Netflix: los Obama debutan como productores con un extraordinario documental
American Factory (EE. UU./2019). Dirección: Steven Bognar y Julia Reichert. Fotografía: Steven Bognar, Aubrey Keith, Jeff Reichert, Julia Reichert, Erick Stoll. Música: Chad Cannon. Edición: Lindsay Utz. Duración: 115 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: excelente
Un proverbio chino afirma que dos tigres no caben en una montaña. Es una imagen perfecta para entender, en el momento en que este extraordinario documental se acerca a su fin, que estamos frente a un conflicto que jamás podría terminar con un acuerdo. El aparente ganador representa a la cultura de la que surgió esa máxima. Una crucial votación en la planta que la poderosa empresa china Fuyao tiene en la ciudad estadounidense de Dayton (Ohio) determinó por mayoría el rechazo a la sindicalización del personal.
El aval fortalece la estrategia del gigante asiático, dedicada a la fabricación de vidrios y cristales para la industria automovilística y de la construcción. Al final se nos dirá que allí trabajan unos 2000 operarios estadounidenses y 200 chinos, pero con el aval de la votación ahora prevalecen con más fuerza reglas laborales más cercanas a las que se aplican en China, donde los empleados cumplen jornadas más extensas y casi no se toman descansos o vacaciones mientras ven reducidos sus beneficios sociales.
American Factory comienza con un velatorio. Acaba de cerrarse en Dayton una planta de General Motors que daba empleo a miles de personas. Lo que sigue es la llegada de los chinos, que instalan su fábrica de vidrio en esa fábrica abandonada y rescatan a algunos de los trabajadores despedidos de GM para devolverles, según ellos mismos reconocen, no sólo un puesto de trabajo. Lo que recuperan es la dignidad y la sensación de no haberse caído del mundo.
Al principio todo se encaminaba detrás de lo que podría llamarse el "sueño americano" del multimillonario chino Cao Dewang. Hasta el momento en que las visiones estratégicas y las culturas laborales entran en colisión. El documental lo muestra a través de un formidable juego de espejos: cuando los estadounidenses viajan a China y comprueban por ejemplo que el titular del sindicato de obreros de Fuyao es también el cuñado del presidente, y cuando los chinos se suman al plantel laboral en Dayton llevando su propia impronta a la tarea cotidiana.
Todas las perplejidades de esta situación quedan al desnudo en un escenario que funciona como dilema: cualquier solución tendrá un costo inevitable. Todos tienen sus razones, todos tienen sus prejuicios, todos creen tener razones suficientes como para sostener sus argumentos y también fundamentos para desafiar la postura ajena. Pero al mismo tiempo la colaboración es imprescindible, porque unos y otros se necesitan.
Viendo American Factory es inevitable que sobrevuelen algunos de los grandes temas de la política internacional de estos días: el choque comercial entre Trump y los chinos, el temor de Occidente hacia el futuro y sus reacciones (el Brexit, los nacionalismos, las tendencias proteccionistas), las transformaciones en el mundo del trabajo y la llegada de la automatización como sustituto de la mano de obra humana, el predominio económico de Asia en el siglo XXI, el modelo capitalista impuesto en China por un régimen de partido único que controla todo, el sueño americano clásico hecho añicos. Tan confuso es todo que la arenga del ejecutivo chino que llega a Dayton para mejorar los esquivos números de la planta es la réplica exacta de la consigna principal de Trump: "Make America Great Again".
Todos los interrogantes son el fruto de un extraordinario acercamiento a todos los factores en juego: las cámaras siguen a los ejecutivos chinos, los trabajadores estadounidenses desplazados, los chinos que llegan a Dayton para sumarse al plantel laboral. Todos se expresan con honestidad brutal, sin un solo eufemismo. El documental es de una franqueza abrumadora. Hay muestras de egoísmo y de mancomunión. Hay ejecutivos que asumen su papel desde el sacrificio y trabajadores que no entienden por qué se los deja de lado. Todo transcurre en un escenario que se aleja de cualquier relativismo. American Factory es un documental político, pero con derivaciones nada fáciles paraBarack y Michelle Obama, que eligieron tomar riesgos con esta primera incursión como productores. Pensando quizás en algún proverbio chino sobre tigres y montañas les están diciendo a los políticos en ejercicio que cualquier solución facilista y demagógica siempre es irresponsable y puede tener consecuencias devastadoras.
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