Con El hilo fantasma, la sociedad artística de Paul Thomas Anderson y Daniel Day Lewis llega a su fin
No es habitual que el estreno en los cines argentinos de una de las candidatas al Oscar como mejor película ocurra después de la entrega de premios. Y mucho menos cuando el título en cuestión llega precedida por los mejores elogios y por la particularidad de que su protagonista (también candidato al Oscar de este año como mejor actor) decidiera voluntariamente abandonar el cine después de esta actuación. Pero ni el casi unánime veredicto favorable de la crítica internacional ni la expectativa por ver actuar (¿por última vez?) a Daniel Day-Lewis alteró los planes originales de la distribuidora UIP.
El hilo fantasma (Phantom Thread) llega a las salas locales mañana, diez días exactos después de la ceremonia a la que había llegado con la elevada expectativa de sus seis nominaciones. Solo una de ellas se transformó en premio, la de mejor vestuario. De hecho, era la favorita en este rubro. Y ese reconocimiento fue visto por casi todos como algo casi natural: el eje narrativo de El hilo fantasma es la historia de amor que une a un prestigioso diseñador de moda llamado Reynolds Woodcock (Day-Lewis), el más prestigioso y brillante de su tiempo (la década de 1950) en Londres y su inesperada musa, una camarera de misterioso origen (Vicky Krieps) que enfrenta y resiste su maniático y obsesivo comportamiento hacia las mujeres. En el medio, la silenciosa y severa hermana del modisto (Leslie Manville, nominada al Oscar), cuya influencia resulta tan imperceptible como decisiva.
Si nos quedamos por culpa de un estreno demorado con las ganas de acompañar todo el camino previo hacia el Oscar de la película y entender por qué los votantes de la Academia de Hollywood convirtieron a la nueva película de Paul Thomas Anderson como una de sus predilectas a la hora de elegir a los nominados de esta temporada, hay que reconocer que el lanzamiento local de El hilo fantasma tiene bastante de oportuno para los observadores más agudos de estas cuestiones. De hecho, aparecieron después de la ceremonia varias noticias relevantes alrededor de los próximos proyectos del director de El hilo fantasma y también, aunque parezca insólito, de lo que podría depararnos el Oscar 2019. Todo desde una perspectiva muy diferente a la que propone la película, un relato que como todo lo que pasa con Anderson resulta ajeno a las modas (aunque su nueva película hable más que nada de moda), a los debates corrientes y a las temáticas dominantes en el mundo Hollywood.
No hay nada en el mundo que se parezca a las películas de Paul Thomas Anderson y, por extensión, a El hilo fantasma: su trama, su manera de narrar, el vínculo que se establece entre los personajes, el modo en que la partitura musical (una extraordinaria banda de sonido compuesta por el Radiohead Jonny Greenwood) determina algunos movimientos de la acción, el modo hitchcockiano con el que se construye el suspenso.
Anderson nos sorprende de igual modo con todas las noticias posOscar que remiten a él. Ahora sabemos que el momento más celebrado de la última entrega del Oscar, el único que pareció romper la tediosa previsibilidad de una ceremonia marcada por la necesidad de acentuar la corrección política. Tiffany Haddish y Maya Rudolph (la mujer de Anderson desde 2001 y madre de sus cuatro hijos) se conocieron un par de días antes de la ceremonia, pero al presentar en escena dos de los premios el domingo 4 parecían amigas de toda la vida.
Hubo consenso de inmediato en señalar que el gran momento compartido por ambas merecía tener una continuación lo antes posible, y la propia Haddish respondió a esa expectativa hace un par de días al hablar con su colega Tracy Morgan por TV. Dijo que ella, Rudolph y Anderson estuvieron intercambiando ideas alrededor de un posible futuro film. "Antes del Oscar mucha gente me venía diciendo que tenía que conocer a Maya y que seguramente funcionaríamos muy bien juntas. Hoy, Maya es la estrella de la vida de Paul Thomas Anderson. Si yo pudiera ser por un momento una minúscula coestrella de esta historia sería algo súper extraordinario para mí. Estaría muy feliz", señaló Haddish, casi como respuesta agradecida a un gesto que el propio Anderson hizo público en Nueva York, hace algunas semanas, durante una ceremonia de la temporada de premios que acaba de concluir. En esa ocasión le pidió a Leslie Manville que leyera desde el micrófono el número de teléfono del director, con la esperanza de que Haddish tomara nota y le hiciera un llamado.
Este futuro está abierto y lleno de sorpresas. Anderson es un cineasta de temperamento abierto, así como los intérpretes que suele elegir para sus películas, y cada rodaje está marcado por situaciones e instancias de fuerte impacto emocional. El propio Anderson contó que el rodaje de El hilo fantasma se inició en Inglaterra el día en que Donald Trump asumió formalmente la presidencia de Estados Unidos. Anderson acababa de volver de Estados Unidos, donde no solamente votó. También hizo explícito su apoyo a Hillary Clinton. "Empezar una película así fue durísimo. Nadie podía concentrarse durante los primeros días", relató a The Guardian. Habló de las reacciones claustrofóbicas de Krieps y de la tristeza que Day-Lewis no podía ocultar, con la decisión de abandonar la actuación ya resuelta.
Así como las tensiones marcaron el comienzo del rodaje, el final estuvo teñido de profundo dolor. En esa última jornada falleció Jonathan Demme, a quien Anderson siempre consideró como su mentor. "Siempre nos envuelve la melancolía al final de un rodaje. Al día siguiente estaba en vuelo hacia su funeral, envuelto en otro tipo de tristeza. Tenia la sensación de estar hundido en las heladas aguas de la mortalidad", señaló.
Diez años después de la triunfal colaboración con Day-Lewis en Petróleo sangriento, coronada con ocho nominaciones al Oscar y el premio al mejor actor, director e intérprete se reencontraron para llevar adelante un proyecto cuya preparación resultó tan meticulosa como la personalidad de su protagonista. " Montones y montones de conversaciones telefónicas e intercambios de mensajes de texto. Viajes a Irlanda. Viajes a Londres. Viajes a Nueva York. Visitas a museos, a teatros de ópera, a funciones de ballet. Y también a la cima de varias montañas, con hermosos recuerdos de todo lo que cocinamos juntos allí. Hemos pasado muchísimo tiempo en el departamento de vestuario del New York City Ballet, en contacto con las cosas elementales que Daniel necesitaba saber para su personaje", recordó Anderson a la publicación especializada británica Screen International.
Un trabajo tan minucioso abrió más de una incógnita, alimentada por recientes declaraciones de Manville y de Krieps. Las dos figuras femeninas de la película contaron que hay varias escenas (algunas ciertamente extensas) que Anderson hizo y luego decidió voluntariamente dejar afuera del corte final. De hecho, el primer montaje de la película habría tenido una extensión cercana a las cuatro horas. ¿Habrá una versión más amplia con corte del director en una futura edición para consumo hogareño?
No tardaremos en saberlo. Y lo mismo ocurrirá con el futuro proyecto de Anderson, seguramente con Tiffany Haddish como figura central. Ambos ya se contactaron, según relató el director a Los Angeles Times. Y lo que Anderson cuenta allí es razón suficiente como para imaginar que su próxima película tendrá sí o sí a la carismática actriz: "Me pasó con ella lo mismo que sentí cuando vi por primera vez a Adam Sandler. No sólo es divertida. Es una persona de enorme bravura. Siento como si la conociera desde hace mucho tiempo. Y con Maya pueden hacer una pareja explosiva. Un gran equipo".
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