Peter Sellers, mucho más que un gran comediante
Demasiado joven, con el corazón averiado desde mediados de los 70, el 24 de julio de 1980, hace exactamente 40 años, moría Peter Sellers, el actor, el comediante inglés, una parte fundamental del éxito de la cultura británica en el mundo durante la década de oro de "lo British", la década de los Beatles. Está muy claro que no fueron solamente Los Beatles y Los Rolling Stones; ellos habían cambiado con la música, y Sellers había cambiado con el cine, y con Londres: comparar la Londres de mediados de los 50 de El quinteto de la muerte (uno de los cinco era Sellers, muy joven y con el pelo muy alto) con el swinging London de una década más tarde, cuando Sellers no paraba de ser exitoso: La pantera rosa, Dr. Insólito, What’s New Pussycat?, La fiesta inolvidable…
Una carrera más corta de lo que la comedia y el cine necesitaban, pero que empezó afortunadamente pronto: la BBC a principios de los 50, con el éxito de su humor y de su extraordinaria capacidad vocal -busquen en Spotify o en otros lados-, los éxitos en el cine y así desde Inglaterra a Hollywood, con muchas idas y vueltas. Y llegaría su última década, en la que tuvo un éxito temprano, en 1970, con Hay una chica en mi sopa junto a Goldie Hawn. Luego vendrían algunos años inciertos y el crecimiento de su fama de "difícil"... hasta el regreso del trabajo con Blake Edwards y las tres secuelas de los setenta de Clouseau y La pantera rosa y la vuelta del éxito, la taquilla y la popularidad.
Sellers fue considerado por muchos el actor cómico más grande del mundo. Parafraseando a Jean-Luc Godard y su idea de que "de algunas películas sólo se puede decir que son las mejores películas" sin que eso implique no poder decirlo enseguida de otra: Sellers fue el mejor. Hay pruebas para decir que otros lo fueron también, pero con cualquier secuencia de La fiesta inolvidable es suficiente para demostrar la pseudohipérbole sobre Sellers. Incluso, para quienes disfrutan lo que para otros es un oxímoron (la comicidad en una película de Kubrick), seguramente baste con mostrar la capacidad camaleónica de Sellers en sus personajes en Dr. Insólito. Sellers podía aprender a hablar como otro, otros de otros lugares, con una capacidad de variaciones delirante: era el rey de los acentos. Alguien que podía mutar y mutar, alguien que hasta llegó a decir que carecía de identidad y de personalidad propias. Sellers solo se hallaba dentro del disfraz, dentro de los disfraces.
Sellers, de vida sentimental y familiar intensa, complicada, atormentada, buscó durante su última década de vida un papel con denuedo: el de Chance, el protagonista de Desde el jardín. Desde que leyó la novela de Jerzy Kosinski, Sellers quiso ser Chance: lo quiso a principios de los 70, cuando su carrera estaba en un momento bajo, y siguió queriéndolo luego de volver al éxito con las secuelas de La pantera rosa. Y finalmente lo logró, dirigido por Hal Ashby, en la que fue su mejor película. También fue la mejor actuación de Sellers, y eso –en términos godardianos–no es desmerecer las otras grandes actuaciones del actor.
Es que la Sellers en Desde el jardín es, sencillamente, una de las mejores actuaciones cinematográficas de la historia. Al revisar hoy la película uno podría temer que el juego del simplón, retraído y analfabeto Chance y su ascenso social se vieran forzados, se notaran los hilos de las marionetas y de "los mensajes". Sin embargo, Desde el jardín no solamente mantiene sus méritos sino que los agiganta en el presente. El mundo se volvió aún más tonto, y sus giros en falso necesitan cada vez más de engranajes imposibles y que no lo desafíen como Chance: el hombre cuyo mayor mérito era no disfrazarse hacía creer a todos que manejaba todos los disfraces sociales.
Ese papel, nada menos, era el que soñaba hacer Sellers y lo hizo con una maestría que asombró y que sigue asombrando hoy en día ¿Cómo sostener desde la mirada una vacuidad que pudiera entender el espectador, que sí sabía la verdad sobre Chance y a la vez no evidenciar groseramente esa vacuidad ante los demás personajes? ¿Cómo caminar de forma tal de pisar con timidez y a la vez transmitir un extraño aplomo entendido como seguridad por el ambiente más poderoso de Washington? ¿Cómo dar peso a palabras dichas con la suavidad del tono del ídolo de Sellers, Stan Laurel? Esos eran solamente algunos de los tantos secretos de Sellers: sus recursos actorales eran prodigiosos, pero el rey de los acentos jamás fue el rey del énfasis, quizás por eso nunca ganó el Oscar. Fue nominado por el corto The Running Jumping & Standing Still Film, y como actor por Dr. Insólito y también por Desde el jardín. Dustin Hoffman le ganó en esa última oportunidad por Kramer vs. Kramer, que fue unos meses antes de la muerte de Sellers. Algunos dicen que de haberse muerto antes de la entrega de los premios Sellers, ganaba seguro. Y otros dicen que sin los bloopers o outtakes de los créditos de Desde el jardín (el intérprete estaba en contra de su inclusión) también hubiera ganado. Pero no fue así, y Sellers murió demasiado pronto.
Y pronto también se volvió un incomprendido, porque su arte era el de un cine grande, de pantalla grande y de grandes aciertos, que no significaban grandes aspavientos. Pero Sellers murió y el cine siguió, y descendió tanto que a principios del siglo XXI el director Stephen Hopkins hizo una biografía fílmica de Sellers llamada The Life and Death of Peter Sellers, un compendio de banalidades mostradas de formas aún más banales, uno de esos productos llenos de tics, amanerados, alejado de cualquier grado de elegancia y sutileza. Y para dejar en claro que la película jamás entendió a su biografiado y a su arte, Sellers fue interpretado por el australiano Geoffrey Rush, uno de esos actores intensos, faroleros, ridículamente gestuales, de los que creen que imitar de forma insistente es actuar: para Sellers, la capacidad de imitar era apenas un punto de partida para crear personajes.
La vacuidad de Chance era parte de un personaje nunca vacío, la vacuidad de la disparatada actuación de Rush era de esas vacuidades paradójicamente llenas de elementos inconducentes, una actuación horrible que también entendía mal a Sellers y a su arte, ese que el Oscar ofendió al ignorarlo y que volvió a ofender cuando le dio un Oscar a Geoffrey Rush por Claroscuro en 1997, lo que seguramente fue una de las razones de que pudiera interpretar y ofender todavía más la memoria de Sellers, otro de los grandes del siglo pasado que este siglo no sabe ni cómo empezar a recuperar. La mejor manera, por lo pronto, sería volver a ver El quinteto de la muerte, La fiesta inolvidable y Desde el jardín; y evitar The Life and Death of Peter Sellers.
Para volver a ver a Sellers en streaming
- El quinteto de la muerte (1955) está disponible en Qubit.tv
- La pantera rosa (1963) y Un disparo en la oscuridad (1964) están disponibles en Qubit.tv
- Dr. Insólito (1964) está disponible en Movistar Play, Flow y Qubit.tv
- La fiesta inolvidable (1968) está disponible en Qubit.tv
- El regreso de la pantera rosa (1975) y La venganza de la pantera rosa (1978) están disponibles en alquiler en Google Play Películas e iTunes
- Un cadáver a los postres (1976) está disponible en alquiler en iTunes y Google Play Películas
- Desde el jardín (1979) está disponible en alquiler en iTunes
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