Natalia Oreiro y Fernán Mirás se atreven a la comedia negra: “El humor se creó para poder sobrellevar lo inevitable”
La protagonista y el director de Casi muerta, la película que se estrena este jueves en todo el país, reflexionan sobre los vínculos, la magia del encuentro y la importancia de escaparle a la solemnidad al momento de pensar en el final de la vida
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Recién comenzaba octubre de 2021. Las restricciones impuestas debido a la pandemia ya eran casi un mal recuerdo y Fernán Mirás había vuelto a subirse al escenario para presentar la nueva y exitosa versión de la obra Art. Pero, en aquel momento, había otro proyecto que lo tenía ocupado y entusiasmado: en dos semanas comenzaba el rodaje de su segundo largometraje al que definía como “una comedia sobre el miedo a la muerte”. Durante dos años él, Rodrigo Vila y Beatriz Carbajales habían trabajado para adaptar el guion de Bypass, la película vasca nominada a 15 premios Goya. El elenco ya estaba definido: la protagonista sería nada menos que Natalia Oreiro. La noche anterior se había reunido con ella a cenar y a ultimar detalles de la filmación. Sin embargo, como si se tratara de una broma del destino, un imprevisto los obligó a cancelar los planes.
Mirás estaba en la casa de su novia, la socióloga y periodista Eugenia Zicavo, y de pronto sintió que la cabeza le explotaba. Su intuición hizo que se negara a tomar algún calmante, para no enmascarar el síntoma. El dolor lo paralizaba a tal punto que se mantuvo quieto durante al menos 15 minutos. Cuando pudo moverse, le pidió a su pareja que llamara al médico. Le diagnosticaron un aneurisma y sin anestesia le informaron que debían operarlo para colocarle un stent. Cuando se dio cuenta de que su vida estaba en peligro, decidió enviarle un mensaje a su hijo mayor, Santiago, para que también se lo haga escuchar a los mellizos, Sebastián y Sofía, que no tenían celular. Quería que, si le ocurría lo peor, al menos pudieran atesorar una última muestra de cariño.
La intervención era complicada, pero la suerte estuvo de su lado. Después de permanecer durante dos semanas en terapia intensiva, con morfina, fue dado de alta sin ninguna secuela. Con el tiempo, pudo retomar sus actividades, entre ellas, aquel rodaje pospuesto. Y este jueves, Casi muerta, esa comedia que se ríe del miedo a la muerte, se estrena en todo el país. “Es extraño, pero a diferencia de otros trabajos, de los que me iba cargada, oscura, en este caso me iba del set siempre con una sonrisa porque él, que estuvo muy cerca del lugar en el que está mi personaje, lo llevaba con muchísimo humor. Pudo pegarle una vuelta a la situación con mucha sabiduría”, le cuenta Oreiro, protagonista del film, a LA NACION. De esa manera, Natalia asume el rol de vocera: la situación que atravesó Mirás de ninguna manera lo llevó a cambiar su mirada sobre la historia que quería contar. Y tampoco sobre la muerte.
La historia que quería contar era la de María (Oreiro), una joven que recibe la peor de las noticias: solo le queda un mes de vida. Al enterarse, dos de sus amigos de la infancia, Paula (Paola Barrientos) y Lucas (Ariel Staltari), deciden contactarse con Javi (Diego Velázquez), el único del grupo que vive en el exterior, para que los ayude a sobrellevar la situación. Allí comienza para todos un mes que por momentos parece interminable y que, a la vez, los hace sentir protagonistas de una aventura tan vertiginosa como absurda.
–¿Cómo surgió la idea de abordar un tema tan sensible como el de la muerte en tono de humor?
