Netflix: Pasajero inesperado presenta una serie de dilemas morales en la vastedad del espacio

Pasajero inesperado (Stowaway, Estados Unidos/Alemania, 2021). Dirección: Joe Penna. Guion: Joe Penna, Ryan Morrison. Fotografía: Klemens Becker. Montaje: Ryan Morrison. Elenco: Anna Kendrick, Toni Colette, Daniel Dae Kim, Shamier Anderson. Duración: 116 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.

En un futuro cercano, una reducida tripulación conduce el despegue de una nave espacial hacia el planeta Marte. El objetivo es el desarrollo de una serie de experimentos vinculados con la flora que habiliten el desarrollo de la vida en aquel inhóspito lugar. Los tópicos de la ciencia ficción deambulan desde entrada: el entrenamiento riguroso para la misión, el deslumbramiento con la experiencia en el espacio, el riesgo de contratiempos que pongan en peligro ese destino. Cada uno de los tripulantes funciona en relación a su disciplina: la comandante Marina (Toni Colette) concentrada en sus conversaciones con el mando en Tierra y en el funcionamiento de la nave; el biólogo David (Daniel Dae Kim) aplicado a su experimento y lo que implica para el futuro de la ciencia y para el propio; la médica Zoe (Anna Kendrick) representante de la mirada humana, atenta a los asuntos de la existencia que no cambian por el encierro y la distancia.

El director Joe Penna, junto a su guionista Ryan Morrison, utilizan el espacio como un marco –atractivo, por cierto- en el que situar una serie de dilemas existenciales en relación con la ciencia y la moral humana. Si bien el entorno visual puede recordar a Gravedad de Alfonso Cuarón y las exploraciones sobre la vida como astronauta a la reciente Prometo volver de Alice Winocour, lo que importa aquí es el equilibrio entre las exigencias de la ciencia, el éxito de la misión, la concreción de los objetivos, por un lado, y la dignidad humana, el compromiso moral con la vida propia y la de los demás, por el otro.

Esa serie de debates los dispara la imprevista aparición de un pasajero (Shamier Anderson) que no estaba en la nómina y las consiguientes alteraciones técnicas que comprometen el rumbo de la nave. Son menores las ambigüedades que despierta esta figura desconocida en los tripulantes, los interrogantes respecto al por qué y el trasfondo de su presencia; el eje está siempre puesto en el impacto de esa aparición en un viaje espacial minuciosamente planificado.

La película se sostiene en la solvencia de las actuaciones –como suele ocurrir con las películas de cámara- y en la exploración de ese clima de introspección claustrofóbica. Hacia el final echa mano a secuencias de tensión, a cierta innecesaria acumulación de contratiempos forzados, y alguna redundancia sentimental en los angustiados, pero consigue preservar el corazón de su búsqueda. Quizás quien mejor ha logrado explorar esos dilemas humanos en el contorno del espacio haya sido Claire Denis en su excepcional High Life, pero la modestia del camino de Penna no le quita méritos a su llegada.

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