Netflix: el regreso de Shaft sueña con poner en marcha una nueva saga
Shaft (Idem, EE. UU./2019).Dirección: Tim Story. Guion: Kenya Barris y Alex Barnow, basado en el personaje creado por Ernest Tidyman. Fotografía: Larry Blanford. Música: Christopher Lennertz. Edición: Peter S. Elliot. Elenco: Samuel L. Jackson, Jessie T. Usher, Regina Hall, Richard Roundtree, Alexandra Shipp, Matt Lauria, Isaach de Bankolé. Duración: 111 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena
Hay tres películas llamadas Shaft, así a secas. La primera es de 1971, en pleno apogeo de la blaxploitation. Las andanzas de un detective afroamericano, vigoroso y decidido. Un habitante pleno de la jungla violenta que era Manhattan en ese momento. Fue tal su éxito que le siguieron dos secuelas y una serie de TV. La segunda se estrenó en 2000 y se propuso como un remake a partir de un argumento parecido al original, pero adaptado a los nuevos tiempos.
La tercera se propone como el comienzo deliberado de una saga, que reivindica a la original y deja de lado a la remake, por más que recurra al mismo título y a su mismo actor protagónico, Samuel L. Jackson . La negación de la película número dos llega al extremo de ignorar el vínculo entre Jackson y Richard Roundtree (el Shaft original de 1971), que en 2000 eran sobrino y tío, respectivamente. Ahora la familia se recupera de manera completa. Roundtree es el abuelo, Jackson el padre y con ellos aparece el hijo (JJ, personificado por Jessie T. Usher). Es un bebe en el violento prólogo ambientado en 1989, que marca la separación entre sus padres, y reaparece ya recibido en la universidad como analista de datos en el FBI. Lejos (en apariencia) de las armas y de los operativos en la calle.
Hasta que la sangre tira y el menor de la dinastía sale a buscar a su padre porque siente el llamado de la vocación. Hay que desbaratar una red vinculada a distintos tipos de hechos criminales que termina conectada con el pasado familiar, un vínculo que al mismo tiempo reaparece con visibles rasgos de comedia. Este cruce entre el humor y la trama policial responde a la historia del director Tim Story, responsable de la mayoría de los éxitos de Kevin Hart, el comediante negro que renunció a conducir la última ceremonia del Oscar, un actor inmensamente popular en Estados Unidos y poco conocido en estas tierras.
En manos de Story, el costado humorístico resulta más eficaz que el de la historia policial, demasiado enrevesada y por lo tanto sobreeexplicada, porque de otra manera se haría incomprensible. Lo mejor de la película pasa por cada aparición de Jackson, con una autoridad y una presencia cinematográfica que lo llevan a contrastan todo el tiempo con los modales dóciles y el temperamento del muchacho, entre decidido y embarullado. A esta actitud Jackson le agrega una colección de dichos y expresiones que de manera muy saludable cuestionan los excesos de corrección política impuestos por esta época. A partir de ellos, a pesar de cierta hibridez general, la película respira y se afirma en su condición de homenaje a un personaje y una época. La aparición feliz de Roundtree en el tramo final completa ese cuadro.
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