Netflix: la nueva versión de Rebeca, poco audaz y muy lejos de Hitchcock
Rebeca (Reino Unido / 2020). Dirección: Ben Wheatley. Guion: Jane Goldman, Joe Shrapnel, Anna Waterhouse. Fotografía: Laurie Rose. Elenco: Lily James, Armie Hammer, Kristin Scott Thomas, Sam Riley. Duración: 121 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
Las comparaciones son odiosas pero, a veces, inevitables. Así como la nueva señora De Winter sufre las sufre frente a la idílica imagen de Rebeca, el film de Ben Wheatley no puede escapar del fantasma de la inolvidable película de Alfred Hitchcock, con Joan Fontaine y Laurence Olivier. Sin embargo, la nueva adaptación de la novela homónima de Daphne du Maurier requiere que se la aprecie como tal y no como una remake de aquella que dirigió el maestro del suspenso.
Quienes vienen siguiendo la carrera de Wheatley se van a sorprender con su forma de encarar esta adaptación (y no necesariamente para bien). El fantasma de Rebeca y el aire de casa embrujada de Manderley, la mansión que es el centro de la historia, parecían a priori un material cuyo costado más siniestro resultaba ideal para el director de films de género con tendencias delirantes, como Kill List, Sightseers y Free Fire.
Tal vez para alejarse de la versión hitchcockiana y mantenerse más apegado al original, Wheatley concibió a la nueva Rebeca más cerca del melodrama clásico con toques góticos y algo de terror psicológico, concentrándose en el thriller solo en el tramo final. El comienzo presenta una clásica historia de amor entre el viudo millonario Maxim De Winter y la joven dama de compañía de una mujer rica. Los bellísimos paisajes de la Costa Azul están retratados con una fotografía que prefiere los colores pastel, acentuando la cualidad de cuento de hadas. Cuando la pareja llega a Manderley, la mansión que es el gran tesoro de la familia De Winter, la historia se complica y la estética se torna casi tan fría como la apariencia de la señora Danvers, el ama de llaves que se ocupará de que la nueva señora de la casa se sienta inadecuada en su papel, incómoda en su hogar y se obsesione con la figura de Rebeca.
Los films anteriores de Wheatley, mejores o peores, comparten cierta audacia que aquí está ausente. Sin las limitaciones del código Hays que obligó a Hitchcock a hacer cambios sustanciales a la historia, la nueva Rebeca tenía vía libre para experimentar en lo temático y lo formal. Pero no, esta es una adaptación de corte clásico, aunque pensada para nuevas audiencias. Al fin y al cabo, el tema de la percepción idealizada de los otros y la comparación con uno mismo que afecta la autoestima puede resonar bien con la generación Instagram.
Aunque la película tiene varias secuencias un tanto sosas, algunas decisiones del director resultan sugestivas y aportan gracia, como la presentación de recuerdos en flashbacks cortos, cual olas que golpean de forma reiterada e involuntaria la mente de la protagonista. También la elección de los actores principales: Lily James, componiendo en capas el crecimiento de su personaje y llegando a extremos melodramáticos que combinan con la propuesta estética del film; Armie Hammer, prestándole su atractivo de estrella del Hollywood clásico a un personaje enigmático; y Kristin Scott Thomas, como una perfecta señora Danvers, de exterior glacial que oculta un fuego atizado por la lealtad y el amor.
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