Paolo Sorrentino conmovió a Venecia con su film autobiográfico: “Yo creo en el poder semidivino de Maradona”
Ha sido la mano de Dios recupera el hecho de que el director de La grande bellezza sobreviviera al accidente en el que murieron sus padres gracias a su fanatismo por el futbolista durante su época del Nápoli
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VENECIA.- ¿Un nuevo capolavoro de Paolo Sorrentino, cineasta que ganó el Oscar con La grande bellezza y famoso por las series The Young Pope y The New Pope? Es la gran pregunta que quedó flotando hoy en el ambiente de la Mostra del Cine, en la que se estrenó la muy esperada E’ stata la mano di Dio (Fue la mano de Dios, que se verá en la Argentina por Netflix), película autobiográfica con la que por primera vez Sorrentino se mostró al desnudo. Y que ilusionó a los italianos con alcanzar, quizás, el León de Oro de esta 78a. edición del festival de cine más antiguo del mundo.
Sorrentino muestra en la cinta su historia más personal y exhibe un enorme dolor, pero sin caer en sentimentalismos. Incluso con algunas escenas hilarantes, cuenta su adolescencia, marcada por la irrupción en Nápoles de Diego Armando Maradona –ídolo que rescató a la ciudad del Vesubio de las humillaciones y le hizo recuperar su orgullo–, así como por el drama de la trágica muerte de sus dos padres.
El protagonista de la película, que se llevó varios minutos de aplausos, es Fabietto, un chico de 17 años interpretado magistralmente por el desconocido actor Filippo Scotti, que busca su lugar en el mundo. El alterego de Sorrentino vive contento junto a su extraordinaria familia típicamente napolitana, con personajes increíbles y en la que el impecable actor Toni Servillo (protagonista de La grande bellezza, Il divo y otras películas) hace de padre. Fabietto es un estudiante de secundario tímido y torpe que, como todos los napolitanos, enloquece con la llegada de Maradona a la ciudad, en julio de 1984. Una verdadera revolución, ocurrida después de la millonaria y agónica compra del astro argentino por parte del Nápoles, incierta hasta último minuto. “Si no viene Maradona me mato”, llega a decir durante el film unos de los viejos tíos de Fabietto, el mismo que, durante el entierro de sus padres –quienes mueren en un accidente en su casa de montaña– al darse cuenta de que el joven se salvó de morir junto a ellos porque ese fin de semana había preferido seguirlo a Maradona y al Nápoles, que jugaba de visitante contra el Empoli, exclama: “¡Ha sido la mano de Dios!”.
“Es una bellísima frase, paradójica porque fue dicha por un jugador de fútbol, que se refiere a la única parte del cuerpo que no puede usarse en el fútbol y que me parecía una buena metáfora”, explicó Sorrentino en una conferencia de prensa. “Era una frase emblemática y es un título que exagera la casualidad de la vida y los poderes divinos. Y yo creo en el poder semidivino de Maradona”, agregó el cineasta, que siempre hizo saber que pensaba que gracias a Maradona se había salvado del accidente por una fuga de monóxido de carbono en el que perdió a sus padres, en su casa de montaña de Roccaraso.
Aunque no es para nada una película sobre “el Diego” como podría parecer por el título, Maradona está presente en toda la cinta, en la que aparece en la pantalla de viejos televisores en entrenamientos y, por supuesto, en la recordada jugada de la mano de Dios, el partido contra Inglaterra del Mundial 86, con que marcó un gol. Una jugada que, según el mismo viejo tío antes citado, representaba “un acto político” contra el imperialismo después de la guerra de las Malvinas.
Cuando LA NACION le preguntó a Sorrentino si había podido hablar con Maradona de la película, el director contestó que no. “Hubiera sido mi sueño mostrarle esta película, pero no, no pude hablar con él, no era un hombre accesible”, dijo. Negó, por otro lado, que el futbolista hubiera intentado iniciarle una causa judicial por el uso de su legendaria frase sobre la mano de Dios para el título, algo que consideró que, quizás, pudo haber salido de su entorno.
