Netflix: Chicas perdidas es un thriller con una profunda dimensión humanista
Chicas perdidas (Lost Girls, Estados Unidos/2020) Dirección: Liz Garbus Guion: Michael Werwie Fotografía: Igor Martinovic Música: Anne Nikitin. Edición: Camilla Toniolo Elenco: Amy Ryan, Gabriel Byrne, Thomasin McKenzie, Lola Kirke, Oona Laurence y Dean Winters. Duración: 95 minutos Disponible en: Netflix Nuestra opinión: muy buena.
Liz Garbus es una de las directoras de documentales más prolíficas y premiadas de las últimas dos décadas con títulos como Girlhood, Bobby Fischer Against the World y What Happened, Miss Simone?. Este último –dedicado a la extraordinaria cantante, pianista y compositora Nina Simone y también disponible en Netflix –- le valió la segunda nominación al Oscar, ya que había sido candidata al premio de la Academia de Hollywood en 1999 por su ópera prima The Farm: Angola. Reconocida también como productora de más de 40 películas para cine y televisión, Garbis se arriesgó, justo cuando está a punto de cumplir 50 años, a incursionar por primera vez en la ficción con Chicas perdidas, transposición del libro Lost Girls: An Unsolved American Mystery (2013), en el que Robert Kolker reconstruye uno de los casos más desgarradores de la crónica policial estadounidense: el del "Long Island Serial Killer" (o LISK, como lo definían los medios), que se cree mató a entre 16 y 20 mujeres, la mayoría de ellas trabajadoras sexuales.
Chicas perdidas –que tuvo su estreno mundial en el prestigioso Festival de Sundance pocos días antes de su lanzamiento en Netflix– se centra en la historia de Mari Gilbert (imponente trabajo de Amy Ryan), madre de tres hijas. La mayor de ellas, la veinteañera Shannan, no solo no vive con la familia desde hace mucho tiempo sino que además ejerce la prostitución. Una madrugada, luego de pedir ayuda a la policía, esta joven bipolar desaparece sin dejar rastro alguno.
Mari, con sus traumas a cuestas por haber sido una madre bastante ausente con Shannan y sus carencias afectivas hacia las más pequeñas Sherre y Sarra, se pondrá el caso al hombro y empezará a presionar para que la policía de Oak Beach, una zona balneraria de Long Island, se ocupe de la investigación. El único que atiende en parte sus vehementes reclamos es Richard Dormer (un Gabriel Byrne adusto, sobrio y contenido), alguien bastante cuestionado dentro de la comunidad y ya muy cerca del retiro. Apenas la búsqueda adquiere cierta intensidad, los policías empiezan a descubrirse en la zona múltiples cuerpos por lo que las madres de las otras muchachas desaparecidas mucho tiempos antes se suman a Mari en la campaña.
Chicas perdidas es un film valioso por su credibilidad, verosimilitud y su capacidad de denuncia (características que provienen del fuerte sesgo documentalista que le imprime Garbus al relato), pero también por la ductilidad y sensibilidad con las que describe a personajes llenos de contradicciones, miserias y matices. Espesor dramático y un claro intento por desmarcarse de esa exaltación del heroismo tan propia de Hollywood. Cine sin concesiones demagógicas y con profunda dimensión humanista.
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