Netflix: La probabilidad estadística del amor a primera vista es una sensible comedia romántica que elude las pretensiones
La plataforma de streaming sigue apostando por producciones del género; en este caso, la adaptación de la popular novela de Jennifer E. Smith protagonizada por Haley Lu Richardson y Ben Hardy
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La probabilidad estadística del amor a primera vista (Love at First Sight, Estados Unidos/2023) Dirección: Vanessa Caswill. Guion: Katie Lovejoy, basado en The Statistical Probability of Love at First Sight, de Jennifer E. Smith. Fotografía: Luke Bryant. Edición: Michelle Harrison, Joe Klotz. Elenco: Haley Lu Richardson, Ben Hardy, Jameela Jamil, Dexter Fletcher, Rob Delaney, Sally Phillips. Disponible en: Netflix. Duración: 91 minutos. Nuestra opinión: buena.
Dentro una suerte de “nueva ola” de comedias románticas por las que vienen apostando diferentes plataformas de streaming, la flamante producción de Netflix La probabilidad estadística del amor a primer vista, es uno de los exponentes más cándidos del género, carente de pretenciosidad y con dos protagonistas que consiguen lo más difícil: una química instantánea que pueda mantener al espectador interesado por un derrotero menos intrincado de lo que aparenta ser.
Basado en la popular novela homónima de Jennifer E. Smith, el largometraje de la británica Vanessa Caswill (directora de las miniseries Thirteen y de la versión de la BBC de Mujercitas), con guion de Katie Lovejoy (quien ya se había embebido en la transpolación de obras young adult con la última entrega de A todos los chicos de los que me enamoré, Para siempre), conmueve por su modestia narrativa y visual, por saber cuándo cambiar de tono y no volverse excesivamente solemne.
La premisa puede resultar un tanto inverosímil para los tiempos que corren, pero apunta a dos personas que están destinadas a estar juntas, separadas por motivos que los exceden. En este caso, los protagonistas, Hadley (Haley Lu Richardson, gran comediante y productora de este film), y Oliver (Ben Hardy, a quien vimos en Bohemian Rhapsody), se conocen en un aeropuerto cuando Hadley pierde un vuelo a Londres y se ve obligada a esperar por el siguiente.
En ese interín, entabla una charla con Oliver, y allí la película empieza a esbozar arquetipos de personajes un tanto convencionales, a los que afortunadamente luego se les da otra tesitura. Así como a ella la notamos espontánea, despreocupada, siempre a las corridas y poco racional, él se muestra como su opuesto: un joven que, abatido por determinadas circunstancias, se abocó al estudio de las estadísticas para encontrarle sentido a un mundo que lo tomó por sorpresa en varias ocasiones, y generalmente de manera negativa. Richardson y Hardy tienen poco tiempo para conquistar con sus respectivos personajes, pero su frescura saca a flote lo que es, inicialmente, una presentación un tanto endeble de esas figuras antagónicas que se atraen.
Cuando el largometraje pasa a lo que sería su segundo acto, con los protagonistas en el avión, en pleno viaje a Londres, la comedia romántica de Caswill muestra otras cartas, vinculadas a los motivos por los que ambos están en vuelo hacia dicha ciudad, que responden a necesidades de sus respectivas familias. De esta forma, se plantean los conflictos de los jóvenes, quienes lidian con traumas del pasado y temores que deciden compartir con su interlocutor. Mientras que Hadley lucha contra su aprensión a asistir a la boda de su padre, Oliver debe afrontar una situación mucho más compleja que el film deja latente de modo astuto para desarrollar en el punto neurálgico de la narrativa: cuando los protagonistas se pierden de vista al arribar a destino.
En ese tramo, la sucesión de razones por las que ambos se distancian y no pueden comunicarse a posteriori se trabaja con mucha solvencia y con ciertos guiños a uno de los largometrajes referentes del género: la gran Sintonía de amor de Nora Ephron. Los personajes pasan gran parte de la historia separados, y eso le da espacio al film para terminar de desarrollar los conflictos de ambos individualmente. Sin embargo, La probabilidad estadística del amor a primera vista trastabilla cuando no confía en esa ruptura narrativa, y se apresura en reunir a sus protagonistas sin generar una urgencia necesaria para que el reencuentro tenga mayor peso.
Al mismo tiempo, le suma la constante e innecesaria presencia de la talentosa Jameela Jamil, quien interpreta varios personajes que funcionan como una alegoría del destino y sus artimañas, el vericueto narrativo por el que transita Lovejoy para explicitar el leitmotiv del film, algo que ya funcionaba correctamente con el uso de la voz en off.
Por fuera de estos desniveles -que se vuelven más ineludibles en un film de 90 minutos de duración-, la comedia romántica sale adelante gracias a las interpretaciones de Richardson, Hardy y de las intervenciones secundarias del actor y realizador Dexter Fletcher y de la siempre magnética Sally Phillips, quienes personifican a los padres de Oliver con un carisma del que carece la subtrama del papá de Hadley, más endeble y predecible. Así, la nueva comedia romántica de Netflix no revoluciona el género, pero tampoco busca hacerlo: es un trabajo prolijo, con una justa medida de sentimentalismo.
La probabilidad estadística del amor a primera vista, de Vanessa Caswill, está disponible en Netflix.
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