¿Qué sintió cuando Maradona murió, el 25 de noviembre del año pasado? “Lo que uno siente cuando muere una persona se llama luto, no es expresable con palabras, o al menos, no soy capaz”, contestó el cineasta, parco y muy bronceado. También Fabietto en la película no logra expresar con palabras el dolor de la muerte de sus padres.
¿Por qué Sorrentino quiso compartir ahora una historia tan personal, en una película que aparece también como un homenaje a sus padres y a Nápoles? “A un cierto punto se hacen balances y me di cuenta de que había habido una gran parte de amor en mi vida de adolescente, pero también una parte muy dolorosa. Me pareció que todo esto podía declinar en una forma cinematográfica y quizás lo hice ahora porque tengo la edad justa: cumplí 50 años, una edad bastante grande y madura para enfrentar un film personal”, dijo. “Además, tengo un amigo que siempre me dice que nunca hago cosas personales, que bien o mal, me provocó y es como que recogí el guante”, agregó.
Admitió, en efecto, que para esta película necesitó un coraje distinto al de sus producciones anteriores. “Hacía falta un coraje diferente, pero la verdad es que el coraje fue más necesario para escribirlo, que para hacerlo”, destacó. Más allá del tema personal, del dolor por la pérdida muy chico de sus padres, ese quedarse solo y confundido que transitó y expuso, durante el rodaje se fueron dando las típicas dinámicas de trabajo en equipo y cotidianidad que hicieron que se esfumara el miedo a enfrentar temas tan delicados, según precisó.
Tampoco descartó que hacer esta película tan íntima y conmovedora no pueda significar un giro en su carrera. “Veremos. Hace 20 años vine aquí (con L’uomo in piú, siempre protagonizado por Servillo) y fue para mí el inicio. Me gusta pensar que vengo aquí para un nuevo inicio. Seguramente es un film distinto, es un film que no se podía hacer como los otros, es un film muy simple a nivel estilo porque concentrado sobre sentimientos”, admitió.
En la segunda jornada de un festival marcado por gran presencia de estrellas y celebrities, así como por restricciones y controles anti-coronavirus, también pudo verse The Power of the Dog, última película de la célebre cineasta Jane Campion (La lección de piano), que también se llevó aplausos del público. Protagonizada por Kirsten Dunst, su marido en la realidad Jesse Plemons, Benedict Cumberbatch y Kodi Smit-McPhee, se trata de un drama que se basa en un libro homónimo del escritor estadounidense, Thomas Savage, que cautivó a la directora. Con una fotografía fascinante, rodada en su Nueva Zelanda natal, pero ambientada en el desolado estado de Montana, Estados Unidos, en el siglo XIX, narra la historia del carismático criador de ganado Phil Burbank, interpretado por Cumberbatch. Este es el típico cowboy muy macho y rudo, respetado y temido por quienes lo rodean, quien oculta su homosexualidad. Cuando su hermano (Plemons) lleva a vivir a la estancia familiar a su nueva esposa (Dunst) y a su hijo (Kodi Smit-McPhee), Phil les hace la vida imposible hasta que cae en la cuenta de que se está enamorando del joven. Este también parece cautivado por él, pese a los maltratos anteriores. Aunque, finalmente, se vengará por todo el sufrimiento que le hizo padecer a su madre, que por culpa de él se volvió alcohólica.
“Nunca pensé que iba a hacer una película después de quedar fascinada con la novela, vistos todos los personajes y temas profundamente masculinos”, confesó Campion, de 67 años, en la conferencia de prensa. “Pero después cambié de idea y puse todo de mí en la grandiosa historia de Savage, que me conquistó. En Phil sentí el amante, su tremenda soledad. Y percibí la importancia y la fuerza de cada personaje y el modo en el que cada uno se revela al final”, dijo. “Y me siento honrada de compartir este film con verdaderos expectadores en un cine real”.
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