Por qué los premios BAFTA siguen siendo la cara más eficiente de los Oscar
A esta altura de la temporada de premios toda estatuilla entregada se mide en relación con los Oscar . Si tal película gana hoy, ¿podría también triunfar el próximo 24 de febrero? Los expertos analizan las tendencias, hacen números y extrapolan datos para llegar a conclusiones que, en la gran noche de Hollywood, tienen la estabilidad de un castillo de naipes.
Algo de todo eso provocó la entrega de los premios de la academia de cine británico, BAFTA, que en sus 71 años de historia solo coincidió 26 veces con los Oscar en el galardón a mejor película. Y aun con las probabilidades en su contra y un grupo muy diferente de votantes entre uno y otro premio, es inevitable pensar, aunque sea más una sensación que otra cosa, que el triunfo de Roma anteanoche en el Royal Albert Hall en Londres empujó a la película de Alfonso Cuarón producida por Netflix un poquito más cerca del Oscar a mejor película. O que tal vez Rami Malek haya logrado una considerable ventaja frente a sus compañeros de rubro al quedarse con el galardón de mejor actor principal por Bohemian Rhapsody.
Tal vez la ilusión se mantenga porque, aunque obviamente los BAFTA están focalizados en el cine británico, también incluyen y premian a la mayoría de las películas, elencos y realizadores que también compiten por los galardones de Hollywood. Con Bradley Cooper (ganador por la música original de Nace una estrella ), Cuarón y Spike Lee (mejor guión adaptado por El infiltrado del KKKlan), entre otros nominados a los Oscar presentes ayer, la conexión fue ineludible.
Claro que si se trata de establecer puntos de contacto y diferencias entre un premio y el otro, son sus respectivas ceremonias de entrega las que más ponen en evidencia las distancias. En el ancho mundo de las fiestas de premios, la transmisión de los BAFTA estuvo en las antípodas de la del Oscar. Para empezar, no se emite en directo, dura exactamente dos horas y este año, a diferencia de la que se llevará a cabo el domingo 24 en el teatro Dolby en Hollywood, los premios británicos tuvieron anfitrión.
"Gracias a Dios que los BAFTA de hecho tienen una conductora", dijo la comediante Joanna Lumley, a cargo de esa tarea. Y por si a alguien no le había quedado claro que su frase se refería al fiasco de Kevin Hart en los Oscar, agregó: "Tal vez sea así porque no tengo Twitter".
Con la presencia de la anfitriona, cuyos chistes apenas superaron lo aceptable, y un número de apertura a cargo de acróbatas del Cirque du Soleil, todo parecía ir por los carriles normales de cualquier ceremonia de premios, y sin embargo la velocidad y eficiencia con que se iban repartiendo estatuillas separó al festejo británico de los estadounidenses. Y que la conductora y muchos de los ganadores se ocuparan de saludar a "sus altezas reales" demostraron otra de las peculiaridades de los BAFTA. Es que aunque todo el mundo trate a Meryl Streep como la monarca del cine, lo cierto es que los premios británicos cuentan con realeza de verdad: el príncipe William es el presidente de la Academia de cine y quien tiene a su cargo el momento culminante de la noche, que no es precisamente la revelación de la ganadora a mejor película.
Es que si en el resto de las ceremonias de la temporada de premios el instante de mayor suspenso y emoción es cuando se abre el sobre para el mejor film, en los BAFTA es el que viene después. Anoche, luego de que Cuarón y su equipo dejaran el escenario con la estatuilla en mano, fue el turno del príncipe de dar su discurso como presidente de la Academia mientras el director de cámaras, con un especial sentido del humor, enfocaba el perfil de Adam Driver , príncipe heredero de un imperio en una galaxia muy, muy lejana.
Mientras los productores de los Oscar están haciendo malabares para conseguir que su ceremonia no supere las tres horas, los del BAFTA encontraron la solución. Una que le quita casi toda la emoción al asunto, pero solución al fin. Al evitar emitir la ceremonia en vivo y en cambio transmitir una versión editada, los premios británicos se tomaron el tiempo para entregarle el premio a la trayectoria a la extraordinaria editora Thelma Schoonmaker, histórica colaboradora de Martin Scorsese. y cerraron la ceremonia con un compilado de los premios que no entraron la entrega principal. Además, para despedirse, la conductora cerró el evento citando una evocativa anécdota del autor irlandés Forrest Reid, fallecido en 1947. Imposible imaginar un adiós más británico, más alejado de los brillos de Hollywood y más anti Oscar.
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