Netflix: la mejor introducción al mundo del spaghetti western de la mano de su fan número uno, Quentin Tarantino
Django & Django, dirigido por el italiano Lucio Rea, es un documental que reivindica la figura de Sergio Corbucci, uno de los más influyentes directores de ese género y figura admirada por Tarantino
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“Hola a todos. Soy Quentin Tarantino y estoy orgulloso de presentar esta retrospectiva del spaghetti western en el Festival de Cine de Venecia. Hasta lo que yo sé, el spaghetti western es uno de los géneros más grandes de la historia del cine mundial y mucho más en la historia del cine italiano. Pero es indiscutible que sus películas nunca fueron apreciadas de verdad como se merecían”.
Este mensaje se escuchó en 2007, en la edición número 64 del decano de los grandes festivales cinematográficos del mundo. Tres años antes, Venecia había inaugurado una nueva sección paralela, Historia Secreta del Cine Italiano. El cuarto capítulo iba a estar dedicado al nunca del todo valorado y siempre menospreciado cine del Oeste realizado en la península. De la reivindicación (probablemente definitiva) se encargó el fanático más grande y más conocido del género a escala mundial.
Después de haber abrevado del spaghetti western de todas las maneras posibles (citas, guiños, menciones, tributos, referencias explícitas) y en todas sus películas, Tarantino eligió 32 títulos realizados entre 1964 y 1976, la única y esplendorosa década en la que ese género reinó dentro de la producción italiana. Y como curador y responsable de la muestra incluyó en ella tres de las obras más decisivas de toda esa historia: Django, Navajo Joe (ambas de 1966) y Vamos a matar, compañeros (1970).
Las tres fueron dirigidas por Sergio Corbucci, un nombre esencial en la historia del spaghetti western y del cine italiano en general de ese tiempo. Si faltaba algo para reivindicar al “otro Sergio”, en alusión por supuesto al más grande de todos los creadores del cine del Oeste a la italiana, Sergio Leone, es el documental Django & Django, dirigido por el italiano Luca Rea, disponible en Netflix.
El círculo que se abrió en Venecia hace 15 años con la gran retrospectiva del spaghetti western empezó a cerrarse en la edición 2021 del mismo festival, con el estreno mundial de este trabajo testimonial que cuenta con la presencia estelar y protagónica, como aquella vez, del propio Tarantino. Naturalmente, su aparición es el motivo de interés principal para seguirlo. Ni hace falta decir que sin su presencia Django & Django no hubiese trascendido las fronteras italianas o las del mundo que integran los fans del spaghetti western.
Lo que hace aquí Tarantino es extraordinario. Su testimonio es una verdadera clase magistral, amena y atrapante, sobre el valor, la importancia, el alcance y el legado del spaghetti western a través del rescate de una de sus grandes figuras. “El segundo mejor director de toda la historia del género, después del otro Sergio”, dirá Tarantino más de una vez desde la pantalla.
Corbucci nació en 1927 y murió en 1990. Todo estudioso del spaghetti western completará las afirmaciones de Tarantino en el documental reconociéndolo como uno de los integrantes de la trilogía esencial de realizadores del género, junto con Leone y con el mucho menos mencionado Duccio Tessari. Antes de hacer toda la carrera que lo llevó a convertirse en director fue periodista y crítico cinematográfico.
El excelente material de archivo rescatado en el documental lo muestran en el set o en alguna entrevista como un hombre que no solo conoce el oficio con el máximo detalle, sino también como un astuto e imaginativo constructor de historias, imágenes y títulos destinados a la promoción de sus películas. Corbucci conseguía con asombrosa naturalidad llamar la atención y despertar la máxima curiosidad alrededor de sus proyectos.
Lo mejor aparece al principio, cuando Tarantino mete a Rick Dalton, el personaje ficticio de Había una vez en Hollywood interpretado por Leonardo DiCaprio, en la historia real de Corbucci, y los mezcla a los dos en una sucesión de memorias, recuerdos, anécdotas y observaciones muy rigurosas sobre los primeros tiempos del spaghetti western. Es tan hábil y atrapante el relato que en más de un momento llegamos a pensar que Dalton llegó a participar de verdad en algunas de las películas de Corbucci, pero enseguida Tarantino se las ingenia para llevarnos a un lugar desde el que nos queda claro qué parte de realidad y qué parte de ficción tiene toda esta historia.
