Nieve, amor y una nueva vida: en busca de la película navideña perfecta
Caras sonrientes, copos de nieve y detalles en rojo, blanco y verde. Casi indistinguibles entre sí son las carátulas de las películas navideñas que invaden los servicios de streaming y las señales de cable cada diciembre. Siguiendo una tradición de los Estados Unidos –donde se producen la enorme mayoría de estos films– el último mes del año está signado por los estrenos y la recuperación de clásicos que tienen a la Navidad como escenario, tema e inspiración.
La película navideña se convirtió en un subgénero, cuya definición es más intuitiva que formal. En resumen, es fácil de reconocer a uno de sus exponentes, pero sus límites son difusos (como lo demuestra el debate que arrasa las redes por estos días: ¿Duro de matar es una película navideña?). Una descripción posible es que se trata de un film que no sólo transcurre en la época de las Fiestas sino que además le da a esa fecha un estatus de momento mágico, en el que todo es posible y que invita a la redención, reflexión y transformación. Todo lo que un personaje no ha podido comprender sobre el sentido de su vida o los cambios que no pudo hacer hasta ese momento son posibles a partir de una serie de hechos que sólo suceden en esa fecha. La magia de la Navidad en estas películas implica una revelación y/o la capacidad de transformar la vida de los personajes (o sea que sí: Duro de matar es una película navideña).
El origen de esta idea central se puede rastrear a Un cuento de Navidad, de Charles Dickens, que tuvo múltiples adaptaciones a la pantalla, desde una animada con Mickey como protagonista hasta una comedia situada en la Nueva York de los 80, como Los fantasmas contraatacan, protagonizada por Bill Murray. Pero además de sus muchas versiones, el espíritu del relato de Dickens está presente en los clásicos navideños como ¡Qué bello es vivir!, de Frank Capra, y Milagro en la calle 34, entre muchos otros. En estos films, como sucede en Un cuento de Navidad, el dinero y la ambición traen problemas y la solución está en los afectos y la solidaridad.
Inspirados en aquellas películas que contienen enseñanzas sobre el valor del amor verdadero y la familia, se generó una exitosa unión de un género popular adornado para las Fiestas: la comedia romántica navideña. Desde ejemplos del Hollywood clásico, como El bazar de las sorpresas y Navidad en Connecticut, hasta films que se ganaron el corazón del público contemporáneo, como Realmente amor, El descanso y Mientras dormías, el calendario cinematográfico incluye al menos una novedad dentro del género cada año.
A 2019 le tocó en suerte Last Christmas: otra oportunidad para amar, dirigida por Paul Feig (Damas en guerra) y escrita por Emma Thompson junto con Bryony Kimmings, actualmente en cartel en los cines argentinos. Con las canciones de George Michael como fondo e inspiración, el film protagonizado por la exMadre de DragonesEmilia Clarke y Henry Golding, el galán de Locamente millonarios, cuenta la historia de Kate, una mujer joven que atravesó un serio problema de salud y a quien las cosas no le están saliendo muy bien. Ella es egoísta y sufre las consecuencias de sus malas decisiones; en resumen, es la protagonista perfecta para una película navideña. Frente al negocio de venta de artículos festivos en el que trabaja, disfrazada de duende de Papá Noel, conoce a Tom, un hombre tan atractivo como misterioso, quien la incentiva a perseguir su sueño de ser cantante y la ayuda a hacer los cambios necesarios para mejorar su vida. Todo sucede en una Londres nevada, escenario ideal para este tipo de película. Y por supuesto que hay algo más de magia navideña para completar el cuadro, que es mejor no revelar.
"Se la define como una comedia romántica pero esencialmente es una comedia romántica para uno mismo –dijo Clarke sobre la película en una entrevista con la revista Vogue–. Kate necesitaba que le mostraran la manera de ser amable con ella misma, porque esa es la única forma en que podemos tener el espacio, el tiempo y la energía para amar a otra persona. Me encantó ese mensaje para una chica joven".
Más allá de la especificidad de las etiquetas, Last Christmas generó grandes expectativas como el estreno navideño del año, por tener protagonistas de moda, un director que hizo algunas de las mejores comedias de la última década y a Emma Thompson como guionista. Pero también por su origen, ya que si bien Hollywood es reconocida como la fábrica de algunas de las historias más fantásticas y melosas que llegaron a la pantalla, el cine británico le dio una insospechada pelea por el título con Realmente amor, una película que no le teme al sentimentalismo más explícito.
El film de Richard Curtis, estrenado en 2003, se convirtió en un clásico instantáneo con sus historias de distintos tipos de amor. La clave del film es su elenco, que reúne a intérpretes tan brillantes como la propia Thompson, Hugh Grant, Alan Rickman, Liam Neeson, Keira Knightley, Colin Firth, Laura Linney y Martin Freeman, entre otros. Lindas locaciones y el mega hit de Mariah Carey, "All I Want For Christmas", completan la receta para el éxito.
Lo que pasa con este film –desparejo pero amado por el público– tiene mucho que ver con la relación que el espectador establece con las películas navideñas. Como si estuviese infundido por un espíritu con mayor compasión que durante el resto del año, a los films navideños se les perdonan tramas sin mayor sentido, personajes sin el desarrollo necesario y otros pecados inadmisibles en otros géneros. No todo el público los acepta, pero para muchas personas, verlos es parte de la festividad y disfrutan hasta de la propuesta más empalagosa.
