Netflix: en Matrimillas, escenas de la vida conyugal en la era de las apps que todo lo resuelven
La comedia de Sebastián de Caro es tan efectiva como la química de sus protagonistas, el matrimonio aburguesado compuesto por los personajes de Luisana Lopilato y Juan Minujín; más allá del final feliz, se adivinan las aristas de una trama bastante más revulsiva sobre los vínculos sentimentales
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Matrimillas (Argentina/2022). Dirección: Sebastián de Caro. Guion: Gabriel Korenfeld, Rocío Blanco sobre una historia de Gabriel Korenfeld. Elenco: Luisana Lopilato, Juan Minujín, Cristina Castaño, Andrea Rincón, Betiana Blum, Julián Lucero, Santiago Gobernori y Vicente Archain. Duración: 101 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena
Belén y Federico se conocen por accidente. Pero no por los hechos casuales de la vida que hacen que su encuentro sea ocasional y deslumbrante sino por un auténtico accidente (en este caso, de tránsito), que obliga a un diálogo inicial enmarcado en la época navideña que –rápidamente en el relato– desemboca en un matrimonio formalmente establecido, con sus años, sus rutinas y sus hijos. Ya en el curso de la historia, Federico (Juan Minujín) es un odontólogo que prosigue con la dinastía familiar y Belén (Luisana Lopilato) maneja un negocio de juguetes infantiles de realización artesanal. Pero todo deviene en una construcción donde la dicha y la naturaleza del amor romántico ha dado paso al establecimiento de un matrimonio burgués (a la argentina), preso de sus discusiones, rutinas y reproches. Así las cosas, él espera la reunión semanal con su grupo de amigos aficionados a la gastronomía. El mismo día que ella debe cocinar unos fideos que resultan, inevitablemente, una masa amorfa. Ella le reprocha que él no puede ocuparse de que la casa funcione. Y así pasan los días, diría una letra en tiempos de un bolero del desencuentro.
En plena monotonía llegan al conocimiento de una empresa que ofrece una app –relacionada con el concepto del título de esta película de Sebastián de Caro– que les permitirá ganar millas en la búsqueda de una nueva oportunidad en la vida marital. Al concepto moderno de la existencia de la felicidad en la pareja burguesa, realidad no necesariamente vincular al origen de esos matrimonios nacidos por conveniencia familiar, Matrimillas le añade la contemporaneidad del universo de las aplicaciones digitales para cada momento de la vida, inclusive en la felicidad conyugal. El mundo de la aceleración digital entonces disuelve los diálogos del drama que posibilitaron la existencia de Escena de la vida conyugal, y convierten el cambio de paradigma en una carrera por conseguir millas a través de una sumatoria de buenos modales, simpáticas sonrisas y situaciones concordantes con la consumación de una experiencia “agradable” para la pareja. Al ser una comedia, los diálogos buscan acentuar la chispa y cierta coloratura de humor negro para remarcar los horizontes de un clásico ejemplo de comedia costumbrista adaptada a los cánones del mundo digital.
Y ahí es donde quizás se presente el talón de Aquiles para una producción que parte de una premisa muy inteligente y de una idea muy original: tener que moldearse a los cánones de la señal de streaming que la contiene, obligando a la tarea de no remarcar ciertas aristas de la trama y tampoco dando rienda suelta a situaciones propias de las comedias de enredos que bordea a partir de secretos que son descubiertos. Y, sobre todo, a entregar un producto que desde lo estrictamente visual es absolutamente correcto pero poco creativo. Suma a esta descripción el clásico final con aires de happy ending que restituye aquel marco de felicidad posible y la reconstrucción del vínculo.
Las actuaciones de Lopilato y Minujín aportan química para que la historia se siga con interés aunque se intuyan sus aristas. Aquí De Caro consigue otro de sus máximos logros, aunque deba despojarse de la marca más personal que mostró en dos logradas comedias como 20.000 besos y Claudia, pero manteniendo la construcción de protagónicos potentes como mostraron en aquellos títulos Walter Cornás y Dolores Fonzi, respectivamente. Lopilato irradia carisma y Minujín construye un rol de logrados matices. Con ellos, y otras apariciones como Cristina Castaño, Andrea Rincón y la experimentada Betiana Blum, Matrimillas merecía su paso por la pantalla grande para un cine argentino que busca mayorías. A nivel de la resultante de la propuesta, inserta en el entretenimiento liviano y sin demasiadas pretensiones, nada mejor que verla en la señal de streaming que la presenta.
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