Netflix: Halftime es el retrato del momento preciso en el que Jennifer Lopez se transforma en estrella
En el documental, la cantante y actriz se enfrenta a una doble y simultánea adversidad: su incómoda participación junto a Shakira en el gran show del Super Bowl 2019 y la frustrada nominación al Oscar por su labor en Estafadoras de Wall Street
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Halftime (Estados Unidos/2022). Dirección: Amanda Micheli. Fotografía: Jason B. Berg. Música: Edwin Ospina. Edición: Carol Martori. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy bueno
Se hace difícil escapar a ciertas prácticas convencionales cada vez que aparece alguna nueva producción audiovisual sobre la vida de grandes figuras del mundo del espectáculo con el perfil y las características de una biografía autorizada. Varias de ellas responden a criterios casi hagiográficos, describiendo a su protagonista como un dechado de santidad, un ejemplo sin mácula para el resto de los mortales. Otras, en cambio, asumen episodios de caída y error, pero con la intención explícita de apoyarse en ellos para destacar el siempre virtuoso camino de la recuperación. Resiliencia es la palabra clave que marca a fuego esta clase de retratos. Y no hay mucho más.
Haber tomado una deliberada distancia de estas fórmulas es la primera gran virtud de Halftime, el documental ahora disponible en Netflix dedicado a Jennifer Lopez. Hay aquí huellas de las biografías autorizadas tradicionales: la voluntad de destacar sin vueltas algunos de los mejores logros de toda una carrera o el modo en que nuestra protagonista es capaz de levantarse después de una caída. Pero detrás hay algo mucho más importante: este retrato documental se afirma sobre todo en la imagen viva de una decepción, en el momento quizás más frustrante de toda la vida reciente de la actriz y cantante nacida en el Bronx de familia portorriqueña.

Esta declaración de principios queda clara desde el título. Halftime no solo alude de manera directa a la contrariedad a la que Lopez debió enfrentarse cuando fue convocada en 2019 para animar el show del entretiempo de la final del Super Bowl (el show más importante del año en Estados Unidos) y compartirlo de manera bastante incómoda con Shakira. A este factor se suma casi al mismo tiempo el dolor de no haber logrado la nominación al Oscar que sin dudas merecía por lo que hizo en Estafadoras de Wall Street (Hustlers), la mejor actuación de toda su carrera en el cine.
Nos quedará como definición precisa y recuerdo indeleble de ese estado de ánimo el momento en que vemos llorar a Lopez después de enterarse que la Academia de Hollywood le amargó el sueño de llegar al Oscar 2020 al dejarla de lado en las nominaciones. O cuando desde la cama, sin una sola gota de maquillaje, comparte la tristeza que siente ante las noticias adversas. Pero esos momentos, sin duda auténticos, funcionan en el fondo como ilustraciones (o disparadores) de todo lo que le da el verdadero sentido al comportamiento y a la actitud de la artista. No es el momento del renacimiento después de la derrota el que vale para Lopez, sino el de la orgullosa afirmación de su identidad.
En el documental, ella reconoce haber alcanzado ese logro a sus 50 años y no antes. La Jennifer Lopez de hoy es una estrella consumada en múltiples dimensiones, con logros que ni siquiera pudo imaginar en las décadas previas. Tiene fama, dinero suficiente para vivir con holgura y criar sola a sus mellizos. También un grupo de colaboradores muy cercano y leal que logra sostenerse en el tiempo, y un método de trabajo en constante perfeccionamiento.
Lopez quiere mostrar su amor por Estados Unidos (su país natal) como hija orgullosa de una identidad latina a la que se niega a renunciar. Tardó 20 años en definir ese aspecto de su personalidad. También le llevó ese tiempo modelarse como estrella desde la imagen: en la madurez transmite una extraordinaria atracción. Está más bella y sexy que nunca. Basta comparar su figura actual con la de tiempos pasados. Su complicada vida afectiva apenas aparece insinuada aquí.

Los gestos muy visibles que interesan para sostienen esa nueva configuración personal son otros. Cuando Lopez discute con los organizadores del Super Bowl para dejar en claro su postura frente a lo que cree que es desde el principio el error más grande del mundo: convocar a dos artistas latinas en lugar de una. Cuando enfrenta una agenda excesiva y sobrecargada para sostener al borde del agotamiento sus aspiraciones en la temporada de premios de Hollywood. Cuando hace todo lo que está a su alcance para que se conozca el mensaje de afirmación latina y crítica a los abusos contra los inmigrantes de la administración Trump. No siempre gana, pero siempre intenta hacerlo.
Halftime, en el fondo, es la pintura del momento preciso en el que una artista talentosa toma verdadera y definitiva conciencia de que llegó a convertirse en una estrella y siente que desde allí solo le queda seguir a conciencia con el meticuloso trabajo que se impuso durante las últimas dos décadas para mantener esa condición de la mejor manera. Es el retrato de la toma de conciencia de un triunfo que sigue en construcción, pero que al mismo tiempo su dueña siente como algo definitivo, certero, inapelable.
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