Possessor: un digno heredero de David Cronenberg para una película de art horror sobre el lado oscuro de la tecnología
Brandon Cronenberg recoge algunos preceptos de la obra del reconocido cineasta para construir un film que recurre al gore, la violencia y la repulsión como parte de las bellas artes
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Possessor (EEUU, 2020). Guión y dirección: Brandon Cronenberg. Música: Jim Williams. Fotografía: Karim Hussain. Elenco: Andrea Riseborough, Christopher Abbott, Tupence Middleton, Sean Bean, Jennifer Jason Leigh. Duración: 104 minutos. Próxima emisión: martes 19 de octubre, a las 22, por Space. Nuestra opinión: muy buena.
En el prólogo de este film, una mujer negra se inserta un electrodo en la cabeza y entra al lobby de un hotel. Acto seguido, sin que medie palabra, asesina a un extraño de unas treinta puñaladas descargadas a repetición. Al momento, irrumpe la policía y la ejecuta. En la escena siguiente, las cosas se aclaran y complican a la vez: descubrimos que esta mujer era controlada por otra de una blancura fantasmal desde algo que parece un casco de realidad virtual diseñado por Alvar Aalto. El conflicto de esta revelación es apenas enunciado como un guiño al presente, sin desarrollo alguno, dado que ésta no es una película sobre el racismo o la violencia policial sino sobre la privacidad.
En el año 2008 alternativo en el que sucede la acción, las megacorporaciones espían la intimidad de las personas desde las cámaras de sus dispositivos hogareños: así, mientras una pareja se graba teniendo sexo, un empleado corporativo observa clandestinamente y hace zoom sobre el mobiliario de la habitación para registrar sus consumos. No solo se puede ingresar en la intimidad de la vivienda sino, como quedó claro desde el comienzo, también es posible atravesar la última barrera de la interioridad: la propia mente.
La mujer blanquísima, llamada Tasya Vos (Andrea Riseborough), es una asesina de elite que, mediante el mencionado casco, controla a sujetos a los que se les insertó involuntariamente un receptor en el cerebro: Tasya proyecta su conciencia sobre estos individuos y los maneja como a un dron para cometer sus homicidios y luego descartarlos en un aparente suicidio. Si bien el método parece infalible tiene un costo: la conciencia de la propia Tasya empieza a flaquear y confundirse con las de sus “drones”. Tal cosa se vuelve un problema en su siguiente encargo, que es el centro de la trama: controlar al novio de la hija de un millonario tech para asesinarlos a ambos y así limpiar la línea sucesoria para su otro heredero.
Possessor fue escrita y dirigida por Brandon Cronenberg, uno de los hijos de antiguo “rey del horror venéreo” David Cronenberg, quien asume explícitamente el legado de su padre y nos permite proyectar al presente su cine de los años 80. Aquí se retoma la obsesión del padre sobre cómo la tecnología retuerce horriblemente mentes y cuerpos de sus usuarios, cuya degradación física se vuelve una metáfora de su degradación moral.
Tal como la obra de Cronenberg padre, este film de art horror, que puede citar a Walter Benjamin o mostrarnos en primer plano el daño que hace un atizador cuando atraviesa un globo ocular humano, toma el gore, la violencia y la repulsión como parte de las bellas artes. No son solo estrategias para shockear sino piedras angulares de una estética. La película no es irreprochable: falta un poco de consistencia interna (¿nadie más sabe de esta tecnología revolucionaria salvo una red de asesinos?) y luego de que establece su tema se vuelve reiterativa, en especial en el último acto, cuando no logra llevar su propuesta a un lugar inesperado y concluye con una revelación de bajo voltaje. Las buenas noticias son que, ahora que la producción de David comenzó a menguar, el hijo demuestra que hay Cronenberg para rato.
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