Poco inspirada comedia de aventuras
Matthew McConaughey y Kate Hudson protagonizan este film que naufraga por culpa de un libreto errático
Amor y tesoro (Fool s Gold, EE.UU./2008, color; hablada en inglés). Dirección: Andy Tennant. Con Matthew McCounaghey, Kate Hudson, Donald Sutherland, Ewen Bremner, Alexis Dzienba, Ray Winstone. Guión: Andy Tennant, John Clafin y Daniel Zelman, sobre una historia de Clafin y Zelman. Fotografía: Don Burgess. Música: George Fenton. Edición: Troy Takaki y Tracey Wadmore-Smith. Presentada por Warner. 110 minutos. Sólo apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: regular
Matthew McCounaghey es desenvuelto, atlético y despechugado; la pizpireta Kate Hudson tiene encanto y pasta de comediante, y hubo entre ellos, alguna vez ( Cómo perder a un hombre en diez días ) cierta química. Tales atributos, a los que suman aquí destreza para desplazarse bajo el agua, no alcanzan para sostener el interés de una comedia de aventuras que quiere ser un capítulo submarino de La leyenda del tesoro perdido , pero naufraga irremediablemente por culpa de un libreto insulso, errático, sin inventiva y sin humor.
Los autores son los mismos de Anaconda 2 . En busca de la orquídea sangrienta (2004), que, en comparación, resultaba mucho más graciosa. Y quizá también más emotiva.
Acción bajo el agua
Porque Amor y tesoro pretende combinar humor, aventura y algo de romance. Para eso coloca en el centro de la escena a un matrimonio joven a punto de dejar de serlo. Se comprende: ella, historiadora (?) y él (cazador de tesoros) han dedicado los últimos ocho años a establecer el paradero de un galeón español cargado de joyas y hundido hace casi tres siglos en pleno Caribe, pero la irresponsabilidad del muchacho ha echado todo a perder: la misión y la pareja.
Ahora mismo, está por firmarse el divorcio en Key West, pero Finn, que tiene la esperanza de disuadir de su propósito a la mujer que todavía ama, llega tarde. Tiene una buena excusa: mientras su barco se quemaba y hundía con toda la documentación a bordo, él ha encontrado en el fondo del mar una pista reveladora de que el tesoro está cerca. Claro que sin barco, sin un dólar, lleno de deudas (el acreedor es un rapero de pocas pulgas que no suele perdonar demoras) y con la competencia acechando, la posibilidad de continuar la búsqueda se ha reducido a cero. De nada valen las explicaciones cuando llega chorreando al juzgado e intenta convencer a Tess de seguir con el amor y con el tesoro: la respuesta es un furibundo bastonazo.
No es el primer golpe ni el último que Finn recibirá a lo largo de la insípida historia: para proporcionárselos están el ex mentor y ahora rival y el rapero-gánster con sus secuaces, un grupo de malvados de historieta más torpes que temibles. Y habrá muchas ocasiones de pelea porque el destino quiere que un magnate británico que anda por la zona con su yate, sus millones y una hija que parece la réplica de Paris Hilton se interese en el asunto. Entre zambullida y zambullida, claro, habrá también tiempo para que el amor vuelva a encenderse entre Finn y Tess y para que padre e hija hagan escenitas sentimentaloides que nadie se cree.
¿Qué hace Donald aquí?
Hay acción bajo el agua, complicadas explicaciones sobre los motivos por los cuales el formidable tesoro (en realidad, la dote de la reina de España) fue a parar a una cueva submarina, persecuciones en todo tipo de vehículos y actores de prestigio inexplicablemente involucrados en el proyecto, como un Donald Sutherland de afectado acento británico y un Ray Winstone con pinta de pirata. A Alexis Dziena le toca el papel de la heredera tonta que se aburre lejos del jet-set y lo asume con una convicción casi sospechosa.
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