Oscar 2022: Drive My Car llega con las mismas nominaciones que Parasite. ¿Puede repetirse la historia?
Basada en un cuento de Haruki Murakami, la película japonesa tiene candidaturas a mejor película, director, guion adaptado y film internacional
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¿La historia puede repetirse? La película japonesa Drive My Car llega este año al Oscar en una posición casi idéntica a la que tenía la surcoreana Parasite dos años atrás. Está nominada como mejor película, mejor director (Ryusuke Hamaguchi), mejor guion adaptado y mejor película internacional. Hace dos años ocurría lo mismo en el caso de Parasite, con la única diferencia de que tenía una nominación en la categoría de guion original.
Ya sabemos lo que ocurrió después. El 10 de febrero de 2020, Parasite se llevó un triunfo histórico. Se convirtió en la primera ganadora del Oscar a la mejor película producida fuera de Estados Unidos en los 92 años de historia del premio más importante de la industria del cine. A partir de ese recuerdo, y de tantos visibles paralelismos, se hace fácil imaginar la posibilidad de que algo parecido ocurra en la noche del 27 de marzo próximo.
Sobre las chances de Drive my car
Esta vez, a diferencia de 2020, los pronósticos más rigurosos indican que Drive My Car todavía está lejos de las chances que tenía Parasite a esta altura de la cuenta regresiva. Faltan menos de dos meses para la ceremonia, prevista para el domingo 27 de marzo, y la votación para elegir ganadores quedará abierta entre el 17 y el 22 de ese mes. Pero el voto preferencial establecido por la Academia de Hollywood para elegir a la mejor película abre el juego a todos los candidatos y los pone en mayor pie de igualdad que en un sistema de elección por mayoría simple.
Un dato del ámbito local: es muy probable que para cuando llegue el Oscar 2022, Drive My Car sea la única candidata a mejor película que todavía permanezca inédita en la Argentina. Ganadora el año pasado en Cannes con el premio al mejor guion, estrella de los festivales internacionales más importantes, solo pudo verse dos veces en la Argentina en proyecciones públicas, y en pantalla grande, el año pasado. Una se hizo en el Festival de Cine de Mar del Plata, en noviembre, y la otra en la Semana del Cine de Cannes presentada aquí en Buenos Aires por el director de la muestra, Thierry Fremaux, a comienzos de diciembre.
Por otro lado, la elevada exposición y expectativa con la que Drive My Car llega a la ceremonia del Oscar es un reflejo muy poderoso del carácter cada vez más internacional que tienen los premios y la entidad que los organiza, la Academia de Hollywood. Otro dato insoslayable de este año, reconocido por la propia Academia, es que nunca en la historia hubo tantos votos llegados desde fuera de Estados Unidos. Miembros de la entidad instalados en 82 países eligieron a los nominados en una lista que tiene dos títulos en lugares importantes fuera de sus candidaturas como mejor película internacional. La noruega The Worst Person in the World (nominada por guion original) y la danesa Flee (nominada por largometraje documental y largometraje animado).
Una película dominada por las emociones
Drive My Car dura tres horas y es una película que descansa sobre todo en largos diálogos y palabras que funcionan como cajas de resonancia de estados de ánimo muy complejos y profundos. Buena parte de la trama transcurre durante viajes en auto, con la atención puesto mucho más en la voz de los protagonistas que en lo que ocurre afuera. En esos recorridos, además, el silencio es una compañía poderosa y constante.
De todas maneras, los 180 minutos apenas se sienten. La narración avanza con fluidez y se sostiene gracias a la dinámica de un relato que funciona como un mapa de sentimientos (pérdidas, dolores, reconciliaciones, insatisfacciones, frustraciones, recuerdos, esperanzas) y exploraciones del alma humana en sus estados más sensibles. Como señaló con agudeza más de un crítico europeo, Hamaguchi logra traducir todo el tiempo esas conductas en palabras que funcionan como acciones y reacciones. Son esas palabras las que ponen en movimiento a los actores y también los detienen, cuando llega el momento de revisar todo lo que se dijo y lo que se hizo.
No deja de ser curiosa una duración tan extensa para una película que se inspira en un cuento del celebrado escritor japonés Haruki Murakami que no tiene más de 40 páginas, una de las siete historias que forman parte del libro Hombres sin mujeres. Otro detalle llamativo de Drive My Car es la aparición de los créditos cuando ya pasaron 40 minutos de película.
La película nos presenta al principio a una pareja de artistas. Yusuke (Hidetosh Nishijima), reconocido director y actor teatral, y su esposa Oto (Reika Kirishima), guionista de ficciones televisivas, quien le cuenta todas las noches nuevos episodios de una historia en la que una joven mujer juega todo el tiempo a entrar en la casa del compañero de estudios del que está enamorada y deja señales de su arriesgado paso. Las situaciones suelen tener una carga sexual elevada y Oto las narra luego de hacer el amor. Después las olvida, pero su esposo logra memorizarlas y guardarlas. A la vez, Oto graba fragmentos del texto de Tío Vania, de Chejov, en una cinta que su esposo escuchará y completará mientras maneja.
Las cosas se complican entre pérdidas y traiciones, y llevan a Yusuke hasta Hiroshima, contratado para una puesta de Tío Vania que tendrá un elenco multilingüe que incluye hasta una actriz que se expresa solo con lenguaje de señas. Impedido de conducir su propio auto por una regla de quienes lo contratan, se le asigna un chofer que resulta ser una joven mujer (Toko Miura) con un pasado igual de doloroso. Los ensayos de la obra transcurren de manera simultánea con el progresivo acercamiento entre dos personas que al principio no tienen nada para decirse.
Hace poco, en declaraciones a Los Angeles Times, Hamaguchi reconoció una cercana identificación con el personaje de Yusuke, un personaje golpeado por pérdidas muy dolorosas que usa el trabajo como remedio para sus penurias. Pero advirtió al mismo tiempo que sus obras son atípicas para la cultura japonesa, renuente a transmitir y expresar emociones de modo directo a través de las palabras.
“En la vida, inclusive cuando alguien quiere o consigue algo bueno y superador para sí mismo, siempre existe la chance de perderlo, siempre el dolor puede estar presente. Me gusta estar preparado para mostrar cómo tener una vida mejor no significa siempre eso. Cualquier alegría o satisfacción siempre va de la mano con el dolor”, confesó el realizador.
Como ocurrió hace dos años con Parasite, Drive My Car parece haber encontrado un camino seguro que lo llevará a conquistar a fines de marzo el Oscar 2022 a la mejor película internacional. Pero el recorrido será mucho más largo y complicado si lo que sueña es llevarse el premio mayor. Todavía es muy prematuro imaginar que la historia pueda repetirse.
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