"La gente quiere historias de redención, quieren escuchar relatos sobre familias que se unen -dijo Alonso Duralde, experto en el género y autor del libro Have Yourself a Movie Little Christmas, en una entrevista con CNN–. Hasta para quienes no se llevan bien con su familia, ya sea que los vean o no durante las fiestas, les gusta alimentar la idea de que algún día, pasará algo mágico y todo será perdonado, que esa conversación que nunca van a tener suceda y arregle todo"
Así lo entendieron también algunas señales de cable norteamericanas que desde hace tiempo decidieron, además de continuar con las reposiciones de clásicos navideños, producir sus propias películas para calmar la sed del público durante la temporada festiva. Con aquellas películas que contienen enseñanzas sobre el valor del amor verdadero y la familia como faro, los productores de Hallmark y Lifetime, entre otras, crearon un modelo dentro del subgénero, una comedia romántica navideña que tiene reglas propias, clichés (que son la base de su construcción) y hasta una especie de pequeño star system. En la era del streaming, Netflix también se volcó a este tipo de producciones.
Entre sus estrenos de este año, la plataforma tiene una cierta variedad en cuanto al público al que apuntan pero respetando los códigos de esta vertiente del subgénero. La fantasía de que la Navidad es una época en la que una persona puede cambiar su vida y encontrar el amor verdadero está presente en todas estas películas y llega a niveles altísimos de suspensión de la incredulidad, como sucede en la trilogía de Un príncipe en Navidad.
Uno de los clichés a los que este tipo de films vuelve una y otra vez es al relato centrado en una chica común, bonita e inteligente, que conoce a un hombre que resulta ser el príncipe de un pequeño pero rico reino ficticio con un nombre como "Aldovia", en el que siempre nieva, hay problemas de sucesión del trono, algún familiar malvado que atenta contra los planes de la pareja principal, algunos personajes graciosos y, por supuesto, un final feliz. Un príncipe de Navidad está construida sobre ese modelo, con una joven periodista (Rose McIver) que se hace pasar por profesora de la princesa para quedarse en el palacio y conseguir la primicia sobre la decisión del príncipe sobre quedarse en el trono o abdicar. Por suerte, dada su falta de ética periodística, termina enamorándose del príncipe (Ben Lamb), comprometiéndose con él y abandonando su trabajo para hacer un blog sobre sus propias experiencias.
Aunque Netflix no publica datos de audiencia de sus producciones, podemos suponer que la película fue un éxito, porque un año después de su estreno, en 2018, llegó Un príncipe de Navidad: boda real y, esta temporada, el ¿cierre? de la trilogía, Un príncipe de Navidad: bebé real. Las aventuras de la ahora reina son cada vez más delirantes y ponen a prueba la pasión del espectador por este tipo de films, aún la de aquellos que adhieren al concepto "tan mala que es buena".
Para los fanáticos de estas películas, que tienen casi como obligación llevar la palabra "Navidad" en el título, ese concepto tiene más bien que ver con la idea de que entrar a un universo de fantasía extrema romántica tiene un valor mayor al de un buen guion, con personajes complejos y diálogos ingeniosos. En cuanto a la puesta en escena, todo está al servicio de esa fantasía y no hay espacio para un trabajo más experimental o sutil. Un ejemplo es el nuevo estreno de Netflix, El caballero de la Navidad, en el que un caballero medieval aparece por arte de magia en la actualidad y se enamora de una profesora de ciencias, interpretada por Vanessa Hudgens (High School Musical), quien ya había protagonizado otra propuesta navideña del servicio, Intercambio de princesas.
Una de las novedades más esperadas de esta temporada es Navidad en África, de Ernie Barbarash, con Kristen Davis como una mujer recién separada, cuyo hijo acaba de irse a la universidad, que decide irse sola a la segunda luna de miel que había planeado, en África. Ahí conoce a un piloto, interpretado por Rob Lowe, que la lleva a un refugio para elefantes, en donde encuentra un nuevo propósito para su vida. El film es un poco más accesible para quienes los enredos de princesas en Navidad les resulten demasiado empalagosos, aunque está claro que no es apta para cínicos.
La gran sorpresa de las nueva películas navideñas de Netflix es Noches blancas, dirigida por Luke Snellin, basada en un libro de Maureen Johnson, John Green, and Lauren Myracle. Con un elenco de actores adolescentes destacados, que incluye a Kiernan Shipka (El mundo oculto de Sabrina) y Liv Hewson (Santa Clarita Diet), cuenta varias historias de amor diversas, de amistad y también familiares, que se cruzan durante una Nochebuena nevada. El carisma inoxidable de Joan Cusack como un personaje excéntrico que recorre el pueblo y una banda de sonido excelente colaboran para que el film sorprenda con su acertada mezcla de coming of age con comedia romántica navideña.
Lejos de la obra maestra, una película como Noches blancas demuestra que se puede hacer más con el género que llevar al extremo esos clichés, tan establecidos que un bot fue capaz de escribir una película navideña como parte de un experimento y el resultado no parecía tan lejano al de algunos films que llegan a las pantallas. Como lo demuestran varios clásicos, la comedia romántica navideña puede ser mucho más.
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