Otro día para James Bond
El agente secreto cumple 40 años y lo festeja con todo. Su nuevo film llega el jueves y deberá vérselas con un villano de raíces argentinas
LONDRES.- La vida comienza a los 40, también para el irresistible e invencible James Bond. La última película en la serie del mítico agente 007, "Die another day" ("Otro día para morir"), está empapada en la nostalgia de las cuatro décadas que siguieron a aquella histórica jornada de 1962 cuando el escocés Sean Connery dio rostro y voz a la inglesísima creación literaria de Ian Fleming. Su más reciente sucesor, el irlandés Pierce Brosnan -por cuarta vez en un papel que ha logrado hacer propio- cuenta ahora con la compañía de Halle Berry.
La bellísima ganadora del Oscar por su actuación en "Monster´s Ball" ("El baile del monstruo") mesmeriza a la audiencia masculina en la piel de la superagente norteamericana Jinx". Especialmente en la escena cuando sale del mar de una invernal Cadiz -convertida en una veraniega Cuba de ficción- luciendo una seductora bikini, tal como lo hizo Ursula Andress, en la fundacional "Doctor No".
LA NACION fue el único medio argentino invitado a charlar con la "plana mayor" de la reciente saga.
La convocatoria periodística fue un privilegio mayor por ser ésta la primera vez en veinte aventuras que Bond se enfrenta a un villano con raíces argentinas. El flemático Gustav Graves (Toby Stephens) hizo sus millones en una imaginaria "mina de diamantes" de nuestro país para luego escoger Gran Bretaña como país adoptivo. "Nadie sabe si Gustav es argentino o no, simplemente que amasó allí su fortuna. La trama envuelve modificaciones genéticas que ponen en duda sus orígenes. Es por eso que decidí concentrarme en la extraña fascinación que tiene por su patria adoptiva. Lo hice portarse más inglés que un inglés nativo, un poco como en una pastiche", explicó Stephens, un actor acostumbrado más a la pluma de Shakespeare que a los guiones manufacturados de Hollywood, tanto por su experiencia sobre las tablas como por estirpe (es hijo de Maggie Smith y de Sir Robert Stephens). A los 33 años, se ha convertido además en el malvado más joven de la serie Bond.
Otro detalle que vincula al film es el Cono Sur es la decisión de "M" (la galardonada también con el Oscar Judi Dench) de despachar a un supuestamente descarriado 007 al "centro de evaluación de MI 5" ubicado en las islas Malvinas. ¿Es esta una alusión a otro aniversario, el vigésimo de la guerra?
"¡Ojalá se nos hubiera ocurrido! La verdad es un poco más vanal -intervino el director neozelandés Lee Tamahori-. Con tantas ediciones de Bond resulta difícil no repetirse. Teníamos que escoger un país potencialmente rico en minerales y se nos ocurrió la Argentina. Después nos enteramos de que no tienen diamantes, pero ya era tarde, así que dejamos que nos salvara la ficción. En cuanto a Malvinas, la elección respondió simplemente al criterio del envío de Napoleón a Santa Elena. "M" tenía que aparecer relegando a Bond al lugar más remoto del planeta".
Tamahori cargó el film con alusiones al pasado convencido de que su misión era "celebrar 40 años de mitología" pero son las novedades lo que garantiza la supervivencia y buena salud de Bond en el siglo XXI. Por ejemplo, "Otro día para morir" muestra a 007 por primera vez barbudo y pelilargo tras 14 meses de tortura en un campo de detención de Corea del Norte.
"Esta vez tuve que meterme en los zapatos de un Bond sumamente vulnerable -destacó Brosnan, impecablemente vestido con una camisa gris y un chaleco de algodón negro, en un estilo deportivo que contrastaba con el tradicional decorado del hotel Dorchester-. Bond es un hombre traicionado, maltratado y que termina convirtiéndose en un renegado. Casi pierde su identidad. Esto fue sensacional para mí como actor porque da al carácter una faceta humana hasta ahora desconocida. Todo sin perder un ápice de la tradicional solidez del superhéroe."
Si las demandas psicológicas fueron gratificantes, las físicas dejaron a Brosnan con una rodilla partida. "A veces cuesta olvidarse de que uno no es 007 -bromeó escondiéndose el rostro pícaramente con las manos-. Estábamos filmando una espectacular cacería con hovercrafts sobre un campo minado supuestamente en la zona desmilitarizada que divide a Corea del Sur de la del Norte y al arrojarme de uno de los vehículos aterricé mal. Tuvimos que parar 10 semanas la filmación, pero no he perdido ninguna "pluma" por el accidente".
Esta es también la primera vez que Bond fuma un habano, una gran concesión para Brosnan, un ferviente defensor de las campañas antitabaco. "Si rompí mi promesa de jamás fumar frente a una cámara es porque la trama habría sonado falsa. Bond viaja a La Habana a comprar cigarros y se habría puesto en evidencia de no fumar ninguno", explicó.
A los 49 años, y con un contrato ya firmado para encarnar a su "alter ego" por quinta vez, Brosnan puede darse el lujo de mirar a la competencia con cierta condescendencia: "La imitación es la mejor forma de halago. En la época de Sean Connery, para mí el "Bond definitivo" porque es el de mi infancia, aparecieron rivales como Flint, los personajes de Misión Imposible y muchos más. Pero nadie logró echar sombra sobre Bond. Lo mismo ocurre ahora con Triple X, Mike Myers y muchos otros. Sus personajes son probablemente geniales, pero ninguno tiene la elegancia, la inteligencia, la conciencia de su letal poder y el humor de Bond".
Incidente con Madonna
- Fiel a su imagen de diva, Madonna parece no haber tenido una relación óptima con el actor de James Bond: "Cuando estábamos ensayando en el Reform Club la escena de las espadas -dijo Brosnan-, no sé por qué, se me ocurrió cantar bajito "I am a virgin". Madonna lo tomó muy mal. Pensó que me estaba burlando. Le expliqué que no, pero me da la sensación de que no aceptó del todo mi palabra". Y se confirmó cuando la cantante -que además de una breve intervención como la bisexual instructora de esgrima del héroe y del villano también es la responsable del tema musical de "Otro día para morir"- se fastidió.
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