Netflix: La vida ante sí marca el emotivo regreso de Sophia Loren
La vida ante sí (La vita davanti a sé, Italia, 2020). Director: Edoardo Ponti. Guion: Edoardo Ponti, Ugo Chiti, Fabio Natale (basado en la novela de Romain Gary). Fotografía: Angus Hudson. Montaje: Jacopo Quadri. Elenco: Sophia Loren, Ibrahima Gueye, Renato Carpentieri, Abril Zamora, Babak Karimi. Duración: 94 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
Nadie mejor que Sophia Loren para convertir su regreso a las pantallas en la reinvención de su reinado como la gran estrella del cine italiano. Su presencia es potente en cada plano de La vida ante sí, dirigida por su hijo Edoardo Ponti, segura de su historia y su leyenda. La Loren brilló como emblema del esplendor del cine italiano y su nombre fue sinónimo del ascenso meteórico de aquella cinematográfica en los años de la posguerra. Ahora recorre los crepusculares caminos de la ciudad portuaria de Bari, signada por las transformaciones urbanas y las corrientes migratorias, como un pedazo del pasado, como una estela que no parece extinguirse.
Si bien su Madame Rosa es el corazón de la película, con sus marcas del Holocausto y su pasado como prostituta, La vida ante sí es también la historia de Momo (Ibrahima Gueye), un huérfano de 12 años que batalla en las calles de la ciudad con sus recuerdos de Senegal, su crianza musulmana, su presente de rebeldía. Basada en la novela de Romain Gary que inspiró la versión francesa en 1977 –Madame Rosa, protagonizada por Simone Signoret–, Ponti reescribe la historia arraigada en el presente de Italia sin renunciar al halo de fábula. Su astucia está en unir al joven Momo y a la ya cansada Madame Rosa, refugiada en su extraviada memoria, en un vínculo complejo y resistente ante ese mundo ajado por el cinismo y la falta de solidaridad.
Como un tardío heredero de Vittorio De Sica, aquel que recogió en las historias de posguerra los halos del melodrama que conocía como actor, Ponti entrelaza la herencia irrenunciable de ese naturalismo que el cine italiano convirtió en marca de origen con las honestas vestiduras de un género popular. En Madame Rosa se conjugan los recuerdos de la Cesira de Dos mujeres con algo del humor de los episodios de Ayer, hoy y mañana, situada ahora en el tiempo de la vejez y la evocación, perdida entre las sábanas blancas de una terraza como eco de Un día muy particular de Ettore Scola, animada con la secreta fuerza de los sobrevivientes.
Ponti explora los vínculos entre sus personajes a partir del trabajo con el espacio: la casa de Madame Rosa a la que Momo llega a regañadientes, como un refugiado indeseado, se convierte en un territorio de variados fantasmas, propios y ajenos, que se alojan en el sótano, que se comparten como los cuentos para irse a dormir. Sin pudores respecto de su propio sentimentalismo, con gran ojo para el diseño de personajes secundarios –sobre todo los de Abril Zamora y Babak Karimi-, y un claro aire de presente, La vida ante sí consigue dar vitalidad a las convenciones que animan su historia y ofrece a Sophia Loren un lucimiento a su medida.
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