Después llega la verdadera reivindicación de Corbucci y su lugar dentro del mundo del cine y del spaghetti western. A él le debemos sobre todo la creación del gran personaje protagónico que identifica al género mejor que nadie. No hay otro nombre tan poderoso, influyente y de tanta trascendencia que el de Django en esta pequeña gran historia concentrada en algo más de una década.
La atracción de Django fue tan extraordinaria fuera de Italia que solo en Alemania, hogar de una fructífera variante local de las películas del Oeste risueñamente conocida como “sauerkraut western”, se registran no menos de 30 películas en las que se menciona al personaje. Lo notable es que la mayoría de ellas no tienen nada que ver con Django. El nombre es nada más que el imán para llamar la atención del público, algo que sigue ocurriendo casi medio siglo después de la aparición del Django original, por ejemplo, en Japón. Allí, en 2007, el prolífico Takashi Miike rindió su propio homenaje a través de Sukiyaki Western Django, curioso y atractivo western oriental que pudo verse en el Bafici y en el que Tarantino tuvo una breve aparición como actor.
¿Qué tiene Django que no haya sido mostrado en otro lugar dentro de las convenciones del spaghetti western? Una manera de mostrar la violencia en cámara que hasta ese momento era desconocida. Los spaghetti westerns de Corbucci se caracterizan por el uso extremo, crudo, explícito y hasta gratuito de las escenas violentas. Tarantino habla mucho de este aspecto central del cine de su admirado director italiano, sin mencionar por ejemplo el curioso detalle de los 138 muertos que la película acumula de principio a fin. Django aparece en el comienzo de la historia como una figura fantasmal que lleva a la rastra un ataúd y la escena final transcurre en un cementerio.
Este uso de la violencia también define y configura a los personajes principales de sus historias. Es difícil, según relata Tarantino, encontrar héroes en el más estricto o tradicional sentido del término en las películas de Corbucci. Quienes ocupan ese lugar podrían ser perfectos villanos en cualquier otra aventura. ¿Y de dónde nace ese interés casi obsesivo por mostrar la violencia de una manera tan descarnada y hasta excesiva? Una vez más Tarantino tiene la respuesta: de la dura experiencia de vida que tuvo Corbucci como testigo de la Segunda Guerra Mundial y sobre todo de los tiempos en los que Italia fue dominada por el fascismo.
A esa historia, a esos tiempos terribles alude el director cuando coloca a sus personajes en un mundo en el que la violencia parece no tener fin. De hecho, los personajes que cumplen el papel de héroes en sus historias responden con más violencia para frenar el sadismo y las agresiones de sus crueles adversarios.
Las películas de Corbucci que el documental recorre a través de la mirada de Tarantino ofrecen diferentes dimensiones de ese fenómeno. Minnesota Clay, Django, Navajo Joe (con la llamativa presencia protagónica de Burt Reynolds), Vamos a matar, compañeros (mucho más paródica, divertida, autorreferencial y política) y finalmente El gran silencio, una de las historias más complejas e introspectivas de la historia del spaghetti western, que transcurre por completo en escenarios nevados y con un protagonista (Jean-Louis Trintignant) que jamás abre la boca.
La curiosa presencia de Trintignant, un actor que nadie podría asociar de inmediado con el mundo del spaghetti western, la explica en el documental Corbucci a través de imágenes de archivo enriquecidas por el testimonio del gran Franco Nero, el primer y verdadero Django. Nero primero reconoce a Corbucci como el artífice de su aparición como estrella internacional e indestructible figura del spaghetti western en su mejor historia, pero cuenta también que cuando decidió irse a trabajar a Hollywood el director se enojó mucho con él.
Al documental se suma también el rico aporte de Ruggero Deodato, eterno asistente de Corbucci y posterior responsable de varias películas hoy consideradas “de culto”: relatos policiales y películas de terror a la italiana sobre zombis, caníbales y asesinos de todo tipo. Los recuerdos de Nero y Deodato son el aperitivo del suculento plato con el que Tarantino cierra el documental: cómo la revisión de la obra de Corbucci estimula en su caso una revisión teórico-narrativa y un posible desenlace para Django sin cadenas.
La palabra de Tarantino es, sin duda, el elemento más atractivo de este documental preciso, ameno e ilustrativo, que también puede verse como un primer acercamiento al mundo del spaghetti western. En el homenaje a Corbucci aparecen varias imágenes de sus películas esenciales. Y en uno de los fragmentos de Minnesota Clay puede verse fugazmente la singular belleza de una actriz que nos es muy familiar. La principal protagonista de esa película es nuestra compatriota Ethel Rojo, radicada por entonces en España.
Django & Django, de Luca Rea, está disponible en Netflix
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