Okja: la apuesta de Netflix para cambiar las reglas del juego
La película coreana del director Bong Joon-ho fue recibida con silbidos hace un mes, en la 70a. edición de Cannes, por ir directo a la plataforma de streaming y no pasar primero por los cines; desde mañana, disponible en Netflix
En el deporte y en la tecnología se utiliza el adjetivo game-changing para definir esos instantes que cambian por completo el curso de los acontecimientos. Una jugada decisiva que modifica un resultado o el lanzamiento de una aplicación que conmueve el mercado pueden ser ejemplos de esos momentos cruciales. En el terreno de la industria del espectáculo, Okja , película del talentoso director coreano Bong Joon-ho financiada por Netflix con un costo de 50 millones de dólares, será recordada antes que por sus cualidades artísticas (que las tiene y muchas) por haber "cambiado el juego".
Cuando la popular plataforma de SVOD anunció que produciría el nuevo proyecto de uno de los directores favoritos de la cinefilia, responsable de películas brillantes como Perro que ladra no muerte, Memories of Murder, The Host, Mother y Snowpiercer, una mezcla de sorpresa, inquietud y algarabía se apoderó de los analistas y empresarios del show business: ¿Netflix va por todo? Hasta entonces no era habitual que un servicio de entretenimiento masivo apostara tan fuerte por un realizador de culto.
Meses después, con el proyecto ya terminado, estalló una nueva bomba: Okja era seleccionada para luchar por la Palma de Oro en la 70» edición del prestigioso Festival de Cannes, la meca del séptimo arte mundial. Sin embargo, cuando Netflix se negó a posponer el lanzamiento en su plataforma previsto para mañana para permitir un paso previo y amplio por las salas de cine, la industria audiovisual (encabezada por los poderosos distribuidores y exhibidores franceses) salió con los tapones de punta. Tal fue el escándalo que -sin llegar a descalificar a Okja- los responsables de Cannes debieron cambiar el reglamento de la muestra: desde 2018 ningún film que no tenga asegurado un estreno comercial masivo en los cines galos podrá competir en ese ámbito.
La respuesta de Ted Sarandos, vocero y lobbista de Netflix en este y otros temas, no se hizo esperar: "Con las nuevas reglas un eventual regreso a Cannes aparece como mucho menos atractivo y por lo tanto cambiará nuestra estrategia en festivales". ¿Debut y despedida? De hecho, Netflix se convirtió en el enemigo público número uno en la reciente edición del festival de la Costa Azul francesa. Cada vez que apareció el logo en las proyecciones de Okja y de The Meyerowitz Stories, tragicomedia del norteamericano Noah Baumbach que también compitió por la Palma de Oro y que la compañía adquirió cuando se encontraba ya en fase de posproducción, arreciaron los silbidos y abucheos. En cambio, su principal rival en el universo del SVOD, como es Amazon, acepta que todos sus films (de Woody Allen a Jim Jarmusch) tengan un recorrido por los cines antes de que sean lanzados en su servicio. Para los cinéfilos, es el bueno de la película.
El conflicto en Cannes fue tan duro que hasta el presidente del jurado oficial, Pedro Almodóvar, aprovechó la conferencia de prensa del primer día para denostar a Netflix por intentar cambiar por completo las reglas del juego de un negocio que, con matices y modificaciones casi siempre consensuadas, viene sosteniendo un esquema de comercialización conocido como "ventanas" (etapas previamente acordadas que arrancan por el estreno en salas y terminan por las distintas variantes del consumo hogareño) desde hace muchas décadas. "La cultura y el consumo han cambiado y Netflix es la prueba de los nuevos comportamientos y gustos sociales", contraatacó Sarandos.
En este contexto, en medio de semejante "grieta" comercial, el atribulado Bong Joon-ho hizo lo que pudo para mantenerse entre la lealtad a sus financistas (Netflix) y la buena relación con Cannes, que suele seleccionar sus distintos trabajos. "Con mi director de fotografía siempre consideramos que la mejor manera de apreciar Okja es en una sala y en la pantalla más grande posible. Nuestros socios de Netflix nos aseguraron que han hecho todos los esfuerzos posibles para que así sea", explicó.
Sin embargo, a pesar de los dichos optimistas de Bong Joon-ho, lo cierto es que la salida de Okja en salas -también prevista para mañana- será poco menos que testimonial y en sólo cuatro mercados: Estados Unidos (en un puñado de complejos de Los Angeles y Nueva York), Corea del Sur (con el boicot de las tres principales cadenas de exhibición), Francia (siete proyecciones gratuitas en París, Nantes y Bordeaux auspiciadas por la revista Sofilm) y Reino Unido (en diez pantallas). La buena noticia, claro, es que casi 100 millones de suscriptores en todo el mundo podrán disfrutarla en sus dispositivos apenas un mes después de su estreno mundial en Cannes.
Más allá de las polémicas, las controversias y los intereses económicos en juego está la película, la obra de arte. En ese sentido, Okja es, al mismo tiempo, una eficaz película de entretenimiento familiar en la línea del Steven Spielberg de E.T., el extraterrestre; Babe, el chanchito valiente y Mi amigo el dragón, y un film político que no deja títere con cabeza, ya que cuestiona el abuso de las corporaciones dedicadas a la biotecnología y a la alimentación industrial, pero también el fanatismo de los activistas ecologistas.
La historia -que comienza en 2007 y luego transcurre en la actualidad, entre un pueblito coreano, Seúl y Nueva York- tiene como protagonista a una niña preadolescente llamada Mija (An Seo Hyun) que cuida a un gigantesco y querible cerdo mutante (prodigio de los efectos visuales) que ha sido generado por una multinacional liderada por una malvada de manual (Tilda Swinton).
Cuando la criatura cumple diez años es secuestrada de su hábitat natural por un patético científico y conductor televisivo interpretado a puro narcisismo por Jake Gyllenhaal y enviada a Manhattan para formar parte de un concurso en el que participan otros chanchitos también concebidos con técnicas poco ortodoxas. La pequeña heroína, claro, no se quedará en su pueblo, sino que saldrá a rescatar a Okja acompañada por integrantes de una organización clandestina que lucha por la liberación de animales (liderada por Paul Dano). La presencia de esa y otras criaturas en un ámbito urbano hacer recordar, claro, al monstruo de la genial The Host (el diseñador de ambos films es el mismo) y la distopía, a la no menos notable Snowpiercer. Consultado al respecto, el director fue contundente: "No la veo como una película de ciencia ficción, sino como una historia muy realista si nos ponemos a pensar en las consecuencias de los cultivos y los animales transgénicos en la actualidad".
Aunque no alcanza el nivel superlativo de los mejores trabajos de su filmografía, la satírica Okja resulta muy entretenida y con un extraordinario despliegue técnico y visual. Sin poder apreciarla en toda su dimensión en los cines argentinos, es fundamental preparar el mejor equipamiento hogareño de imagen y sonido posible para disfrutarla como merece. Un estreno mundial para no dejar pasar.
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