Netflix: ¡No estás invitada a mi Bat Mitzvá!, un tierno relato adolescente protagonizado por la hija de Adam Sandler
La película de Netflix estrenada el viernes ya está segunda en la lista de los largometrajes más vistos de la plataforma
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¡No estás invitada a mi Bat Mitzvá! (Estados Unidos//2023) Dirección: Sammi Cohen. Guion: Alison Peck y Fiona Rosenbloom. Fotografía: Ben Hardwicke. Edición: Jamie Keeney, Brian Robinson. Música: Este Haim, Amanda Yamate. Elenco: Adam Sandler, Sunny Sandler, Idina Menzel, Sadie Sandler, Samantha Lorraine, Sarah Sherman. Calificación: apta para mayores de 13 años. Disponible en: Netflix. Duración: 103 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
La prolífica filmografía de Adam Sandler está llena de historias en las que los personajes principales se comportan como niños, aunque hace rato hayan dejado de serlo. De hecho, Sandler construyó una exitosa y lucrativa carrera interpretando a esos hombres-niño más allá del relato que los contuviera. Dejando de lado las rarezas de su filmografía, como Embriagado de amor y Diamantes en bruto –dos películas de autores como Paul Thomas Anderson y los hermanos Safdie, que mostraron el enorme potencial dramático del comediante– la inmadurez siempre fue la marca registrada de sus personajes. En algunas ocasiones acompañado de cierta inocencia y desparpajo, ese modelo devino en muchos films olvidables y varios divertidos y emotivos como Un papá genial, La mejor de mis bodas, No te metas con Zohan y Como si fuera la primera vez. De ellos –de sus aciertos narrativos y en la construcción de personajes– parece derivar ¡No estás invitada a mi Bat Mitzvá!, el film de Netflix en el que Sandler da un paso al costado para dejarle el centro de la escena a Sunny, su hija menor. De hecho, la comedia está centrada en el mundo de los adolescentes de hoy y protagonizada por un elenco que, a diferencia de las películas producidas por Sandler en el pasado, tiene la edad indicada para interpretar la montaña rusa de emociones que esa etapa de la vida trae consigo.
En el caso de Stacy Friedman (Sunny Sandler), la llegada de la pubertad también viene acompañada del ritual con el que el judaísmo celebra el paso a la adultez, a partir de los doce años para las chicas (Bat Mitzvá) y de los trece para los varones (Bar Mitzvá). Para Stacy y su mejor amiga, Lydia Rodríguez Katz (Samantha Lorraine), la celebración religiosa no importa tanto como la fiesta que le sigue, un evento que ambas llevan planeando e imaginando desde que aprendieron a hablar.
Más allá de que la película explique en su secuencia de apertura que todas las culturas del mundo tienen algún tipo de ceremonia para marcar ese momento vital, lo cierto es que ese mensaje de alcance universal parte de un escenario de registro muy particular: el día a día de la comunidad judía de clase media alta en Los Ángeles. Lo curioso es que los adolescentes que habitan ese mundo, entre la escuela privada y las clases de preparación en el templo, son reconocibles aunque uno no conozca o pertenezca a esa cultura. El sueño del vestido perfecto demasiado caro para el presupuesto familiar, de la entrada espectacular y del reparto de lugares en la mesa principal resuena en todo el mundo, lo mismo que la omnipresencia del grupito de chicas que se filman practicando coreografías de Tik Tok a toda hora.
Convencida de que su Bat Mitzvá será el momento más importante de su vida y una instancia que la defina para siempre Stacy se ilusiona con una fiesta por todo lo alto, con temática de Nueva York y la actuación de Dua Lipa. Y, más allá de que sus padres, Danny (Sandler) y Bree (Idina Menzel), no pueden ni quieren pagar ninguna de esas extravagancias, sí coinciden en la importancia del evento. Para ellos se trata de un ritual de pasaje fundamental en la formación de su hija dentro de la tradición judía, mientras que para ella es la excusa perfecta para acercarse al chico que le gusta, un galán adolescente que provocará un grieta en la relación entre Stacy y su mejor amiga Lydia, que hace lo que puede por mantener el ánimo en medio del divorcio de sus padres.
Los portazos, los gritos destemplados, el llanto desconsolado, el acné, la ilusión del primer amor y su inevitable desilusión forman parte de un relato que se sostiene en el considerable carisma de la novata Sunny Sandler, que desde la cuna lleva haciendo cameos en las películas protagonizadas y producidas por su padre. En este caso, el guion de Alison Peck y Fiona Rosenbloom y la dirección de Sammi Cohen aciertan al concentrar su mirada en la experiencia femenina, en ese difícil momento de la vida en el que la infancia se empieza a disolver en un mar de hormonas descontroladas y angustias existenciales varias y en el que todo parece ser de vida y muerte.
Cuando la atención del relato se distrae en algunos personajes adultos, como la rabina Rebecca (Sarah Sherman) o el DJ Schmuley (Ido Mosseri), la película se inclina hacia los trazos gruesos que también forman parte de la filmografía de Sandler padre. Sin embargo, lo que prevalece en ¡No estás invitada a mi Bat Mitzvá!, es la ingenuidad, la ternura y la sensibilidad con la que su protagonista se para frente al mundo adulto, al que está bastante lejos de pertenecer.
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