Daniel Werner es productor y director de cine. Vive y trabaja en Villa Crespo y jamás se imaginó que pasaría cinco meses de su vida en una quinta de siete hectáreas a 40 kilómetros de la capital de Formosa entre vacas, carpinchos, tucanes silvestres, tapires y tres perros. Es que, el 19 de marzo pasado, cuando el presidente Alberto Fernández decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, estaba en Herradura –un destino donde muchos locales eligen pasar sus fines de semana–, terminando la tercera semana de rodaje de El monte, una película dirigida por el formoseño Sebastián Caulier. Fue entonces que Werner debió suspender el cronograma de rodaje y encargarse de que 35 personas, entre equipo técnico y artístico, pudieran volver a sus hogares. Para los formoseños del staff todo fue más fácil, pero para los porteños el productor tuvo que gestionar permisos a través de los ministerios de Cultura y de Transporte de la Nación, que derivaron en el alquiler de un bus de larga distancia para trasladar a cada uno hasta la puerta de su casa.
El problema más complejo fue que el camión que había transportado cámaras y luces valuadas en cientos de miles de dólares quedó impedido de circular. Varado en Formosa, el productor debió quedarse de algún modo a cargo de su custodia. Desde entonces, sus días transcurren en soledad, haciendo trabajo administrativo remoto y encendiendo cada tanto el camión y los generadores para asegurar su buen funcionamiento.
Su caso no es aislado. Según Vanessa Ragone, productora (El secreto de sus ojos, entre otras) y presidenta de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica (CAIC), la pandemia y la cuarentena golpean duramente al sector por dos frentes: "En principio, el cierre de las salas cinematográficas ha resultado muy grave para las películas que tenían fechas de estreno previstas para este año y contaban con los ingresos provenientes de esa fuente. Por otro lado, la imposibilidad de rodar ha detenido por completo nuestra actividad. Estamos trabajando desde lo privado y lo público en la confección de protocolos para volver cuando las fases sanitarias lo permitan, pero en este momento las empresas audiovisuales están prácticamente paralizadas".
Aunque ya incorporó la vida rural a su rutina, Werner (productor de Showroom, dirigida por Fernando Molnar y protagonizada por Diego Peretti) quiere volver a casa y está preocupado por cómo logrará terminar la película que lo condujo a Formosa. "Ya llevo gastados 300.000 pesos por encima del presupuesto que tenía previsto, no terminamos de filmar y no sabemos cómo vamos a solventar lo que nos falta. Todos los técnicos cobraron sus contratos completos y el editor está trabajando en un primer armado, pero vamos a necesitar una consideración de parte del INCAA", describe por teléfono.
Mientras tanto, a los trabajadores del cine y el mundo audiovisual los encierra una paradoja. Mientras que durante la cuarentena se ha da dado un boom del consumo audiovisual, en el que las series y películas hechas con su trabajo sirven para que en cada hogar el encierro sea más llevadero, ellos están impedidos de trabajar dada la suspensión de los rodajes. Según datos del Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA), las películas que quedaron suspendidas fueron 18 y los puestos de trabajo que se perdieron con esta crisis, alrededor de 15.000.
Es que la pandemia ha servido para poner sobre la mesa realidades hasta ahora invisibilizadas. Como explica Sebastián Blejman, secretario de la Asociación Argentina de Sonidistas Audiovisuales (ASA), "es en este contexto que los trabajadores audiovisuales, acostumbrados a sobrevivir a las crisis, iniciamos una campaña para dar a conocer que somos trabajadores discontinuos y eventuales, y que si no trabajamos, no cobramos. Esta realidad en la circunstancia que nos toca atravesar es durísima ya que llevamos más de 130 días inactivos".
De parte del Estado, las ayudas se hicieron esperar. Es que, dada su condición tributaria, la mayoría de los trabajadores del sector no pudieron aplicar al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y recién a mediados de julio el Ministerio de Cultura de la Nación, junto al Fondo Nacional de las Artes y la ANSES, lanzaron "de forma excepcional y extraordinaria" becas para trabajadores de la cultura de hasta 30.000 pesos en dos cuotas. Además, desde el sector privado, Netflix ofreció, a través de la Academia Argentina de Cine, el "Fondo de Ayuda Covid-19 para la Industria Cinematográfica y Audiovisual", destinado a brindar apoyo económico a los trabajadores del sector.
La suspensión de la actividad en las salas de cine afecta de manera directa al Fondo de Fomento Cinematográfico, destinado a producir cine nacional y gestionado a través del INCAA. Es que una parte de ese Fondo se nutre de un impuesto sobre cada entrada de cine vendida. Frente a esta situación urge para el sector que el Congreso trate un proyecto de ley presentado por el legislador Daniel Lipovetzky el año pasado, que busca que se derive hacia ese Fondo la mitad del 21% de IVA que ya pagan los abonados a las plataformas de streaming (donde hoy circula el mayor caudal de visionado de películas).
Además, el 23 de julio pasado y tras una denuncia de la que aún no se conocen sus responsables, la sede del INCAA fue allanada. Según trascendió, la Justicia requirió todos los expedientes administrativos originales en los que el INCAA haya otorgado subsidios a partir del 15 de diciembre pasado. Al parecer la denuncia involucra a las nuevas autoridades: el director de La historia oficial Luis Puenzo, que oficia como presidente del instituto, y su vice, el productor Nicolás Batlle. Tras el operativo, el INCAA emitió un comunicado en el que aseguró: "La información allanada es pública y está disponible en la página del organismo".
