Ni idea: la película adolescente que sigue vigente después de 25 años
La escritora británica Jane Austen, la chica rubia de los videos de Aerosmith y la directora de una de las películas sobre adolescentes más influyentes de los 80 formaron una curiosa alianza en un film que llegó a los cines hace 25 años: Ni idea. A través de la moda extravagante, una exquisita jerga juvenil, el lujo de Beverly Hills y los teléfonos celulares gigantes, se revela la historia de una chica que aprende a conectarse con el mundo y con quienes la rodean más allá de lo superficial. En su recorrido, arrastra el prejuicio del espectador de estar frente a otra tonta película adolescente y lo incita al mismo aprendizaje.
Las minifaldas, los sombreros estrambóticos y las biromes con un pompón rosa pueden engañar al público en un principio. Pero el film escrito y dirigido por Amy Heckerling está lleno de ideas de puesta en escena y detalles adelantados a su tiempo, como la omnipresencia de los teléfonos celulares y la creación de una app para elegir el vestuario antes de que existiera algo remotamente parecido. Ni idea es inteligente y crítica de la sociedad sin ser cínica; es feminista en su retrato de mujeres jóvenes que se afianzan en su confianza en sí mismas y poder de decisión, sin ser didáctica.
Desde su concepción, Ni idea fue el producto de la mente de la guionista y directora, que encontró en una novela de Austen la inspiración para hablar sobre los jóvenes de fines del siglo XX. Emma Woodhouse, la protagonista cuyo nombre da título a la novela, se convirtió en Cher Horowitz y el escenario en el que transcurre la historia se trasladó de la Inglaterra rural de la era de la Regencia (1811-1820) al sur de California, en plena década de los 90.
"Los verdaderos peligros de la situación de Emma eran que en todo podía hacer su voluntad y que era propensa a tener una idea demasiado buena de sí misma; estas eran las desventajas que amenazaban mezclarse con sus muchas cualidades. El peligro, sin embargo, era tan imperceptible de momento, que de ninguna manera podían clasificarse como inconveniente suyo". Este párrafo de la novela de Austen resume el conflicto que su protagonista deberá resolver; es el mismo que Cher, la hija de un abogado millonario de Beverly Hills, atraviesa en la película.
Para Heckerling, este era un perfecto punto de partida para una serie de TV. Después de quedar en el limbo de los proyectos no concretados, el nuevo agente de la guionista y directora le sugirió que lo transformara en una película. Pero tampoco tuvieron suerte, en un principio, ya que ningún estudio quería producirla.
Los motivos del rechazo casi unánime tenían que ver con que las películas para adolescentes no estaban de moda desde los 80 y que a la mayoría masculina entre los ejecutivos de los estudios cinematográficos no les convencía que la historia estuviera tan enfocada en personajes femeninos. Algunos de ellos estaban en contra de la trama romántica, en la que Cher se enamora de Josh, el hijo de la exesposa de su padre, porque la consideraban incestuosa, a pesar de que los personajes no tienen relación de sangre y ni siquiera crecieron juntos. A la directora esto le parecía una tontería, ya que el vínculo estaba inspirado en la propia historia de su abuelo y abuela, que eran hermanastros.
Con el respaldo del productor Scott Rudin, finalmente Ni idea encontró su hogar. A Sherry Lansing, la primera mujer en ser jefa de un estudio de Hollywood, quien era presidenta de Paramount en ese momento, le encantó el proyecto tal como Heckerling quería hacerlo y lo apoyó hasta el final.
"Fue una experiencia totalmente perfecta que terminó generando un clásico –dijo Lansing, en una entrevista con The Telegraph, recordando el proceso de producción–. No me acuerdo de haber peleado con Scott, ni con Amy. No me acuerdo haber dicho ´No elijan a tal actor, elijan a tal otro´. Fue casi demasiado bueno para ser cierto".
