Película no apta para escépticos
"El Expreso Polar" ("The Polar Express", Estados Unidos/2004). Dirección: Robert Zemeckis. Con Tom Hanks, Leslie Zemeckis, Eddie Deezen, Nona Gaye, Peter Scolari y Michael Jeter. Guión: Robert Zemeckis y William Broyles Jr., basado en el libro de Chris Van Allsburg. Fotografía: Don Burgess y Robert Presley. Música: Alan Silvestri. Edición: R. Orlando Duenas y Jeremiah O´Driscoll. Diseño de producción: Rick Carter y Doug Chiang. Producción presentada por Warner Bros en versión original con subtítulos y en versión doblada al español. Duración: 99 minutos. Apta para todo público.
Más allá de la proeza visual de haber rodado por primera vez una película íntegra con la técnica de captura de movimiento (proceso por el cual la actuación en vivo de los intérpretes se filma digitalmente con cámaras computarizadas y sirve como base para el posterior trabajo de animación), "El expreso polar" carece por momentos del encanto, de la sensibilidad y de la emoción de otras historias infantiles de corte fantástico como, por ejemplo, las de Harry Potter.
Robert Zemeckis, el cotizado director de "Volver al futuro", "¿Quién engañó a Roger Rabbit?", "Forrest Gump" y "Náufrago", demuestra en algunos pasajes (como la antológica secuencia en que un boleto de tren vuela en medio de una tormenta de nieve para finalmente regresar a manos de su dueño) su maestría narrativa y su sentido del gran espectáculo, pero "El expreso polar", especialmente durante su media hora final, carece de hondura dramática y termina cayendo en diálogos ampulosos con apelaciones tan bienintencionadas como banales a recuperar el espíritu navideño, o en escenas artificiales con la de miles de duendes adorando a un Papá Noel convertido en una suerte de estrella pop.
De todas maneras, durante la primera hora de metraje, las desventuras del protagonista -un típico niño de ocho años que en los años 50 empieza a descreer de la mitología navideña- a bordo del tren del título que lo conduce junto a otros chicos al Polo Norte para que redescubra el imaginario de las fiestas, resultarán bastante atrapantes para una audiencia de entre 6 y 12 años, y también para los adultos que quieran disfrutar del colosal despliegue de recursos formales de esta superproducción de 165 millones de dólares de presupuesto.
Zemeckis y su actor fetiche, Tom Hanks (ambos, coproductores del proyecto) se dieron varios gustos, como, por ejemplo, que el actor interpretara (o prestara su voz) a seis personajes diferentes, desde el niño protagonista hasta Papá Noel, pasando por el guarda del tren o por un fantasma que viaja en los techos de los vagones.
El ritmo frenético de la narración del viaje en el expreso se asemeja, por momentos, a una vuelta en montaña rusa en un parque de diversiones: mucha adrenalina, pero escaso sustento emocional. En otros pasajes, en cambio, Zemeckis deleita con algunos logrados números musicales, como el de un grupo de mozos que sirve chocolate caliente a los menudos pasajeros. De todas maneras, y pese a que la duración apenas excede la hora y media, da la sensación de que "El expreso polar" carece de un eje sólido y de un crescendo dramático que sostenga el interés del espectador. En este sentido, hay que tener en cuenta que el exitoso libro original, publicado en 1985 por el escritor e ilustrador Chris Van Allsburg, tiene apenas 32 páginas. Ante semejante ejercicio de síntesis, era prácticamente obvio que la transposición cinematográfica iba a resultar demasiado alargada y menos concisa.
Como ocurrió en el caso de Gollum, el personaje de "El señor de los anillos" creado con la misma técnica de captación de la actuación de un intérprete de carne y hueso que luego se convierte en personaje virtual, los avances en materia de animación digital siguen desafiando año tras año la capacidad de asombro del espectador, aunque todavía se perciben algunas flaquezas en ciertos movimientos corporales y en algunas expresiones y gestos faciales.
Así, entre sus logros visuales y sus flaquezas dramáticas, entre sus grandes momentos que recuerdan al mejor Zemeckis y su elemental apego a las convenciones básicas de la corrección política, "El expreso polar" deja un saldo desigual pero positivo, que lo convierten en un digno exponente del cine de entretenimiento familiar. Eso sí: agnósticos, incrédulos y escépticos, abstenerse.
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