Fernán Mirás: –A los que escribimos el guion nos pareció que lo más atractivo era abordar el tema, justamente, en clave de comedia. Fue como decir: “A ver si nos podemos reír de eso”. A medida que fui creciendo y fui pasando por peores cosas, como perder seres queridos, fui sintiendo que el humor se creó para poder sobrellevar lo inevitable. Y me parece que, más allá de que la película tiene una historia de amistad entre cuatro amigos y también tiene una historia de amor, me resultaba muy interesante ver cómo reaccionaba un personaje al que le dicen que en un mes se va a morir, porque es una especie de propuesta absurda… “¡Qué carajo hago con un mes!”. Es la nada misma. Esa situación la vuelve un personaje muy ciclotímico, muy demente. Y por otro lado, me resultó interesante ver qué le pasaba a sus amigos, que no saben cómo contenerla; qué le pasa a ella, burlándose de los amigos que no saben qué hacer.
–Hace un tiempo nos contaste que fuiste vos quién le pidió a Fernán que te convocara para su próximo proyecto. ¿Por qué querías trabajar bajo sus órdenes?
Natalia Oreiro: –Primero y principal, Fernán es una hermosa persona. Es un gran actor y todos los personajes le caen bien y tiene un sentido del humor tremendo. Pero además, él acababa de filmar El precio de la ley, su ópera prima y a mí me encantó su mirada. Y entonces, estábamos rodando Re loca y le dije: “La próxima película que hagas me tenés que llamar aunque sea para un personaje mínimo. Contá conmigo”. Le puse esa presión y cuando empezó a trabajar en el guion de Casi muerta me dijo: “Che, tengo una película”, y le dije que sí antes de leer el guion, porque confío ciegamente en él. Y eso fue parte del proceso, un proceso que tenía mucho de su propia vida, volcada a esta historia de estos cuatro amigos. Confié y me tiré sin paracaídas a ser una plastilina, que es lo más maravilloso que tenemos los actores: entregarte a alguien en quien confiás mucho.
–¿Te asustó un poco la temática?
NO: –No, porque es cierto que es una comedia con mucho humor negro, pero también habla sobre temas serios como la muerte, el miedo, el amor, la amistad… Y es simple al mismo tiempo, porque todos sabemos que nos va a pasar, lo que no sabemos es cuándo. Y cuando te ponen ese cuándo, un reloj empieza a sonar. “Tic-tac, tic-tac”… Y sentís que perdés tiempo, que tenés que ocuparte de cosas importantes. ¿Y qué sería lo importante? Te empezás a replantear quién sos, qué hiciste con tu vida, qué dejás. Estoy recontenta con la película, me gusta mucho porque él tiene una mirada distinta que la hace una comedia diferente, audaz y muy empática. La hiciste bien, Fernán. Volveme a llamar para la próxima.
–¿Qué te llevó a pensar en Natalia como protagonista?
FM: –Antes de cruzarnos en Re loca, habíamos trabajado juntos en el primer capítulo de Botines, y me sentí muy cómodo con ella. Además, yo había empezado a dirigir y me empezaba a pasar que me distraía viendo cómo trabajaban los actores, y me llamó mucho la atención la facilidad con la que resolvió una escena muy difícil. Y después lo comprobé dirigiéndola: las escenas más complicadas que tiene ella como actriz las hizo en la primera toma. Es capaz de clavarla en el ángulo en escenas muy difíciles emocionalmente y cómicas al mismo tiempo. Y sobre todo, en aquellas en las que el personaje padece y oscila mucho de estado de ánimo. Me dijeron que era muy ligera y era cierto (risas)
NO: –¡Es cierto! Soy muy ligera. Sépanlo los demás directores y convóquenme.
FM: –Fuera de broma, para mí era muy interesante que la película tuviera el humor que tiene que tener, porque es una comedia y hay que sostener la esencia del género, pero al mismo tiempo era imprescindible tener un elenco buenísimo. Hay un montón de escenas donde la gente se caga de risa y ellos están llorando o sufriendo; entonces era importante que trabajáramos tantas escenas dramáticas que por lo general no te tocan ni siquiera en un drama. Sobre todo, con una especie de oscilación emocional, porque María los vuelve locos a ellos y ellos no saben qué hacer con ella.
–Justamente, uno de los ejes de la película es la amistad y la confianza que hay entre esos cuatro amigos. ¿Trabajaron especialmente para construir esa química que se necesitaba entre los personajes?