El casting fue una de las claves que hicieron de Ni idea una película exitosa y que trascendió en el tiempo. Para el papel principal, la directora comtempló contratar a Tiffany Amber Thiessen, a Keri Russell y a Reese Witherspoon, pero ninguna la convenció y no llegó a considerar a una joven actriz que le recomendaron, Gwyneth Paltrow (quien poco después protagonizaría una adaptación clásica de Emma). Heckerling estaba convencida de que la chica del video de "Cryin" de Aerosmith era perfecta para el personaje, mientras que su amiga y directora de casting, Carrie Frazier, insistió en que la actriz ideal era la protagonista de la película Pasión sin límites. Ambas eran la misma persona: Alicia Silverstone.
Cher es un personaje complejo, con el que puede ser difícil empatizar. Silverstone le aportó frescura y un aire de inocencia a sus maquinaciones. La descripción de Emma como alguien que siempre consigue lo que quiere y que tiene que madurar reconociendo sus errores también se aplica a Cher, y la joven actriz tocó la nota justa para hacer de la protagonista un personaje querible e inolvidable.
Mucho más le costó a Heckerling encontrar al actor perfecto para interpretar a Josh, quien bajo su coraza de universitario pretencioso esconde un buen corazón, en el que late un incipiente amor por la chica a la que desestima como superficial. Paul Rudd, con su atractivo de chico bueno y un brillo pícaro en los ojos, convenció a la directora de que había encontrado al indicado. A partir de entonces la carrera del actor despegó hasta convertirse en un favorito de Hollywood.
El resto del elenco juvenil se fue conformando con Stacey Dash en el papel de Dionne, la mejor amiga de Cher; Donald Faison como su novio Murray; Brittany Murphy, quien brilló en el rol de Tai, la chica nueva que se convierte en el proyecto personal de transformación de la protagonista; Breckin Meyer como el skater aficionado a la marihuana; y Jeremy Sisto, en el papel del chico popular Elton, entre otros.
Para interpretar al padre de Cher, la directora quería a un actor especializado en roles de mafiosos para poder comunicar el terror que infunde en todos, excepto en su adorada hija. Lo encontró en Dan Hedaya. La productora y socia de Heckerling, Twink Caplan, se quedó con el papel de la profesora idealista que se enamora del profesor exigente, personaje escrito especialmente para el actor cómico Wallace Shawn.
"El set fue una locura –recordó la actriz y productora Caplan, en una entrevista–. Alicia tenía un perrito chiquito que hacía sus necesidades afuera del trailer de maquillaje y la gente se quejaba que estaba pisando excrementos. Tuve que decirle ´¿No podes ponerle una correa o algo así? Donald estaba lleno de energía y Stacey era tan hermosa. Cada uno de los chicos era fantástico en su propio estilo. El asistente de producción Adam Schroeder siempre armaba buenas guerras de comida. Breckin estaba enamoradísimo de Amy".
El joven actor, quien se convertiría con los años en una cara conocida del cine en papeles secundarios y protagonizaría la serie Franklin and Bash, estaba fascinado con la directora. Heckerling tenía 40 años y ya contaba con amplia experiencia en el cine. Una década antes, su película Picardías estudiantiles, escrita por Cameron Crowe, había cosechado gran éxito con su retrato realista de los adolescentes californianos de la época. Sean Penn, Jennifer Jason Leigh, Phoebe Cates y Judge Reinhold son algunos de los actores que se hicieron conocidos gracias a este film que definió, junto con los de John Hughes, al boom del género coming of age de los ochenta. Después de dirigir otros éxitos como Vacaciones en Europa y las dos primeras Mira quién habla, la realizadora volvió a capturar el espíritu de otra generación con Ni idea.
La influencia de Ni idea en los adolescentes de los 90 cubrió varios aspectos, entre ellos la moda. El grunge había llenado los roperos de la Generación X con camisas escocesas, borceguíes y vestidos rotos, pero Hackerling y la diseñadora de vestuario de la película, Mona May, tenían otras ideas. Cher y Dionne usan el estampado escocés pero en minifaldas y en otras gamas de colores más brillantes, como el famoso conjunto amarillo de la protagonista. Siempre acompañados por medias bucaneras, esas que llegan hasta la rodilla, una tendencia poco feliz que fue instigada por la película. "Cuanto más extravagante mejor", parece ser el lema del vestuario del film, que llega a sus puntos máximos con el sombrero blanco y negro con una rosa roja que luce Dionne en una de las primeras escenas y los looks temáticos –marinerita o safari– de la pelirroja Amber.
