Néstor Frenkel y un documental polémico
Una película sobre el universo de fiestas y eventos en los que se entregan los premios más inverosímiles
Se acaba de estrenar una de las películas que más comentarios suscitó en el último Festival de Mar del Plata: Los ganadores, de Néstor Frenkel, que recibió entonces tantos elogios como cuestionamientos, pero no dejó indiferente a nadie. No es la primera vez que ocurre algo así con un film de este realizador con buen ojo para detectar temáticas y personajes singulares. Lo certifican Buscando a Reynols (2004), dedicado a la banda experimental de la que era parte Miguel Tomasín, un joven con síndrome de Down; Construcción de una ciudad (2007), sobre las peripecias de los pobladores de Federación, un pueblo entrerriano hundido bajo las aguas de la represa de Salto Grande durante la última dictadura, y El gran simulador (2013), centrado en la figura del eximio ilusionista René Lavand.
El punto de partida de Los ganadores fue otra película del propio Frenkel, Amateur (2011), que ponía el foco en Jorge Mario, un odontólogo de Concordia que colecciona premios. Gracias a él, el director se enteró de la existencia de un universo particular, con reglas y rituales, una red informal de gente de todo el país que organiza eventos en los cuales se entregan los reconocimientos más inverosímiles que se pueda imaginar.
"Al observar los hilos que sostienen estas endebles estructuras, uno no puede dejar de preguntarse cuánto de inocencia y autoengaño, cuánto de egocentrismo y cinismo hay en cada uno de los que participan de estas ceremonias. Pero la propuesta del documental consiste en acercarse a este mundo de fantasía donde la realidad se mezcla con la ficción. Un mundo construido entre todos esos ganadores en muda complicidad para intentar ser un poco más felices, al menos por un rato", escribió Frenkel sobre el film, que despertó polémica por el uso de una ironía que algunos tildaron de cruel.
"En Mar del Plata hubo unos cuantos enojados -admite ahora-. Yo no puedo calcular eso antes de hacer una película. Así como están los que protestan por su veta más filosa, hay otros que conectan con la parte más festiva y noble. No la hice para reírme de nadie. No es la reflexión que me provocó el material ni el impulso que me llevó a filmarlo". La motivación esencial para Los ganadores, asegura, fue "la curiosidad y la perplejidad que me provocó encontrar ese mundo que no conocía; me parece que la película reflexiona sobre varios asuntos interesantes: la necesidad de sentirse querido, la lucha de egos, la construcción del prestigio...".
Si bien tiene momentos hilarantes, Frenkel dice que su conexión con los personajes que desfilan por el documental fue en buena medida emocional: "Esa celebración permanente me sedujo de una manera supergenuina y humana, no por su perfil kitsch".
Frenkel sostiene que un buen documentalista debe ser "honesto y respetuoso, pero también curioso y un poco pícaro". Ante las críticas, se defiende con sus convicciones personales: "Hay que ser ético, pero no ser ñoño. Hay que divertirse y conectar de verdad para hacer cosas profundas. Hay que tener ojo para elegir temas que tengan algo original y que te toquen, te lleguen de alguna manera. Si tuviera todo claro sobre un tema, me aburriría hacer una película sobre eso. El documental debe buscar respuestas sobre temas en los que no tenés certezas, aunque después no las encuentres. Y ante todo debe respetar la verdad interna de la película. No soy un historiador o un periodista. Mi deuda, en todo caso, es con el cine. Llegué al documental porque es un trabajo vivencial, más que intelectual. Siempre hay una capa intelectual, obviamente. Pero lo más importante siempre tiene que ver con el contacto con el mundo", remarca Frenkel, que ya prepara su próxima película, dedicada a una docena de hombres que una vez por año cambian de identidad y se convierten en Papá Noel.