Premios Oscar 2018: una ceremonia atravesada por el género
Puede que sea una casualidad, pero seguramente no lo sea. A un año del Sobregate, el épico papelón en el que durante dos minutos y 23 segundos La La Land fue la mejor película del año, cuando en realidad la ganadora había sido Luz de luna, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas parece haber decidido recuperar su legitimidad y, sí, algo de su dignidad perdida en el zafarrancho. A tiempo para su 90° aniversario, la ceremonia de entrega de los premios Oscar –que se verá esta noche, desde las 20.30 por TNT y TNT Series – tiene la lista de nominados más diversa en su historia. Es que no se trata solo de que los más de 6000 votantes de los premios finalmente atendieron los reclamos de aquel #Oscarsowhite, en el que se les pedía que fueran más inclusivos con las minorías raciales, sino que éste año también pusieron su foco en los géneros. Y lo hicieron en más de un sentido.
Parece justo y apropiado que los primeros Oscar de la era D.H.W. (después de Harvey Weinstein ), tengan más representación femenina de lo usual. Aunque los porcentajes aun son escandalosamente desiguales (58 nominadas y 158 nominados) hay que decir que los poderes de Hollywood –perfectamente representados en los votantes de la Academia– prestaron atención al sismo provocado por las denuncias de abuso y acoso contra el productor, su caída en desgracia y el surgimiento de los movimientos #MeToo y Time’s Up, y lo reflejó en algunas de las categorías principales.
Así, Greta Gerwigse transformó en la quinta mujer en la historia de los Oscar en ser nominada como mejor directora, una estatuilla que sólo fue ganada por Kathryn Bigelow gracias a Vivir al límite (2010). Claro que aun la indiscutiblemente talentosa Bigelow tuvo que tolerar una temporada de premios en la que sus logros siempre iban acompañados del hecho de que competía con James Cameron, su ex marido, también nominado. Tal vez si eso ocurriera hoy, la historia sería distinta. Después de todo, la iniciativa Time’s Up lleva recaudados más de 20 millones de dólares desde que se lanzó hace un par de meses y en la ceremonia de esta noche, por primera vez en la historia de la distinción, una categoría fundamental como la de dirección de fotografía incluye a una exponente femenina: Rachel Morrison, por su trabajo en Mudbound; el color de la guerra.
Por supuesto que la desigualdad de género sigue siendo pasmosa en una industria que durante sus primeras dos décadas tenía a mujeres trabajando en todos los rubros, un hecho que fue mayormente borrado y sepultado de la historia cinematográfica por el sistema de estudios comandado por magnates todopoderosos, de los que el ahora infame Weinstein tomó los modos imperativos y alguna que otra lección sobre el abuso de poder.
Si el final del reinado de terror del productor empujó el cataclismo en la industria y los cambios que todavía deben reflejarse con más contundencia en sus prácticas, los premios Oscar –clímax y cierre de la temporada de premios– deberían ser también la bisagra entre el pasado oscuro y el futuro más prometedor.
Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en los Globo de Oro y en los premios del sindicato de actores, para la fiesta de esta noche no hay acciones organizadas en relación al nuevo status quo de Hollywood.
De hecho, los productores de la ceremonia y su conductor, Jimmy Kimmel (los mismos de 2017), se ocuparon de mandar un mensaje muy claro sobre la fiesta que organizaron. "Queremos que la ceremonia sea lo más entretenida posible, respetuosa, pero también divertida y emocionante. Los Oscar deberían ser un espectáculo y una gran propaganda para la industria del cine. Que todos necesitamos que siga en pie", le dijo hace pocos días la productora Jennifer Todd al New York Times. Una declaración que suena bastante a advertencia: la idea de mantener la ceremonia de esta noche lo más liviana y glamorosa posible, más una celebración del cine y sus brillos y menos un recorrido por sus costados turbios, refleja la preocupación por los ratings.
Es que en los últimos años los números probaron que los discursos políticos no rinden bien con el público interesado en los premios. La Academia fue muy clara: "nosotros les dimos las nominaciones que querían, echamos a Weinstein, sacamos a Casey Affleck de la ceremonia e impusimos un nuevo código de conducta, así que ustedes invitados-nominados-ganadores pónganse los trajes de gala y dejen las pancartas en casa".
Las otras historias
Que la película más nominada, La forma del agua , sea una fábula, "un cuento de hadas para tiempos difíciles", como la llama su director Guillermo del Toro , que pertenece al género fantástico es una rareza para la Academia, que suele tener poco interés por premiar ese estilo de película. Lo mismo puede decirse de otro de los films que figura como la posible gran sorpresa de la noche: ¡Huye! La historia de terror racial de Jordan Peele , reconocido comediante norteamericano, se destaca de la ensayada rutina de los premios no sólo por su género y su historia, que combina elementos de ¿Sabes quién viene a cenar? con El bebé de Rosemary y The Stepford Wives sino también porque Peele es apenas el quinto realizador negro en recibir una nominación en esa categoría. Y por si todo eso fuera poco, el suyo es el primer film de terror en ser nominado como mejor película desde El cisne negro, en 2011. Para que quede claro el poco interés de la Academia por los relatos de género, el último de su tipo en llevarse el premio principal fue El silencio de los inocentes, en 1992.
En plan de subsanar los olvidos y errores de otros tiempos, la Academia también incluyó este año en la categoría de guión adaptado a Logan, dándole a las películas de superhéroes una pátina de respetabilidad que suele eludirlas. Claro que, aunque importante, ese reconocimiento tiene sabor a poco, a casi nada, cuando se compara con las expectativas que generó Mujer maravilla en el momento de su estreno, allá por junio. Ciertamente prematuras pero entusiastas, las predicciones de los expertos en premios hablaban de las posibles nominaciones para la película y su directora, Patty Jenkins, única realizadora mujer en un género dominado por hombres. Como casi todos los que se producen en Hollywood y, por ende, los galardones que se entregan para celebrarlos. Un vicioso círculo masculino que este año empezó a resquebrajarse.
Una alfombra roja en problemas
Tan importante como las nominaciones y la asistencia de las grandes estrellas, la alfombra roja de los Oscar forma parte fundamental del broche de oro de la temporada de premios. No hay noche más importante para los cronistas de la "carpeta" y entre ellos ninguno es más popular que Ryan Seacrest de E!. Sin embargo, este año las cosas se complicaron un poco para el canal y su entrevistador insignia. Es que Seacrest fue acusado de acoso sexual por una exempleada y aunque según los ejecutivos de la señal, la investigación interna lo libró de responsabilidades, la denunciante insiste con sus reclamos, al punto de que se empezó a dudar si Seacrest ocuparía su tradicional puesto en la alfombra. Hasta ahora todo parece seguir como siempre, aunque la pregunta es que harán las actrices cuando pasen frente a las cámaras de E!. Jennifer Lawrence ya adelantó no sabe si se dejará entrevistar por él esta noche, aunque admitió que es un tema complicado. "No está siendo juzgado. Yo no soy juez ni jurado", dijo la actriz en en el programa de radio de Howard Stern.