Cómo funciona el cuarteto de actrices que protagoniza 'La flor', la película de 14 horas de Mariano Llinás que ganó los principales premios del Festival de Cine Independiente
“Hoy a la mañana, en el living de casa, recordé dónde estaban las chicas mientras yo cuidaba a mi hijo y me puse a llorar”, cuenta Valeria Correa en el patiecito del Teatro Sarmiento, ese rincón surrealista de Buenos Aires, lindero al ex zoológico, en el que todavía se escuchan ciertos zumbidos, graznidos y otros sonidos de animales. “Empecé a cantarle a Bruno para que no pensara que estoy angustiada, porque no era angustia, ¡era algo que no sé cómo se llama!”. Es un día de otoño por excelencia, con sol y viento fresco; el clima está ideal para esperar debajo de los árboles a las demás integrantes de Piel de Lava, el conjunto de dramaturgas, directoras y actrices que hace quince años encontraron una forma personal de entender y ejercer la creación colectiva y desde entonces trabajan juntas en obras de teatro y películas, sin dejar nunca de darse espacio para otros proyectos individuales. Finalmente, Pilar Gamboa, Elisa Carricajo y Laura Paredes llegan a esta entrevista con novedades frescas del Bafici: acaba de terminar la función de prensa de la segunda parte de La flor, el film que protagonizan las cuatro, y la repercusión de los periodistas e invitados, dicen, fue muy buena. Ni ellas ni la cronista saben todavía que, unos días después de que haya tenido lugar esta nota —más precisamente el sábado pasado—, La flor ganará el premio a la Mejor Película en Competencia internacional de Bafici y que ellas se llevarán el premio a la Mejor(es) actriz(ces), en un gesto del jurado que ratifica la idea de que Piel de Lava es una maquinaria de ficción que implica mucho más que la suma de sus (cuatro) partes.
Por muchos motivos, La flor no fue un proyecto más, ni para ellas ni para la crítica ni para el público. Dirigido por Mariano Llinás y estrenado a exactamente diez años de Historias extraordinarias, el film tiene una duración de catorce horas, se proyecta en tres partes que hay que ver, idealmente, a lo largo de tres días consecutivos y el rodaje se llevó a cabo a lo largo de casi una década con Pilar, Elisa, Laura y Valeria como protagonistas, que interpretan por lo menos cinco papeles distintos. Suele decirse que las cosas malas llegan todas juntas, pero a veces pasa lo mismo con las buenas: el mismo mes en que se vio por primera vez completa la película que comenzaron a filmar cuando ninguna de ellas sabía hacer cine, las chicas estrenaron en el teatro Sarmiento la Retrospectiva Piel de Lava, donde vuelven a montar las cuatro obras que estrenaron desde que se creó el grupo . “Es emocionante, ¡es nuestra vida toda entera!”, sintetiza Pilar. Por eso, los sentimientos de estos días no tienen un nombre demasiado definido, ¿o acaso alguien sabe cómo se llama la sensación de ver el trabajo de tantos años condensado en un instante?
Claro que cada lenguaje artístico impone sus propias reglas para vincularse con el tiempo, y las Piel de Lava lo saben. Si en el cine el paso de los años queda forzosamente registrado con el correr de las escenas, el teatro opera de forma distinta: el vínculo con los textos del pasado siempre hace síntesis con el presente, porque para volver a dar vida a las obras hay que poner el cuerpo. “Cuando volvimos a leer las obras entendimos que no podíamos trabajar de la misma manera con todos los textos”, dice Valeria. Cada una de las piezas que componen la retrospectiva —que puede verse hasta el 3 de junio los viernes, sábados y domingos— supuso desafíos diferentes para ellas. Colores verdaderos, la primera obra del grupo, se estrenó en 2003. Y aunque los personajes de la historia tienen 25 años, una edad similar a la que tenían Elisa y Pilar cuando la actuaron, para la reposición decidieron no caer en la tentación de la interpretación aniñada. “Nos dimos cuenta de que si nos hacemos las nenotas, no iba a funcionar”, dice Pilar. “Y cuanto más actuaban desde el presente, más se iluminaban los supuestos veinticinco”, completa Laura, que por aquel entonces asistió a Valeria en la dirección. En el caso de Tren, estrenada originalmente en 2009, el paso de los años vino especialmente bien: las mujeres evangelistas que interpretaban eran de por sí un poco más grandes que las actrices en aquella primera vuelta. Museo, que se vio en el Espacio Callejón hasta 2015, tampoco era un problema porque las mujeres que son y las que habían sido no resultaban tan distintas. Pero, ¿qué hacer con Neblina, la segunda obra del grupo, en la que tres de las cuatro interpretaban a un conjunto de revolucionarias infiltradas en una banda pop? ¿Daba para hacerla a los casi cuarenta? Todas coincidieron en que era antinatural recrear la puesta tal como había sido y decidieron darle forma a Neblina revisitada, una conferencia performática en la que repasan el proceso creativo y abren algunas preguntas interesantes sobre el trabajo artístico: ¿qué es exactamente lo que esperaban que pasara con Neblina? ¿Por qué estaban tan ávidas de “pegarla” y qué significa “pegarla” en una escena tan endogámica como la del teatro off? “Nos emocionó descubrir esa clase de preguntas en los mails que nos mandábamos, y decidimos compartirlas porque son cuestionamientos vitales que aparecen para entender por qué hacés lo que hacés. Y porque además siguen vigentes, aunque haya algunas cosas que con los años se van aclarando”, piensa Elisa.
La invitación para hacer la retrospectiva les llegó de la mano de Vivi Tellas, que hace dos años ideó el programa Artistas en residencia, en la que diversos referentes de la escena teatral son convocados a llevar adelante un proyecto a largo plazo y a profundizar en la investigación de su lenguaje escénico. Es en este marco que las Piel de Lava vuelven a bucear en sus obras viejas, pero también estrenarán un trabajo nuevo a mitad de año (Petróleo) y están ofreciendo un workshop de creación grupal, una práctica que —a pesar de que todas pudieron construir una carrera sólida y autónoma, actuaron con directores como Javier Daulte o Rafael Spregelburd y son llamadas asiduamente para papeles en cine y televisión— reivindican como forma de vida. “Cuando trabajás en grupo dejás de pensar en la lógica de frontwoman y elenco; pasás a otra búsqueda que tiene que ver con generar sistema entre muchos. Y aparece una inteligencia escénica diferente”, analiza Laura. “No entendemos por qué en los talleres de formación actoral hay tantos grupos que después se disuelven. ¿Por qué la profesionalización implica desarmar esa potencia? Para nosotras, Piel de Lava siempre fue un espacio de experimentación. Cuando trabajás con directores por fuera de tu grupo, suelen llamarte para lo que sos más efectiva, para lo que ya se sabe que podés dar. Acá, en cambio, es todo posibilidad de probar”.
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