Netflix: la comedia Tu casa o la mía no está a la altura del carisma de Reese Witherspoon y Ashton Kutcher
La nueva película de la plataforma no logra hacer creíble la historia de amor entre los personajes principales
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Tu casa o la mía (Your Place or Mine, Estados Unidos/2023). Dirección y guion: Aline Brosh McKenna. Fotografía: Florian Ballhaus. Edición: Chris A. Peterson. Música: Siddhartha Khosla. Elenco: Reese Witherspoon, Ashton Kutcher, Wesley Kimmel, Tig Notaro, Zoe Chau, Jesse Williams, Steve Zahn. Duración: 109 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular.
Un par de estrellas reconocibles y queridas, una guionista de probado talento y el impulso de la plataforma de streaming más popular. Con todos los elementos necesarios para hacer un éxito de Tu casa o la mía, la comedia romántica protagonizada por Reese Witherspoon y Ashton Kutcher, escrita y dirigida por Aline Brosh Mckenna y estrenada en Netflix, la película sin duda consiguió ser un suceso en términos de público aunque cuando se trata de alcanzar objetivos artísticos, o al menos contar una historia con lógica, sentido y encanto, las cosas no resultaron tan exitosas.
El film, inscripto en la tradición norteamericana de las comedias románticas lanzadas a tiempo para el festejo de San Valentín, toma elementos de muchas de sus excepcionales predecesoras como Cuando Harry conoció a Sally y Sintonía de amor e incluye todos los elementos del género que podían caber en sus 109 minutos de duración. La corrida por el aeropuerto, los personajes secundarios que aportan humor y algo de sarcasmo, el actor infantil que suma ternura a todo el asunto y, por supuesto, el costado creativo de los protagonistas que aunque se dediquen a otra cosa sueñan en paralelo con trabajar en la industria editorial, una de las pocas vocaciones que, según la industria de Hollywood, pueden tener los protagonistas de una comedia romántica. Claro que la repetición de tópicos y escenarios, no es en sí misma un problema y de hecho muchas de las mejores representantes del género la utilizan en su beneficio. Y aunque muchas veces los usos y costumbres del género puedan derivar en insulsos clichés, Tu casa o la mía, lleva las cosas un poco más allá.
En este cuento los dos elementos fundantes de la comedia romántica, el humor y el amor, parecen haber sido creados por una inteligencia artificial que no llegó aún a aprender -probablemente eventualmente lo haga-, cómo deben verse y combinarse ambos ingredientes en pantalla. La película, la primera que dirige la experimentada guionista Brosh McKenna (El diablo viste a la moda, 27 bodas, Crazy ex Girlfriend), hasta consigue lo que parece imposible: que Nueva York, el escenario más fotogénico del género, se aplane hasta perder todo su reconocido encanto. No es que la novel directora haya decidido mostrar los costados menos “cinematográficos” o turísticos de la Gran Manzana en su afán por aportar una nueva mirada sobre ella sino que simplemente ni ella ni su director de fotografía (Florian Ballhaus), supieron cómo usar la ciudad en su favor. Un traspié que lamentablemente se repite cuando se trata de sus estrellas. No hay duda de que Witherspoon y Kutcher son actores con el carisma suficiente para llevar adelante la película pero sus probadas habilidades aquí quedan en segundo plano frente a una puesta en escena y un guion que no les sienta nada bien.
En el caso de Witherspoon aunque lo intenta no consigue que su personaje, Debbie, se pueda desprender del estereotipo de la mujer y madre controladora y neurótica que se olvidó de cómo divertirse y ser ella misma. Algo que solo consigue, apenas, cuando viaja una semana a Nueva York para tomar un curso de contaduría que le permita ganar algo más de dinero. Al personaje de Kutcher, Peter, el guion apenas se esmera en asignarle una relación compleja con su padre que justifique su aversión al compromiso. Aunque el traumático desenlace de ese vínculo se mencione varias veces en el desarrollo de la trama se percibe más como una excusa pensada ad hoc que como un argumento de peso que le dé profundidad al personaje.
Lo cierto es que por más difusas y poco interesantes que sean las personalidades de los personajes centrales por separado, el punto más débil del film es que no logra hacer que su relación resulte mínimamente creíble. A pesar de que se insiste con que Debbie y Peter son mejores amigos hace veinte años, la construcción de ese lazo ocurre fuera de cámara y el hecho de que él viva en Nueva York y ella en Los Ángeles, la premisa disparadora del cuento, relega todas sus interacciones al teléfono, aunque se use también para cruzar videollamadas, nunca dejan que sean artificiosas y carentes de encanto.
El recurso de separar a los protagonistas hasta casi el final de la narración -Debbie se instala en el departamento de Peter en Brooklyn y él viaja a Los Ángeles para cuidar a Jack, el tímido hijo de ella-, que en teoría debía crear un anhelo de los más romántico, en esta película solo causa fastidio. Especialmente cuando, llevando la fantasía del romance mucho más allá de cualquier esbozo de verosimilitud, ambos resuelvan sus vidas profesionales estancadas e insatisfactorias durante décadas en menos de seis días y en los minutos que les quedan libres descubran información vital el uno del otro que los llevará directo y sin escalas al final feliz. Que en Tu casa o la mía, está tan poco justificado como el resto de la trama.
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