Netflix: Quizás para siempre, otra comedia romántica para revitalizar el género
Quizás para siempre (Always Be My Baby, Estados Unidos, 2019). Dirección: Nahnatchka Khan. Guion: Michael Golamco, Randall Park, Ali Wong. Fotografía: Tim Suhrstedt. Montaje: Lee Haxall. Elenco: Ali Wong, Randall Park, James Saito, Michelle Buteau, Vivian Bang, Keanu Reeves, Susan Park, Daniel Dae Kim, Karan Soni, Charlyne Yi. Duración: 101 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
En su búsqueda por revitalizar a la comedia romántica y adaptarla a estos tiempos de redes sociales, lucha por la igualdad entre los sexos y diversidad cultural, Netflix presenta esta película que cumple con ese objetivo sin grandes subrayados ni frases aleccionadoras y acierta al presentar como protagonistas a dos personajes que en cualquier otra película del género hubieran sido los simpáticos mejores amigos de la pareja central.
Aquí la comediante y guionista Ali Wong ( su especial Baby Cobra está disponible en Netflix) y el actor Randall Park (Fresh Off the Boat), no sólo escribieron la historia de amor entre Sasha y Marcus, amigos de la infancia que se reencuentran después de años de no verse, sino que decidieron que nadie mejor que ellos para interpretar al dúo. Y tenían razón: Wong interpreta con precisión a la ambiciosa Sasha, una famosa chef que siempre está en busca del nuevo proyecto, el nuevo desafío profesional que la hace descuidar su vida amorosa. Sin embargo, el guión se ocupa de esquivar la usual trampa, en la que caen los peores ejemplos del género, de castigar a la mujer que ose perseguir sus sueños profesionales. Quién sí se lo hace notar es Marcus (Park), su vecino desde la infancia, el amigo que siempre le abrió las puertas de su casa cuando la chica pasaba los días sola mientras sus padres inmigrantes trabajaban sin descanso.
"Estás usando tu voz de teléfono", le dice Marcus a Sasha y esa frase resume todo lo que él piensa del presente de su amiga a la que dejó de ver después de que su relación dejara de ser platónica y ella intentara que él, por fin, se animara a salir al mundo que los esperaba más allá de su San Francisco natal. El abismo entre las imposturas de ella y el terror a los cambios de él, interfieren en un romance que la película dirigida por Nahnatchka Khan, showrunner de Fresh Off the Boat, consigue construir con pequeños detalles que terminan por elevar un guión que sin embargo se excede en resoluciones cómicas propias de una sitcom y una innecesaria sensiblería hace el final.
Ese momento en el que Marcus se queda sin palabras, cuando por primera vez en más de una década se reencuentra con Sasha, o la secuencia en que ella se ilumina cuando vuelve a escuchar tocar a la banda musical de él, logran captar la esencia romántica que toda película del género debe aportar. Del lado de la comedia se ocupa, en gran parte, la aparición de Keanu Reeves haciendo de una versión hiperintensa e insoportable de sí mismo, que está al borde de ser demasiado. Pero no, porque como demuestra la secuencia en la que Reeves llega al restaurant donde lo esperan los protagonistas, un poco de Keanu Reeves nunca está de más.
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