Netflix: El hoyo, una mirada apocalíptica sobre la naturaleza humana
El hoyo (España/2019) Dirección: Galder Gaztelu-Urrutia Guion: David Desola y Pedro Rivero Fotografía: Jon D. Domínguez Música: Aránzazu Calleja Edición: Elena Ruiz y Haritz Zubillaga Elenco: Ivan Massagué, Zorion Eguileor, Antonia San Juan y Emilio Buale. Duración: 94 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy buena
Quienes asistimos al estreno europeo de El hoyo en el último Festival de Sitges (muestra con sede en Cataluña especializada en películas fantásticas y de terror) descubrimos en esta ópera prima del vasco Galder Gaztelu-Urrutia una audacia, una capacidad de sorpresa, una potencia narrativa y un sentido de denuncia poco habituales en el cine español (y mundial) contemporáneo. Lo mismo sintió el jurado (ganó el premio principal de la competencia oficial) y la audiencia (obtuvo el premio del público).
Tras un exitoso recorrido por las salas de su país y luego de conseguir varios otros reconocimientos (incluidas tres nominaciones y uno de los premios Goya), El hoyo se estrena en el resto del mundo directamente en Netflix justo en momentos en que su mirada bastante paranoica y apocalíptica sintoniza a la perfección con estos tiempos de la pandemia del Coronavirus. Goreng (Iván Massagué) despierta en el nivel 33 de una suerte de prisión (aunque luego nos enteraremos de que en su caso decidió ingresar allí por decisión propia durante un período de seis meses).
Su compañero de celda es un anciano llamado Trimagasi (Zorion Eguileor), que lleva más tiempo allí y conoce en detalle la despiadada dinámica del lugar. Los internos están un mes en determinado piso y luego son derivado a otro, que puede ser más arriba o más abajo ¿Cuál es la diferencia? Sustancial. Los que están en lo más alto reciben los distintos platos de exquisita comida que elaboran un distinguido chef y su amplio grupo de aprendices, pero –a medida que esa oferta gastronómica desciende por el hoyo al que alude el título– van quedando las sobras, los restos que van dejando los de los pisos superiores. Así, a los de los niveles inferiores (y hay como 200) les quedan las migas. O directamente nada.
Película de supervivencia, El hoyo propone una mirada existencialista y desesperanzada sobre la condición humana. Goreng –cuyo único objeto personal es una copia de Don Quijote, cuando otros prefieren que sea un cuchillo afilado– intentará ordenar el consumo por piso para que todos tengan un poco, pero enseguida lo tildan de "comunista". Es el imperio del sálvese quien pueda y, cuando algunos (siempre de a dos) son sumergidos en los niveles de abajo, no dudarán en matar y apelar al canibalismo. El debut del bilbaíno Galder Gaztelu-Urrutia tiene, por supuesto, una idea ingeniosa, un sentido de fábula alegórica y pesadillesca, pero es mucho más que un eficaz concepto de marketing.
El hoyo tiene un soberbio trabajo de guión, de puesta en escena, de construcción de tensión, de actuaciones, de ideas visuales y de constantes sobresaltos (no es fácil sostener un relato de 94 minutos en un único ámbito). La narración tiene momentos extremos, casi intolerables, con una mezcla de comilonas, excrementos, vísceras y excesos sádicos. Pero no estamos ante un mero ejercicio estilístico o de regodeo en el gore. En El hoyo hay provocación, sí, pero también una invitación a (re)pensar los rasgos de solidaridad (y sus opuestos cínicos) en la sociedad contemporánea. Cine de género y cine político.
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