pueden venir a las nuestras, lo que les quede bien, y les contamos todo. Tengo dos palabras para dejarles esta noche, damas y caballeros: inclusion rider (cláusula de inclusión)”.
Al otro día, los medios y la industria hablaban sobre la cláusula de inclusión mencionada por la actriz, una herramienta contractual con la que las figuras de Hollywood pueden exigir mayor diversidad racial y de género en la contratación del equipo técnico y artístico de los proyectos en los que participan.
Historias de vida
Ganar el Oscar es el símbolo máximo de aceptación por parte de Hollywood (que las carreras de muchos queden estancadas luego del premio es otro tema). Nadie expresó de manera tan abierta lo que significa esa afirmación por parte de los pares de la industria como lo hizo Sally Field. Al ganar su segundo Oscar a Mejor Actriz por En un lugar del corazón, en 1985, ofreció un discurso que se hizo famoso y fue parodiado varias veces, incluida una escena de La máscara. “No quise más que obtener su respeto y no lo sentí la primera vez pero ahora sí lo siento. Y no puedo negar el hecho de que realmente les gusto, ahora mismo, ¡les gusto!”
Algunos ganadores dedican sus discursos a recordar a alguien que cumplió un papel central en su vida y carrera, lo cual le otorga una cuota de emoción genuina a los agradecimientos. Tan sentimental como político fue el discurso de Halle Berry, la primera afroamericana en ganar el Oscar a Mejor Actriz (Hattie McDaniel antecedió al ganar un Oscar en 1940, pero en la categoría Mejor Actriz de Reparto, por su labor en Lo que el viento se llevó). La actriz recibió en 2002 su estatuilla por su actuación en Cambio de vida. Llorando, nombró en su discurso a pioneras de la industria que no consiguieron tal reconocimiento, como Dorothy Dandridge, Lena Horne y Diahann Carroll. También dedicó el premio a sus contemporáneas Jada Pinkett, Angela Bassett, Vivica Fox y a “todas las mujeres de color sin nombre y sin rostro que ahora tienen una oportunidad porque esta puerta se abrió”. Ninguna actriz negra volvió a ganar el Oscar en esa categoría desde entonces.
Emotivo pero más personal, Tom Hanks le dedicó su triunfo por interpretar a un hombre enfermo de sida en Filadelfia a su profesor de teatro de la secundaria, Rawley Farnsworth. El actor se refirió a su mentor y a un compañero de estudios como “dos de los mejores hombres gay de los Estados Unidos, dos hombres maravillosos” y agregó que ojalá sus hijos tengan profesores y amigos así como inspiración. Farnsworth no había hecho pública su orientación sexual, por lo cual los medios publicaron la noticia de que Hanks lo había “sacado del armario” ante el mundo. Pero según una entrevista de la revista People con el profesor, éste estaba al tanto del contenido del discurso antes de la ceremonia y no le molestó. De todas maneras, la confusión creada le dio al guionista Paul Rudnick la idea para escribir el guión de ¿Es o no es?, la comedia protagonizada por Kevin Kline.
Como Hanks, algunos ganadores aprovechan para nombrar a aquellos que los inspiraron directamente en sus carreras. En 2020, Bong Joon-ho dedicó palabras muy sentidas a su compañero de nominación Martin Scorsese, incitando una ovación de pie para el director de El irlandés. También, le agradeció a Quentin Tarantino, otro competidor de la misma categoría, haber apoyado su cine desde hace muchos años, cuando el director de Parasite aún no era conocido en los Estados Unidos.
Billy Wilder, uno de los mejores guionistas y directores de la historia del cine, ofreció un discurso repleto de su humor e ingenio habituales, al recibir el premio Thalberg a la trayectoria. Y tal como lo hizo en sus excelentes películas, la emoción se coló en una forma sencilla y efectiva cuando recordó al hombre que cambió su vida. “Quiero agradecerle a un caballero sin cuya ayuda no estaría parado aquí esta noche. Me olvidé su nombre pero nunca me olvidé de su compasión. Era el cónsul norteamericano en Mexicali, México”, comenzó Wilder y pasó a contar la historia sobre cómo ese hombre le otorgó la visa de inmigrante para los Estados Unidos, a donde el director había llegado desde Europa escapándose del régimen nazi. Según el relato, el cónsul le preguntó a qué se dedicaba y Wilder le contestó que escribía películas: “Puso los sellos en mi pasaporte y me dijo ‘escribí buenas películas`. Pasaron 54 años. Desde entonces lo estoy intentando”.
Más que palabras
Las palabras no son suficientes para algunos ganadores, que sorprenden agregando algo extra a sus discursos. Roberto Benigni se paró sobre su butaca, salto y abrazó a varias personas cuando Sophia Loren anunció que su film, La vida es bella, era la ganadora del premio a Mejor Película Internacional.
Louise Fletcher concluyó su agradecimiento por el Oscar a Mejor Actriz de Reparto, que ganó por Atrapado sin salida, con un agradecimiento especial para sus padres sordos expresado en lenguaje de señas.
A los 73 años, cuando recibió su premios como Mejor Actor de Reparto por Amigos siempre amigos, Jack Palance aprovechó su momento de gloria para demostrar su buen estado físico, haciendo unas lagartijas en el escenario con el fin de convencer a los productores de que todavía podía con las escenas de acción.
El discurso de Stanley Donen al recibir un Oscar especial a la trayectoria es uno de los más hermosos de la historia de los Oscar. Gracioso y lleno de humildad, el director sugirió que hacer sus maravillosos musicales, como Cantando bajo la lluvia y Un día en Nueva York, había sido sencillo porque tuvo a los mejores colaboradores. Su felicidad era tal, explicó, que solo podía hacer lo que se hace en los musicales cuando no alcanzan las palabras. Entonces, comenzó a cantar “Cheek to Cheek” y bailar tap. Los grandes de Hollywood entienden el valor de un buen espectáculo, incluso cuando se trata sólo de una ceremonia de premios.
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