NO: –La verdad es que no se necesitó mucho trabajo. Creo cuando un director elige actores busca siempre que se dé una suerte de sinergia. Los actores somos como los ingredientes para hacer una torta, si te falta uno, la torta no sube. Yo ya había trabajado con Diego [Velázquez] en Santa Evita, pero no tuvimos escenas juntos, y en Las Rojas, de Matías Lucchesi. Con Paola y Ariel no, pero con ella pegamos mucha onda al instante. Es buenísima como actriz y tiene un humor que me encanta. Como actrices no tenemos nada que ver, y sin embargo matcheamos rebien. Por ahí yo soy más estructurada, más clásica y Paola es todo lo contrario: le creés todo lo que dice.
-¿Te gusta eso de trabajar con perfiles distintos al tuyo?
NO: –Me encanta coincidir con colegas que tienen una forma de trabajar distinta a la mía, porque se generan climas distintos y nos metemos en un viaje juntos. Con Ariel también la pasé súpebien. Hay una escena en la terraza muy linda, pero antes de filmarla yo le decía a Fernán: “¡No sé que querés lograr con esta escena!”. Y él me respondía: “Clima”. Y en un momento, filmando, Ariel y yo nos miramos a los ojos y nos emocionamos, y los personajes también se emocionaban. Y era eso, como decía Fernán, lo que había que conseguir, porque el cine es conexión, es el encuentro de las miradas. Cuando mirás de verdad, eso se trasluce, y eso nos pasó varias veces.
FM: –Como soy actor y toda la vida trabajé al lado de colegas, les tengo mucha confianza. Yo sé que un actor va a tratar de hacer todo lo mejor que pueda por el grado de exposición que tiene. Es un área muy expuesta y a veces los directores desconfían, pero yo comprobé que si un actor plantea algo distinto, siempre tiene al menos parte de razón en el planteo. Andaba atrás de algo. Este es un elencazo, y si vos tenés el tema del que trata la película -más allá del guion, la letra, las escenas que están planteadas-, los actores pueden hacer aparecer cosas en los lugares más inesperados, porque entienden cuál es la situación. En este caso, son amigos y una de las amigas le dicen que se va a morir en un mes, y esa situación estaba presente todo el tiempo... Hay otra escena en la que el personaje de Natalia sube a la terraza y parece que no pasa nada. Decís: “¡Qué rara está ella en esta escena!”, y ahí te das cuenta de que a esa persona le está pasando algo. Está en la terraza de su infancia y tal vez sea la última vez que esté ahí. Me fascina ver cómo los actores descubren cosas que yo no vi.
NO: –Es la conexión. Creo que un actor debe estar conectado con sus propias emociones y con las del otro. Si estás conectado, puede pasar de todo y si desconectás, por una cuestión de oficio lo vas a hacer, pero no lo vas a estar emocionalmente comprometido.
Confianza y compromiso
Si bien Mirás eligió cuidadosamente a cada uno de los miembros del elenco y asegura que dirigir a cada uno de ellos fue placentero, hay alguien que ocupa un lugar especial: Violeta Urtizberea. Él y la madre de la actriz se conocieron sobre el escenario y el flechazo fue imposible de esquivar. En aquel momento, él tenía 18 años y ella 10 años más y una hija de tres, Violeta, pero contra todos los pronósticos, el amor pudo más.
Estuvieron juntos durante cinco años, y según contó Urtiberea hace algún tiempo, él se convirtió en una persona fundamental en su vida. Ese vínculo nunca se cortó. “Muchas veces me preguntan de dónde surge mi amor por la actuación y lo más evidente sería pensar que surge de la familia de mi viejo [su papá es Mex Urtizberea y su tío, Gonzalo Urtizberea], pero pienso que Fernán tuvo mucho que ver”, indicó la actriz en una entrevista. Y rememoró: “Él me filmaba, hacíamos películas... Hacíamos cosas que uno en general no hace con sus padres, porque los padres tienen otro rol. Si bien mi papá, sobre todo, es muy lúdico, Fer fue como el tío con el que jugaba a actuar”, explicó. Ese juego se convirtió en realidad este año, con él detrás una vez más detrás de cámara y ella interpretando un rol central en su segunda película como realizador.
