Pablo Trapero empieza a filmar su nueva película, La quietud, con Martina Gusman y Bérénice Bejo
El director de El clan, contará la historia del vínculo entre dos hermanas interpretadas por su mujer y la actriz de El Artista
“Amo hacer cine. Quiero contar muchas historias en el tiempo que tengo”, dice Pablo Trapero . Por si a alguien le quedaba alguna duda. Y lo cierto es que no queda ninguna. Desde la disruptiva y notable Mundo Grúa en 1999 hasta la premiada y taquillera El clan de 2015, la carrera del director confirma esa pasión por hacer películas que ahora lo pondrá de nuevo a filmar en la Argentina mientras su próximo proyecto avanza en Europa.
El nuevo film, que comenzará a rodarse a fines de noviembre, es La quietud, un relato íntimo sobre el vínculo entre dos hermanas, interpretadas por Martina Gusmán y Bérénice Bejo , la actriz francoargentina protagonista de El artista. Un proyecto que Trapero tiene en carpeta hace años y que empezó a tomar forma en el festival de Cannes de 2009.
“Martina era jurado del festival y ahí la conocimos a Bérénice que presentaba El artista. Vi lo mucho que se parecían físicamente y dije que algún día las dirigiría interpretando a hermanas”, recuerda Trapero. Para que de aquella expresión se llegara a la filmación en un campo de la provincia de Buenos Aires del relato del reencuentro de las hermanas Mía y Eugenia, y su madre, interpretada por Graciela Borges bajo la mirada de los personajes que interpretarán el actor venezolano Edgar Ramírez y Joaquín Furriel, Trapero tuvo que alinear los planetas. Que en el mundo de la producción cinematográfica supone una complicada coordinación simultánea de agendas alrededor del mundo.
“Hace años que tengo un agente en los Estados Unidos que quiere que filme afuera y entre los varios proyectos en danza hay uno –la anunciada Thin Skinned Animal–, que se iba a empezar a rodar principios de 2017, luego pasó para mitad de año y finalmente para 2018. Con la intención de rodar La quietud en cuanto se pudiera cuando se estiraron los tiempos afuera, decidí avanzar. Claro que tanto en la Argentina como en Estados Unidos o Europa hay que coordinar las agendas de los actores con los que querés trabajar. Eso a veces implica esperar cinco años para hacer una película”, detalla el director que de repente se encontró con que Gusman y Bejo tenían disponibles los últimos meses del año para trabajar con él. Una ventana de oportunidad que se cerraría cuando la primera empezara a grabar la segunda temporada de El marginal y la segunda comenzara en enero una obra de teatro en Francia. En una combinación de buena fortuna y milagro, resultó que Ramírez –que aparecerá en Bright, el nuevo film de Netflix disponible en diciembre, junto a Will Smith y en Love Child, la más reciente producción de Todd Solondz–, Furriel y Borges también pudieron acomodar sus calendarios para Trapero. Así, se aceleró el ritmo de preparación de La quietud (incluída una prueba de cámaras de las protagonistas hecha en Francia la semana pasada), aunque sin descuidar los otros proyectos en marcha.
“En unos días voy a Los Ángeles para seguir avanzando con Thin Skinned Animal, mi primera película hablada en inglés. Después la pongo en pausa durante el rodaje y cuando esté en la etapa de posproducción empiezo con su preproducción”, cuenta el director sobre el estilo de trabajo que utiliza desde los tiempos de Mundo Grúa. Unas formas que, admite, requieren mucha concentración, foco y la habilidad de manejar la ansiedad y al mismo tiempo estar preparado “como si fueras a filmar mañana”. Y si ese modo de producción con las ideas y vueltas de los varios proyectos que tiene en marcha, sería una pesadilla para otros realizadores, a él, en cambio, no sólo le gusta sino que también le sirve como director.
“Puedo probar ciertas ideas que pueden no ser las indicadas para la película que esté haciendo en el momento pero que podrían encajar a la perfección en la que sigue. Me resulta muy útil desarrollar películas en paralelo”, explica Trapero, ganador del premio al mejor director por El clan, en el festival de cine de Venecia en 2015.
“La quietud es una especie de lado B de El clan. Son películas complementarias, me parece. Después de esa gran producción tenía muchas ganas de hacer un film centrado en las actuaciones, cuyo corazón fueran los personajes, en tono más intimista. Se trata de una historia que transcurre en el presente y la trama pasa por el desarrollo de la relación entre las hermanas, los puntos de contacto entre la generación de ellas y la de sus padres. De lo que se esconde bajo la superficie, más allá de la aparente quietud del título que es además el nombre de la estancia en la que transcurre gran parte de la acción”, detalla el director en pleno aprendizaje del universo femenino que retratará en La quietud.
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