Con respecto a los pagos realizados por la actual administración, explicaron que la mayoría de ellos saldaron deudas por compromisos contraídos en ejercicios anteriores. Más allá de la repercusión mediática del asunto –una constante en el tiempo desde ciertos formadores de opinión que buscan desprestigiar el aporte estatal a la industria del cine argentino, regulado por Ley Nacional desde 1968–, lo cierto es que esta denuncia y la incautación de los documentos han profundizado la parálisis de un sector que, en gran medida, depende del apoyo del INCAA para llevar adelante su cadena de producción.
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Existen otras demandas urgentes que no entienden de pandemias y también se han instalado en la agenda cinematográfica durante este inesperado parate. Tal es el caso del cupo de género y federal, y otras políticas trasversales de paridad, que a través del Frente Audiovisual Feminista Federal (FAFF) se están solicitando al INCAA. Para entenderlas hay que conocer la desigualdad de género histórica que existe en el sector. Según datos del Observatorio de la Industria Audiovisual Argentina, el porcentaje de egresadas mujeres de carreras audiovisuales es del 61%, pero ellas ocupan solo el 38% de los puestos de trabajo (con salarios por debajo de la media) y han dirigido nada más que el 19% del total de los largometrajes argentinos estrenados durante 2018. Para el caso de identidades no binarias, travestis y trans, la subrepresentación es tal que no se encuentran siquiera datos estadísticos.
Durante la cuarentena desde el FAFF (formado por 21 colectivos de todo el país) se inició una campaña en redes y medios para visibilizar la situación de desigualdad de género y el hecho de que las mujeres son las más afectadas por la suspensión de la actividad. Se elaboró un documento con datos y estadísticas al respecto, se juntaron 800 firmas (adhirieron Lucrecia Martel y Albertina Carri) y el mismo fue presentado a la Asamblea Federal (uno de los órganos de gobierno del INCAA) para impulsar que se implementen políticas de paridad.
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Tóxico es una película distópica en la que una epidemia de insomnio deviene en una catástrofe que altera la vida, mientras Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano) huyen de la ciudad para escapar de la enfermedad. Estrenada el 23 de abril pasado en streaming a través de la plataforma Cine. Ar, pronto se volvió noticia y fenómeno dados su carácter anticipatorio y las similitudes que presentó con la inesperada realidad de la pandemia
Ariel Martínez Herrera, su director, cuenta: "Estábamos con el lanzamiento para salas en marcha cuando empezó el aislamiento y se cerraron los cines. Así que pasamos automáticamente al programa de estrenos digitales de emergencia y, aunque es raro decirlo, dentro del caos general, funcionó muy bien: nos abarató los costos de logística, federalizó el estreno, permitió notas de todo tipo (en los diarios más importantes y en medios pequeños de cada pueblo) y todo eso generó una audiencia impensada para la película. La terminaron viendo 60.000 personas durante la semana del estreno en Cine. Ar y ahora está en Flow, en alquiler por 30 pesos, con muy buenos resultados".
El informe de audiencia del INCAA indica que de abril a julio el ciclo Jueves Estrenos (que combina dos proyecciones en el canal de cable de Cine.Ar y una semana de streaming gratuito en la plataforma Cine. Ar Play) ha lanzado 33 películas nacionales con un alcance acumulado a más de 965.800 hogares en la TV (según promedio de rating de Ibope) y más de 158.000 visualizaciones en la web. En el top de los largometrajes más vistos figuran Yo, adolescente, de Lucas Santa Ana, luego Tóxico y en tercer lugar el documental sobre el basquetbolista Fabricio Oberto Reset. Volver a empezar, dirigido por Alejandro Hartmann.
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La 22° edición del BAFICI estaba prevista para abril pasado y debió suspenderse por la pandemia. Para el mismo el mundo del cine esperaba otro acontecimiento: la apertura del Cine Arte Lumière, donde hasta julio de 2019 funcionaban las salas del BAMA. El emblemático cine de Diagonal Norte, a pocos metros del Obelisco, estaba siendo reformado y tenía prevista la reinauguración de tres salas con un total de 320 butacas.
Oscar Feito, periodista, fundador de La Trastienda y socio del proyecto, cuenta: "De un día para otro fuimos de lo físico al startup del sitio para empezar a proyectar en streaming. Si bien teníamos previsto contar con una Sala Virtual, toda la programación pasó directamente a la web. Lo asumimos como parte de la difusión e instalación de nuestra marca".
Para Feito, la nueva virtualidad ha contribuido a formar una comunidad de espectadores. "Estamos sorprendidos y contentos por la receptividad. Estrenamos cada jueves una película cuyo acceso es gratuito, basta con loguearse. Llevamos ya diez semanas de trabajo. Tenemos un promedio de mil visitas por película, que continúan online, disponibles para ver en cualquier momento". Con una programación que se nutre de títulos europeos y asiáticos de "autor" como El árbol de peras silvestres, del turco Nuri Bilge Ceylan, La decisión, del iraní Vahid Jalilvand o La lección, de los realizadores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov, Feito cuenta que tienen previsto el estreno de títulos online para los próximos tres meses, aunque mantiene la esperanza de poder abrir la sala antes de ese lapso.
Pero para la reactivación del sector, parece que habrá que esperar. Para Ragone, de la Cámara de la Industria Cinematográfica, "la vuelta será posible solo cuando haya una vacuna. Tenemos una actividad de contacto, que se extiende en el tiempo. Un rodaje puede implicar entre seis y ocho semanas de trabajo intensivo con un grupo grande de gente. Para retomar esta actividad es necesario tener las mayores certezas posibles de que no se producirán contagios. Mientras tanto, se pueden desarrollar proyectos en remoto, pensar en rodajes más pequeños, documentales o animaciones. Pero para que el cine argentino de ficción en escala más industrial pueda restablecerse, creo que falta un tiempo más extenso".
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