Claro que al tratarse de jóvenes de Los Ángeles con alto poder adquisitivo, era obligada la presencia de grandes diseñadores en el vestuario de la película. El vestido blanco mínimo de Cher que enfurece a su padre y llama la atención de Josh era un Calvin Klein. Y una de las escenas más famosas, en la que la adolescente es asaltada a punta de pistola en un estacionamiento, hizo parte de la cultura popular a Azzedine Alaïa, un "diseñador totalmente importante", como lo describe la heroína.
Esa escena estuvo inspirada por una historia que había escuchado Heckerling, sobre un hombre al que lo habían asaltado y estaba más preocupado por su traje Armani que por ser víctima de un delito. La película está repleta de situaciones reales como esa, desde el miedo a manejar de la directora –el momento más bajo de su protagonista se da en un fallido examen para el carnet de conducir– hasta el vocabulario copiado por ella directamente de los adolescentes de la secundaria de Beverly Hills. El oído y la capacidad de observación de Heckerling se notan en esa combinación perfecta de realismo y fantasía que caracteriza a Ni idea.
Esa fantasía del mundo que habita Cher, ilustrado con la brillante fotografía de Bill Pope (director de fotografía de Matrix y El hombre araña, entre otras), también tiene una buena dosis de un idealismo sincero, que resulta un modelo muy positivo para presentar al público joven. La amistad interracial y la aceptación sin dramas de la homosexualidad de Christian, el chico al que la protagonista intenta seducir y con quien terminan siendo amigos, están tratados con una naturalidad que ignora los prejuicios.
"Esta película pone un ejemplo que, francamente, muchas películas todavía necesitan seguir, con el personaje de Christian y con Dionne y Murray como parte de la historia también –dice Jen Chaney, la autora del libro As If!: The Oral History of Clueless, en una entrevista con Harpers Bazaar–. Escuchar a Amy Heckerling hablar sobre eso y decir que quería hacer una película con esos personajes que fueran afroamericanos porque así eran en su mente y así los escribió. No es que ella estuviera necesariamente haciendo una declaración sobre las amistades interraciales, solo estaba ahí. Y es tan fácil que ´simplemente esté ahí´ si solo abrís tu mente".
La diversidad, el retrato humano de los personajes, el vocabulario, la moda; todo esto contribuyó a hacer de Ni idea un enorme éxito de taquilla y crítica cuando se estrenó, el 19 de julio de 1995. Una serie basada en el film, que se hizo poco después con cambios en el elenco central –Rachel Blanchard reemplazó a Silverstone, pero sí estaban Dash, Faison, Donovan, Wallace Shawn y Caplan– no tuvo tanta suerte, pero el legado del film continuó con las ediciones en video hogareño y las emisiones por TV a toda hora.
Ni idea es una cápsula de los 90 y hoy es necesario explicarle a los espectadores más jóvenes algunas cosas, como que los hermanos Baldwin eran los Hemsworth de los 90, o que si te robaban el celular en ese entonces podías usar un teléfono público. Sin embargo, el corazón del film sigue vigente: su invitación a ser genuinos pero en una versión mejorada de nosotros mismos; su retrato de una relación saludable de las adolescentes con su sexualidad; sus apuntes políticos ("Recuerden que no dice RSVP en la Estatua de la Libertad"); y, por supuesto también su espíritu romántico y sus chistes, que no son tan tontos como parecen, una vez que se aprende a ver más allá de lo superficial. Igual que Emma en el siglo XIX; igual que Cher hace 25 años.
Ni idea está disponible en Netflix, YouTube, Google Play y AppleTV+
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