Netflix: Los últimos días del crimen es un producto mecánico y sin sorpresas
Los últimos días del crimen (The Last Days of American Crime, Estados Unidos/2020) Dirección: Olivier Megaton Guion: Karl Gajdusek, basado en la novela gráfica homónima de Rick Remender y Greg Tocchini. Fotografía: Daniel Aranyó. Música: The Limiñanas y David Menke Edición: Mickael Dumontier Elenco: Edgar Ramírez, Michael Pitt y Anna Brewster Duración: 148 minutos Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular
Un francés (Olivier Megaton) dirigió a un venezolano (Edgar Ramírez), un estadounidense (Michael Pitt) y una inglesa (Anna Brewster) en la transposición de una novela gráfica de culto rodada en Sudáfrica con fotografía de un catalán (Daniel Aranyó) y música de un alemán (David Menke). Si esta producción original de Netflix es, por lo tanto, un ejemplo contundente en cuanto a las posibilidades actuales de colaboración multinacional, su resultado artístico está muy lejos de ser propio de un seleccionado con lo mejor de cada origen.
Los últimos días del crimen comienza describiendo un mundo dominado por la violencia y el caos. El delito ha llegado a tal extremo de descontrol que se anuncia la inminente puesta en práctica de un rígido sistema de seguridad y represión basado ya no tanto en el uso de la fuerza sino en el control permanente del ciudadano con la ayuda de la tecnología. Mientras muchos intentan –sin suerte– cruzar a último momento a Canadá (que aquí, como en El cuento de la criada, es vista como la salvación frente al desmadre estadounidense), aparece en escena el protagonista del film, Graham Bricke (Ramírez), un ladrón profesional y típico galán recio que intentará concretar un último gran golpe antes de que se venza el plazo y cambie para siempre el paradigma social.
Con look y climas propios de film noir, este guion lleno de lugares comunes, personajes estereotipados y clichés del género escrito por Karl Gajdusek (Trespass, Oblivion: El tiempo del olvido, El aprendiz) unirá al parco Bricke con Kevin Cash (un desatado Pitt que, en la comparación, deja al Nicolas Cage de Mandy como un ejemplo de sobriedad y austeridad gestual). Si ambos son el agua y el aceite, pero eventuales opuestos complementarios, en el medio aparece Shelby Dupree (Brewster), la infaltable femme fatale que es novia de Cash, pero muy pronto se convertirá en amante de Bricke (a los pocos segundos de conocerse tendrán un encuentro íntimo en el baño de un bar).
Los últimos días del crimen, con esa estilización visual tan propia del cine publicitario de los años 90 y marca de fábrica de Megaton (director formado en las huestes de Luc Besson y responsable de títulos como Exit, El transportador 3, Venganza despiadada y Búsqueda implacable 2 y 3), parece cumplir con el mandato de tantas recientes películas originales de Netflix: larga (dos horas y media), ruidosa (abundan las explosiones) y con estímulos permanentes (como para que el espectador no pierda la atención). El problema es que –aunque a una historia basada en una novela gráfica ya bastante elemental como la de Rick Remender y Greg Tocchini no puede pedírsele demasiada sutileza ni matices– aquí todo resulta incluso dentro de esos cánones y convenciones demasiado torpe, mecánico y sin sorpresas.
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