Netflix: Nasha Natasha encuadra con asombro el carisma de Natalia Oreiro
Nasha Natasha (Uruguay/2020). Dirección y guion: Martín Sastre. Fotografía: Mariano De Luca, Fermín Torres. Música: Ricardo Mollo, Trío sin palabras. Duración: 72 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy buena
Natalia Oreiro es una estrella gigante en Rusia. En el país de Ígor Stravinsky, Muñeca brava y "Tu veneno" fueron hits, hitos de consumo masivo, y "No me arrepiento de ese amor" (la canción de Gilda) se hizo carne, coreografía y hasta dedicatoria pasional. Este documental de larga maduración, que tuvo una versión distinta exhibida en Moscú en 2016 y amagó varias veces con exhibirse localmente en pantalla grande, está centrado en una gira de 2014 de Oreiro y su troupe por dieciséis ciudades rusas, por nieves y fríos, y con viaje en el tren transiberiano.
El documental de Martín Sastre –el de Miss Tacuarembó, también con Oreiro y tal vez la mejor traducción rioplatense de eso que suele identificarse como toque almodovariano, tan difícil de imitar– busca interpretar la conexión rusa del carisma de Oreiro con el corazón puesto en Uruguay y en la Argentina: Oreiro como hija, como amiga, como hermana, como esposa, como madre; Oreiro ensayando, practicando, intentando perfeccionar sus combos estelares, y especialmente sus impactos como ícono de muchas más cosas de las que uno imagina por esas tierras lejanas, lo que nos lleva incluso a constatar la importancia de Oreiro como nuevo modelo de femineidad para buena parte de una generación y también al auge del español rioplatense en Rusia y en otros países del este de Europa. Todo eso está, y también algo, un poco, de la historia previa a ser estrella, en donde se veía desde el primer momento el notorio potencial del punto de partida, el physique du rol claro desde los cimientos.
Para poder hacer de Nasha Natasha un producto inmediatamente atractivo incluso para quienes no consumen el universo actoral y musical de Oreiro, Sastre contó con dos grandes ventajas. La primera es su propia mirada asombrada, límpida, asociada a su capacidad para reflexionar y plantearse cómo hacer un documental por fuera de las fórmulas un tanto robóticas de tantos retratos musicales de estos tiempos: Sastre se permite pausas y aceleraciones, derivas y contundencias según sus convicciones.
La segunda es su retratada, uno de esos ejemplos clásicos –podría haber sido un modelo paradigmático del libro de referencia de Edgar Morin, Las estrellas de cine– de carisma, fotogenia, ángel, encanto ante las cámaras y conexión primal con buena parte del público. Nasha Natasha estudia un fenómeno estelar que quizás pueda ser visto como superficial, pero ya nos enseñó Jean Cocteau que la piel de cada época está profundamente conectada con su alma.
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