–¿Cómo fue la experiencia de dirigir Violeta?
FM: –Fue precioso trabajar junto a ella, por nuestra historia y porque es una actriz de una generación que han trabajado desde muy jóvenes; entonces, parece que tienen 30 años y más de 20 de experiencia.
NO: –Viole filmó en Uruguay y su primera escena junto a nosotros fue la de fiesta de Navidad en la que todo se desmadra. Esa escena tenía 18 páginas y Fernán la hacía con cada personaje de corrido. La primera fue ella. Le dijo: ‘Hay que hacerla toda de una vez’. Y ella, sin inmutarse le respondió: “Ah, ok”.
FM: –Por eso hablaba de la confianza. Saber que hay veces en que te van a resolver ellos problemas que vos no sabés cómo encarar. Además, afectivamente fue hermoso. Me fascina, y me pasó también en la otra película, que a todos les guste la actuación de los demás. Si eso no pasara, creo que sentiría, como actor, que hice todo mal.
–¿Ya te habías cruzado con los demás protagonistas en tu rol de actor?
FM: –Bueno, con Paola es con quien yo más había trabajado [en la tira Viudas e hijos del Rock & Roll y en su ópera prima]. Con Vivian El Jaber, también [en Argentina, tierra de amor y venganza]; ella hace un trabajo hermoso, porque es la médica.
NO: –¡La mirada de ella cuando estamos en terapia intensiva y dice: “Dejá, dejá” [le permite al personaje de Velázquez quedarse], te resume toda la película.
FM: –Es que es una médica, pero cuando nadie la ve, se atreve a mirar desde otro lado. Me encanta mucho que ellos estén tan geniales y que todas las áreas hayan trabajado tanto. El cine me conmueve mucho (se emociona).
–En la película, uno de los personajes confecciona la lista de todas las cosas que debe hacer María antes de morir. ¿A quién le darían esa potestad en la vida real?
FM: –Creo que es difícil y que es parte de del chiste de lo que pasa en la peli, porque ella termina no cumpliendo con casi ninguno de esos ítems. Siempre tuve la fantasía de que esa lista la hicieron en el patio del colegio. Y que María dice: “¡Qué! ¿Esto quería hacer yo?”. Pero la otra va, le pide a su marido -el genial Roberto Ajaka, que casi no habla en toda la película- que se quede con el nene y lo cuide porque ella va a hacer con su amiga todas esas cosas durante el mes. Es un poco parte de esas cosas absurdas que despierta el miedo a la muerte. Porque, para mí, la película se trata del miedo a la muerte, no de la muerte. ¡Es absurdo que te den un mes! ¡No hay nada que hacer con un mes! Me la pasé preguntándole a mucha gente durante dos años mientras escribía el guion, qué harían si tuvieran un mes y escuché las cosas más raras. Y estoy seguro de que muchos de ellos no harían eso que me respondieron. Uno no sabe hasta que no está ahí. Por eso, los amigos hacen cosas absurdas, más absurdas que las que hace ella misma.
–Fernán contó hace algún tiempo que cuando sintió que estaba cerca de la muerte, les envió un mensaje a sus hijos. ¿La película te llevó a pensar qué harías vos?
NO: – Creo que pensaría en despedirme, en cerrar cosas que quedaron abiertas e intentaría estar la mayor parte del tiempo con mis seres más amados y más cercanos. Pero a mí lo que me gusta es que no tengo nada que ver con María: jamás haría todo lo que hace ella. Pero bueno, como no me va a pasar... (Risas).
FM: –El problema de María es que aparentemente no tiene nada pendiente: es joven, le está yendo bien... Pero sí tiene algo pendiente al lado y está tan ocupada de ver qué hace durante ese mes que no se da cuenta.
NO: –Que es nada menos que el amor.
FM: –Porque el amor es más fuerte.
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