Netflix: El Halloween de Hubie es un Adam Sandler en estado puro
El Halloween de Hubie (Hubie Halloween, Estados Unidos/2020). Dirección: Steven Brill. Guion: Tim Herlily, Adam Sandler. Fotografía: Seamus Tierny. Edición: Tom Costain, Brian Robinson, J. J. Titone. Música: Rupert Gregson-Williams. Elenco: Adam Sandler, Kevin James, Julie Bowen, Ray Liotta, Steve Buscemi, Rob Schneider, Maya Rudolph. Duración: 102 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy buena
Adam Sandler –como actor, guionista y productor– es un autor de comedias que lo tienen como centro de sentido, del sentido del humor Sandler. No necesita dirigir sus películas: tiene un grupo de directores con los que suele trabajar y que saben cómo hacer que la firma que se ponga de relieve sea la de este cómico que tiene estilo, personalidad, una forma de hacer comicidad: un modo tan identificable en los temas, en los gestos, en la visión del mundo y en los mecanismos humorísticos que, como suele suceder con los grandes comediantes con sello propio, es rechazado con vehemencia por quienes no se sienten interpelados –o sea, no se ríen y hasta que se ofenden– por su humor.
Sandler es uno de esos casos de se toma o se deja, y especialmente en El Halloween de Hubie. "Película Sandler" de las más intensamente condimentadas, nos presenta al Hubie del título, un simplón buenazo demasiado inocente que habla y se maneja de formas tales que lo llevan a ser tratado como el tonto del pueblo, y a recibir múltiples burlas y humillaciones. Bajo la lupa de Sandler tenemos los elementos de la constelación "americana" de ciudad pequeña –esta es Salem, Massachussets– en la costa este, con su persistente fe en los valores de la cultura popular norteamericano de los 80: el colegio secundario como usina de identidades y roles que perduran, la chica soñada, etc.
Hubie se impone la tarea de cuidar a todos en Halloween, y patrulla la celebración, y hay algún misterio –o varios– y unas cuantas referencias a varias "películas Sandler" anteriores, especialmente Happy Gilmore, por Julie Bowen y por el cameo de Ben Stiller. En una trama liviana a lo Scooby Doo y con muchos disfraces, el aglutinante es la insistencia cómica, la confianza en el poder de los chistes. Y no meramente de chistes aislados, puestos sin pensar en su sistema: aquí hay consistencia cómica, por efecto de la repetición de la acción del gag y por su crescendo (los objetos arrojados, las remeras de la madre de Hubie, etc), y por la consistencia cósmica que cobija la consistencia cómica.
Sandler mira el mundo actual con desconfianza, y ante la uniformidad de los disfraces y la falta de reflexión y la pura consigna que intentan sostener las conductas descerebradas, su Hubie pone algo así como un corazón y un pensamiento con raíces, no muy brillante pero sí con el orgullo de saber que quienes vinieron antes de él hicieron cosas valientes. Hubie es alguien que para pensar sabe que necesita algún libro de historia, y eso no se dice pero se nota entre una cantidad muy alta de risas y disparates felices. Claro, esto es así si a uno le gusta Sandler y no, por ejemplo, el señor que hace Borat y similares.
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