Netflix: El agente topo es un documental que retrata la vejez con sensibilidad y humor
El agente topo (Chile / 2020). Dirección: Maite Alberdi. Guion: Maite Alberdi. Fotografía: Pablo Valdés. Elenco: Sergio Chamy, Rómulo Aitken, Petronila Abarca, Zoila González. Duración: 84 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy buena.
Hay varios engaños en El agente topo. En una primera instancia está el engaño del protagonista, un espía que se hace pasar por un nuevo residente de un hogar de ancianos para investigar supuestos robos y abusos, un caso que tendrá una resolución menos policial y más conmovedora. También hay una especie de engaño hacia el espectador. Esa premisa de investigación genera una expectativa, divertida por la forma en la que se plantea y bastante indignante por lo que supone que está sucediendo en el geriátrico. Sin embargo, lo que descubre quien se acerca a El agente topo no es una denuncia contra una institución en particular, sino un amplio retrato de la vejez, signada por la soledad que apenas se afronta con la camaradería entre pares.
La directora chilena Maite Alberdi (La once) logró un documental inteligente y emotivo, con un formato cercano a la ficción pero construido a partir de una realidad intervenida. Sergio Chamy, el encantador protagonista, responde a un aviso del diario en el que un investigador privado busca a un hombre de alrededor de 80 años para infiltrarse en un hogar de ancianos. La misión, que Chamy acepta motivado por ocupar su tiempo en otra cosa que no sea pensar en su esposa recientemente fallecida, es investigar desde adentro las sospechas de una clienta del detective, quien cree que su madre sufre maltratos en el geriátrico. Después de recibir las instrucciones sobre las pistas que tiene que buscar y algunas lecciones tecnológicas que resultan involuntariamente graciosas, Sergio se muda al hogar para descubrir la verdad, que no resulta la que esperaban el protagonista, el investigador privado, la realizadora, ni el espectador.
El infiltrado no es un detective sutil, su modus operandi es demasiado evidente y su inexperiencia en el uso de la tecnología lo complica aún más. Alberdi aprovecha las posibilidades humorísticas que esto supone, siempre desde una perspectiva cariñosa hacia el protagonista, la misma que mantiene con los otros personajes de la residencia. Todo lo que le falta a Sergio de astucia detectivesca, le sobra de empatía para descubrir los problemas que aquejan a los residentes y voluntad para intentar solucionarlos.
Mientras la investigación va quedando en un segundo plano, El agente topo pone el foco en las experiencias de este grupo de personas mayores. La película no los toma como un colectivo a estudiar, sino que se ocupa de conocer a cada una de ellas, a través de la mirada de Sergio, prestándoles la atención que tanto anhelan y necesitan. Lo hace con sensibilidad y humor, manejando las emociones ineludibles que surgen al enfrentarse con ciertas realidades de la tercera edad.
“La vida es cruel” le dice a Sergio una de las residentes, que confiesa que pensaba que sería más feliz en esta etapa que está transitando. El agente topo se las arregla para mostrar lo desgarrador que es sentirse solo hacia el final de la vida, pero también señala que no tiene por qué ser así; sólo bastan familiares y amigos que se acuerden de sus mayores y algún agente topo dispuesto a charlar.
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